El último debutante de la fábrica de Pisuerga

Reclutado con 7 años y después de pasar por todas las categorías formativas de la cantera del UEMC Real Valladolid de Baloncesto, el joven base de 19 años, Juan Lambás, se estrenó con el primer equipo en la victoria ante el Amics Castelló en el Pabellón Pisuerga, y viajó este viernes a Cáceres para suplir la ausencia de Mike Torres.

No se tuvo que pellizcar para comprobar si era real, cuando Juan Lambás (2004) pisó el parqué de un pabellón Pisuerga abarrotado sabía que tenía que disfrutar la oportunidad, aquella situación que tanto imaginó en su cabeza se hizo realidad. «Lo he soñado muchas veces. En casa te imaginas lo que vas a hacer en la cancha, pero cuando te ves ahí haces lo que te exige el partido», asevera aún con emoción el joven base de 19 años, que también desempeña la posición de escolta. Si los recuerdos se pudieran almacenar, Lambás no dudaría en conservar su vivencia en un tarro y cuidarla con mimo.

A falta de 1:16 minutos para el final y con un 84-66 en el electrónico que permitía al UEMC Real Valladolid superar al Amics Castelló, el vallisoletano, con el dorsal 11, entró en la pista. «Paco me dijo que disfrutara y para mí fue un chute de confianza. En ocasiones soy inseguro y en el baloncesto es vital tener seguridad y fortaleza mental. Fue un golpe de realidad, un comienzo», recuerda. Para su sorpresa, no le temblaron las piernas, ya que esa tensión ya la vivió en el partido de pretemporada contra el Cáceres Patrimonio de la Humanidad. «Paco me dio la oportunidad de disputar el amistoso en verano, pero no había jugado delante de tanta gente en Pisuerga. Fue especial ver a mi familia y mis amigos en la grada».

En pista, el vallisoletano coincidió con Mike Torres, Nwogbo y dos jugadores criados en la cantera blanquivioleta, De la Fuente y García-Abril. Todo quedó en casa. Con la presencia del alero, Lambás se sintió arropado. «Para las generaciones del 2003, 2004 y 2005, Juan García-Abril es un referente porque lleva muchos años en el club y es un jugador muy trabajador. Fue especial que nuestros compañeros buscaran una jugada para que pudiéramos anotar», rememora.

Paco García quiere tener al base cerca en esta temporada. Se desplazó con la expedición blanquivioleta a Madrid en la visita al WiZink Center, también formó parte de la convocatoria del duelo ante el Guipúzcoa, pero los marcadores fueron ajustados y el técnico evitó arriesgar. «Cuando finalizó el partido contra el Movistar Estudiantes me comunicaron que iba a estar convocado para el partido ante el TAU Castelló. Sentí que podría debutar y fui a Pisuerga pensando en que iba a tener la oportunidad», afirma con entusiasmo un Juan Lambás, que considera fundamental el apoyo de su familia, compañeros de equipo para lograr el sueño de debutar con el club de su vida. «Gracias a ellos lo he conseguido».

Tiene que tirar de memoria para recordar cuando se enfundó la elástica morada y amarilla del por aquel entonces Fórum Valladolid. Tenía 7 años y después de jugar un año en Zaratán le reclutaron para formar parte de la cantera morada. En ese trayecto, Lambás aguarda numerosos recuerdos. «Me ayudaron mucho mi entrenador de Infantil, Alberto Flores, y David Enciso, director técnico de la cantera. Ellos fueron los que apostaron por mí y me hicieron jugar con una generación un año mayor que yo (2003). Me vino bien en el desarrollo», asevera. Pero en el camino Lambás se encontró con piedras que sorteó con entereza. «Me quedé fuera de la selección de Castilla y León y fue un golpe de realidad. En categoría cadete coincidí con Raúl López, que es el entrenador que más me ha marcado, y a partir de ahí empecé a mejorar y coger experiencia hasta ahora», señala.

En las instalaciones de Pisuerga se ha criado y sus elogios se dirigen al buen trabajo que el club está realizando en la cantera. «La cesión de Pablo Martín al Morón de la LEB Plata es un ejemplo de que el club te da la oportunidad de coger experiencia». Sobre qué le deparará el futuro, Juan Lambás mantiene los «pies en la tierra», quiere disfrutar del momento, aprovechar las oportunidades y «ver hasta donde llego». Aquel niño de 7 años que disputó el primer partido luciendo el escudo de su ciudad ha cumplido el sueño de debutar ante su gente. Ahora, se mantiene sereno, con ilusión de disfrutar del presente.

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