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Sans trata de iniciar una jugada ofensiva. MAR GARCÍA
El UEMC se da un tiro en el pie y en las dos manos
Baloncesto - Primera Federación

El UEMC se da un tiro en el pie y en las dos manos

Inesperada y vergonzosa derrota ante un Morón colista y desahuaciado

J. C. Cristóbal

Sábado, 15 de marzo 2025, 22:10

¿Cómo es posible que un equipo cambie de esta forma de una semana para otra? ¿Por qué se gana a un ex ACB como Palencia y, ocho días después, se pierde ante un colista condenado al descenso como Morón? ¿Es que hay que medirse a un vecino regional para estar motivado? Si la afición despidió al UEMC el sábado pasado con una gran ovación, en un ambiente de fiesta, esta vez lo hizo con abucheos, en un ambiente de funeral, y la bronca no fue mayor porque la parroquia blanquivioleta, da igual la de fútbol que la de baloncesto, ha caído en la resignación.

UEMC Real Valladolid

Torres (5), García-Abril (5), Samkelo Cele (17), Wilson (8), Vucetic (2) -quinteto inicial-; Puidet (0), Manchón (6), Demers (2), Kovacevic (6), Sans (5), De la Fuente (0) y Mballa (22).

78

-

91

Naturavia Morón

Marín (1), Kouadi (8), Jiménez (16), Da Silva (5), Norris Jr. (9) -quinteto inicial-; M'Madi (10), Santana (8), Tamba (8), Burgos (9) y García (17).

  • Árbitros: Del Ávila Zurita, García Crespo y Diez Felipe. Eliminado por cinco faltas personales, Torres (min. 36).

  • Parcialesl: 21-17, 20-29 (41-46) -descanso- 17-16 (58-62), 20-29 (78-91).

  • Incidencias: Polideportivo Pisuerga. 3.600 espectadores.

El partido era clave. Después de fallar el miércoles en Guipúzcoa, la visita del Morón era como ese comodín en la mano para afrontar las últimas jugadas en la partida liguera; con seis equipos separados por una victoria y con la misión común de evitar las dos últimas plazas de ascenso, el paso del equipo sevillano por Pisuerga se tomaba como ese colchón de seguridad ante sus rivales directos. Es un error en el que puede caer el aficionado en su ánimo, o el periodista en su pronóstico, nunca el entrenador ni la plantilla, que deben saber mejor que nadie lo que se ponía en juego sobre el parquet.

La rueda de calentamiento anunciaba una tarde-noche plácida para el UEMC, que veía cómo peloteaba enfrente un Morón con solo diez jugadores de campo. El parcial inicial de 10-0 así lo presagiaba, pero los partidos de baloncesto duran cuarenta minutos, no dos y medio; técnicos y jugadores debieron pensar en el restaurante donde cenar la noche del sábado y en la serie de televisión que ver en el sofá de casa la tarde del domingo. El Morón, por su parte, con dos victorias en veinticuatro partidos, tiró de lo último que debe perder un equipo, de dignidad.

El UEMC mantuvo la ventaja en este primera parte porque Mballa barrió el tablero sevillano para que los márgenes siempre estuvieran por encima de los tres puntos, y en ese momento tampoco pareció importante el baile de rotaciones en los dos banquillos; puede entenderse en el caso de Daniel García, por las limitaciones de su banquillo, no en el Iñaki Martín, que generó tal confusión que era difícil adivinar qué cinco jugadores estaban en pista en esos momentos.

El primer empate (21-21) y la primera desventaja (23-24) encendieron la bombilla de alarma, pero esta se limitó a alumbrar la petición de tiempos muertos, sin que cambiara la dinámica del equipo; con el tiro exterior ausente, con los marcadores de Torres, Kovacevic y Demers a cero, el UEMC empezó a temblar cuando se vio nueve puntos abajo, hasta Mballa, que estaba siendo el mejor, lanzó un tiro libre que apenas rozó el aro.

A falta de juego coral, de un director de orquesta en el banquillo y en la cancha, Samkelo Cele tiró por la calle del medio y se lanzó a la aventura en solitario, con una carrera de costa a costa que despertó al público en sus asientos. La anarquía, una mayor contención en los cambios, y un triple agónico de Kovacevic devolvieron la igualdad (37-37) para lo que se antojaba el estirón definitivo de los vallisoletanos.

No fue así porque la brújula marcaba el sur en vez del norte. Martín tiró de su quinteto titular para salir del laberinto. Imposible. Cazó tres rebotes en ataque y se fue sin puntos, dispuso de cuatro posesiones consecutivas para voltear el marcador y salió de vacío de las cuatro, recibió el regalo del Morón desde la línea de tiro libre (falló cinco consecutivos) y aun así fue incapaz de llegar al último cuarto por delante.

Daba la impresión que el Morón había estirado el chicle al máximo, que no daba para más, pero la defensa del UEMC bajó los brazos en el peor momento, debió pensar que un DNI tan común como José Alberto Jiménez no era motivo de preocupación, y el malagueño le despertó de la siesta con tres bofetones desde más allá del 6,75. Del 58-62 se pasó es un suspiro al 60-71 y el UEMC no supo remar contra la corriente; había tiempo, la grada empujó con los ataques a las bravas y el Morón gestionó sus posesiones para que los segundos fueran cayendo como piedras.

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