Schmidt entra a canasta dificultado por un jugador ovetense. Rodrigo Jiménez
LEB Oro

Al UEMC Real Valladolid no le basta ni con el regreso de Devin Schmidt

Los blanquivioleta caen en la prórroga después de darle la vuelta al partido con el estadounidense en el papel de multiusos

Juan J. López

Valladolid

Sábado, 4 de mayo 2024, 00:19

Y al sexto partido regresó Devin. Reapareció Schmidt con un «I'm back» («He vuelto»), que predijo en redes sociales pocas horas antes de enfundare la camiseta del UEMC Real Valladolid, con bailecito incluido. El baile en la cancha fue otra historia... y terminó en una danza que no se tradujo en victoria, porque con el 'solo' del estadounidense no basta. Y eso que durante muchos minutos parecía que podría marcarse un vals con N'Guessan, pero fue un espejismo que, eso sí, coincidió con los mejores minutos del equipo blanquivioleta.

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UEMC Real Valladolid

Jaan Puidet (19), Devin Schmidt (27), Romaric Belemene (0), Jaime Fernández (7), Lotanna Nwogbo (14) -quinteto inicial-. También jugaron: Juan Lambás (0), Juan García-Abril (6), Lucas N'Guessan (12), Herve Kabasele (0), Maj Kovacevic (3) y Sergio de la Fuente (3).

91

-

92

Alimerka Oviedo

Adrián Chapela (9), Mikel Sanz (7), Demetric Horton (33), Marc Martí (13), Robert Cosialls (2) -quinteto inicial-. También jugaron: Hugo López (0), Francisco Amarante (0), Dan Duscak (0), Josep Pérez (13), Tunner Stuckman (5), Hall Elisias (-) y Raúl Lobaco (10).

  • Parciales: 17-18, 20-22, 21-17, 23-24 (81-81) y 10-11 (91-92 final).

  • Árbitros: Lezcano, Olivares Bernabéu y Langa de Martín.

  • Incidencias: Partido correspondiente a la trigesimotercera jornada de la liga LEB Oro, disputado en el Polideportivo Pisuerga el viernes 3 de mayo de 2024 ante cerca de 3100 espectadores.

La sexta derrota seguida, que parecía alejarse durante buena parte de la segunda mitad, con el propio N'Guessan como dueño del rebote y Schmidt en el papel de Schmidt –y algo más–, llegó porque no hubo más. Sin noticias en esta ocasión de Lottana. Sin ni siquiera la mitad de los puntos de Kovacevic, de los que se le podrían prever en un partido malo –ayer fue desastroso–, y para colmo de males con una nueva noche para olvidar desde la línea de tiros libres. Que da igual quién los lance, salvo que se apellide Schmidt. Y así es muy difícil. No se le puede dar tanta ventaja al rival, ni aunque éste sea de la zona baja, porque los de arriba, con los que el Real Valladolid se jugará el 'play off' en poco más de quince días, cogerán la matrícula a los blanquivioleta y llegados los momentos calientes les llevarán a los tiros una y otra vez...

En este caso, la necesidad del Alimerka Oviedo fue determinante, pero el equipo ovetense ha demostrado que le tiene cogida la cintura a los pucelanos. Ya lo hizo en la ida en Pumarín, y lo repitió anoche, aunque necesitaran de un triple casi sobre la bocina para empatar el partido a 81 y llevar el choque a la prórroga. Si Paco García admitió que no se defendió bien el triple de hace siete días en Sevilla, que le dio la victoria al Betis Baloncesto, ayer más de lo mismo. Si hace siete días la realización de la televisión telegrafiaba a que jugador le iba a ir el balón para lanzar, anoche no se pagaba que el balón de la noche iría a Tanner Stuckman, uno de los mejores triplistas de la categoría. Solo, y adentro para desesperación de un Pabellón que después de ir ganando de diez puntos (74-64, min. 37) daba por rota la mala racha. Incluso también lo vio perdido el técnico visitante, que se marchó al vestuario por adelantado con sus más y sus menos con el árbitro, y con cinco tiros libres para Schmidt. Ahí estuvo el único 'pero' para el estadounidense, que solo metió tres (80-72, con menos de dos minutos para el final).

Y si Devin fue Schmidt para el Real Valladolid, en el Oviedo, su compatriota Demetric fue Horton para los asturianos. El alero de Carolina con dos triples seguidos silenció el pabellón. Y Schmidt falló el otro tiro libre de la noche cuando podía obligar a tener que meter dos canastas a los visitantes, y el 81-78 resucitó todos los fantasmas de Sevilla. Estos se hicieron corpóreos y la prórroga desquició del todo a los locales, con balones a su reaparecido, pero extenuado con un baile que no fue el esperado.

El equipo no fue capaz de cerrar el rebote en su canasta, y el balón en los cinco minutos adicionales siempre caía en las manos de los azules para desesperación de todos, y con el motivo quizá de un equipo sin rotaciones, y sin más objetivo que romper la mala racha.

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En los visitantes la victoria valía doble. Refrendaba la permanencia un año más en la LEB Oro, y la consiguió de forma merecida en un Pisuerga más que preocupado con el futuro más inmediato.

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