Sesenta días de depresión se antojaban demasiados para un vestuario diseñado para cotas mayores que asomarse al 'play-off' por la puerta de atrás. Un paréntesis, abierto con la lesión de Mike Torres y cerrado este sábado, que se había convertido en toda una tortura ... para un equipo sin rumbo que parecía incapaz de salir de su esquina, golpeado sin remedio ni recursos ante cualquier contratiempo.
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Pues bien, esa travesía del desierto, cinco derrotas mediante, quedó atrás este sábado en un partido que reunía todos los ingredientes para abrir ciclo nuevo. El regreso de Mike Torres, también el de Jaime Fernández, el contrato prorrogado del lituano Zigmas tras la marcha de Sergi Costa,... y, por qué no, también un rival enfrente receptivo y extraordinariamente generoso en cancha propia. Un buen sparring sobre el que apoyarse y tomar impulso para aguantar con más garantías el pulso que proponen equipos mucho más armados, caso de Lleida, Alicante, Tizona o el propio Coruña.
La duodécima victoria, de este modo, sirvió para lamerse las heridas y recuperar de paso la sonrisa a costa de un Cáceres que es carne de descenso si el mercado no lo remedia.
UEMC
Zigmas (5), Schmidt (16), García-Abril (6), Kabasele (10) y Nwogbo (8) -quinteto inicial-, Mike Torres (4), Sergio de la Fuente (16), Belemene (3), Kovacevic (16), N'Guessan (8), y Puidet (2).
99
-
72
Cáceres
Atencia (17), Gantt (8), Pablo Rodrigo (8), Dikembe (8) y Hamilton (8) -quinteto inicial-, Bonilla (-), Raitanen (11), Dani Rodríguez (4), Carreño (2) y Cepukaitis (6).
Parciales: 19-15, 19-17 (38-32, descanso); 29-15, 32-25 (99-72, final).
Árbitros: Morales, Domingo y Aranzana. Concierto desesperante de los tres, sin excepción, pitando en media pista las faltas que se perdonaron bajo ambos tableros.
Incidencias: Jornada 20ª, disputada en el polideportivo Pisuerga.
Al igual que una semana antes en San Sebastián, la salida al partido fue buena. Las curvas de las últimas semanas han abierto un socavón por el que se ha colado García-Abril, titular a pulso por actitud pero también por una intensidad defensiva que escasea demasiados minutos en el equipo de Paco García. Al canterano le tocó esta vez bailar con un base como Atencia, corto de centímetros pero con un buen abanico de recursos, que es el faro de un Cáceres a la deriva que ni con Roberto Blanco, ni por el momento con Arturo Álvarez, tiene una identidad clara. En Pisuerga dejó una muesca más de su candidatura al descenso.
Y no tardó mucho en mostrar su peor cara. Con 2:30 de juego, el técnico asturiano -segundo partido en el banquillo extremeño- ya necesitó pedir su primer tiempo muerto (8-0 con dos bandejas en su propia canasta y un 0/5 en tiros de campo en la contraria). Al otro lado de la pista, un UEMC sin chispa en la primera parte que fue de menos a más a medida que fue sacudiéndose la depresión de días pasados. La suya fue una evolución inversa a lo ofrecido en los últimos partidos, en los que se mostraba entero hasta que le llegaba la desconexión. Esta vez la depresión estaba enfrente, en un rival que aguantó erguido lo que le permitió el Real Valladolid Baloncesto. Y eso fueron aproximadamente 24 minutos.
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Hasta llegar a ese punto, y sin perder nunca el control del partido y el marcador, el equipo de Paco García seguía buscando un interruptor que lo activara. Esa llave la tiene Mike Torres, pero mientras coge vuelo, su reaparición pareció sorprender a sus propios compañeros, acostumbrados ya como estaban a jugar sin un base/líder en cancha. Sin necesidad de forzar, y aún falto de ritmo de competición, a Torres le bastó con poner el balón allá donde más le duele al rival -los aleros son los que más van a agradecer su regreso- para sembrar de sonrisas el campo (5 asistencias en 18 minutos de juego). Algo tan fácil como buscar al compañero liberado, parte del 'abc' de este deporte que Sergi Costa no acabó de entender y que el lituano Zigmas está ahora en camino.
Con el partido en terreno de lo indeciso (38-32), tres chispazos se encargaron de reventarlo. El primero, un uno contra uno característico de Devin Schmidt con triple incluido desde 9 metros, prendió la mecha (53-36). Y los dos siguientes, dos mates consecutivos de Kabasele y Nwogbo, terminaron de noquear a un Cáceres extraordinariamente frágil y dependiente de su base Atencia.
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Con un mundo todavía por delante, a 8:15 del final, Paco tiró de catálogo y optó por esconder a Schmidt (16 puntos) para que sus números no ejerzan de efecto llamada y refuercen la intención de Estudiantes por incorporarlo a las filas colegiales.
Era el momento de buscar otras sonrisas, y por ahí asomaron Kovacevic (16 puntos, 4/8 triples), N'Guessan y hasta Sergio de la Fuente (16), fuera de sitio en la primera parte. Para entonces la fiesta había tornado ya en homenaje para un vestuario necesitado de sonrisas después de tanto contratiempo.
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