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Había mucha tensión acumulada en ese vestuario, y buena parte de ella (aproximadamente una tonelada) se liberó en el primero de los dos asaltos de los cuartos de final de la Copa España. Una eliminatoria que se decidirá el 7 de enero en Santiago de ... Compostela, pero que antes dejó el primer triunfo de la temporada del UEMC como local y, sobre todo, un flotador al que agarrarse en medio del naufragio al que empezaba a acostumbrar el equipo de Encinas a sus aficionados. Una mejoría que debe entenderse como punto de partida para recuperar su identidad de equipo.
Hubo que esperar al descanso, eso sí, para que asomara una mayor intensidad en defensa (29 puntos de Onbradoiro entre el tercer y último cuarto) y, sobre todo, una actitud que mejoró las tres últimas actuaciones.
Es cierto que enfrente no estaba ninguno de los transatlánticos de la categoría (San Pablo, Betis o Estudiantes), pero sí un rival mejorado con respecto a aquel que salió ganador de Pisuerga a finales de octubre (72-76). Ese pasito adelante se evidenció cuando antes se hacía aguas. En un tramo final al que llegó más entero y sin mochila gracias a ese salto en la rotación que se ha ganado en las últimas semanas.
UEMC
Mike Torres (12), Puidet (5), Demers (3), Sergio de la Fuente (15) y Vucetic (12) -quinteto inicial-, Sans (4), Kovacevic (18), García-Abril (2), Wilson (4), Rozitis (-) y Manchón (5).
80
-
78
Obradoiro
Quintela (23), Millán Jiménez (14), Davison (8), Micovic (4), y Balvin (9) -quinteto inicial-, Galán (8), Rati Andronikashvili (-), Álvaro Muñoz (8), Stephens (2), Stevic (-), Grela (2)
Árbitros: Enrique López, Eva Areste y Alberto García. Sin eliminados
Parciales: 23-26, 38-49 (descanso); 54-52, 80-78 (final)
Incidencias:Partido de ida de los cuartos de final de la Copa España. La vuelta se disputa el 7 de enero en pista gallega.
En un ambiente frío por la hora, el paso por taquilla, lo poco atractivo de la competición y, sobre todo, por la mala dinámica de los locales, el partido se ciñó al guion esperado. El de dos equipos unidos por el nerviosismo que están lejos de las expectativas creadas. El UEMC, en puestos de descenso, porque su techo debe estar en la pelea entre los 8-9 mejores de la liga. Y el Obradoiro, ahora mismo séptimo en la tabla, porque su desembolso y objetivo no se corresponde con las seis derrotas que ya ha encajado en liga. Cesado ya su técnico (Gonzalo Rodríguez), en Valladolid se presentó con entrenador interino y sus dos últimas adquisiciones, dos jugadores de otra liga como Balvin (desembolso desorbitante el que ha realizado el club gallego) y Rati Andronikashvili (exMurcia y exZaragoza).
Una inversión que le debería dar un salto de calidad y que, sin embargo, en Pisuerga no apareció en ningún momento. La diferencia, de hecho, la marcó aron dos nacionales como Quintela y Millán Jiménez, culpable de que los gallegos alcanzaran una máxima renta de 14 puntos mediado el segundo cuarto (32-46, minuto 16). Hasta entonces, el sufridor medio no había visto nada nuevo. Nada distinto a lo presenciado en los seis encuentros anteriores. De hecho, el sufridor medio maldecía al descanso que su equipo volviera a encajar casi media centena en solo veinte minutos (51 le endosó, 49 Betis, 55 San Pablo, 45 Oviedo,...).
No podía imaginar por entonces que la mejor versión del UEMC estaba por llegar. Una reacción que partió de 4 puntos consecutivos de Sergio de la Fuente y de un triple de Puidet que le arrimaron al Obradoiro con un parcial de 13-5 en ocho minutos (51-54, minuto 28). Lejos de ser fruto de un impulso esporádico, la respuesta fue un anticipo de lo que faltaba por venir.
Y lo que nadie antes había disfrutado esta temporada, asomó en Pisuerga. No fueron los triples de Kovacevic y Mike Torres, que también, sino una intensidad y esfuerzo colectivo que provocaron, primero el error del rival y en última instancia, una mayor fluidez al otro lado de la pista. El segundo triple del partido de Kova llamó la puerta (57-63, minuto 32), el tercero la abrió de par en par (70-71), y el cuarto la derribó (73-73 a 1:30) antes que Mike Torres diera portazo al partido con otro triple y una bandeja a escasos segundos del final.
La victoria que tanto se había negado en Pisuerga (no se ganaba desde el 30 de marzo) llegó cuando muy pocos la esperaban, con un pabellón desangelado, y en una competición insulsa que puede ejercer de trampolín para un equipo con crisis de identidad necesitado de estímulos como el de ayer.
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