El UEMC se da de bruces con un excelso Coruña

Los que asistieron al UEMC-Coruña contra viento y marea (horario y Clásico, mediante) disfrutaron de una nueva muesca para la historia del baloncesto en Valladolid. La firmó el cubano-americano Barrueta, el aspirante a jugador de fútbol americano que acabó encestando a distancia cuando se criaba en Miami por culpa de sus amigos.

Su tarjeta (9/11 en triples y 2/2 en tiros de dos puntos en 26 minutos) acabó por reventar la resistencia de un UEMC que se rebeló a su suerte durante 35 minutos, para acabar blandiendo la bandera blanca en honor al mejor rival que ha pasado por Valladolid en años. En Coruña tienen clavada una espina bien profunda desde el mes de mayo, y esa rabia se ha trasladado a un inicio de temporada arrollador.

El equipo de Epi, y también el de Paco García, firmaron el partido más espectacular que se recuerda en la corta historia del club vallisoletano, cumpliendo con creces las expectativas que se habían creado durante la semana.

Con semejantes plantillas sobre el parqué, el partido no decepcionó con un inicio de vértigo, no apto para siestas, en el que ambos se entregaron a un intercambio de golpes que nadie se quiso perder. El UEMC, para exigir y no dar un solo respiro al equipo más en forma de la categoría; y el Leyma Coruña, para mantener bien alto el listón que elevaron una semana antes con el Cantabria enfrente. Si aquel día su primer cuarto fue inmaculado (33-13), en Pisuerga no se quedó atrás con unos porcentajes similares y una sinfonía casi perfecta entre los once jugadores que pisaron pista en los diez primeros minutos.

El listón esta vez se lo elevó un Real Valladolid Baloncesto especialmente brillante en ataque gracias al acierto de Mike Torres y Schmidt (24-21, con 11 puntos del base y 6 del escolta de Tennessee). No era partido apto para tímidos ni apocados, con un techo a la altura de 'play-off' de ascenso ¡en octubre! El resultado al término del primer asalto, 30-32, lo resume todo, con porcentajes de 6/10 en triples para UEMC y 5/7 para el Leyma.

Ritmo alto, acierto de otra liga,... y mal síntoma, sin duda, para el equipo de Paco García, que ya avisó en la previa que no se podría aspirar a victoria en un combate a 90 puntos. La respuesta la obtendría en el segundo parcial en un Leyma excelso, sin fisuras en el que nadie chirriaba lo más mínimo (42-54, minuto 17). Sin metralleta Barrueta en cancha, el relevo lo tomaron indistintamente Mc Donnell, Huskic (15 puntos al descanso) o cualquiera que encontrara un tiro liberado.

El paso por vestuarios -que nadie en el pabellón quería- dejó un UEMC vivo que pudo respirar por la única grieta que le dejó su rival (los tiros libres de Diagne), mención aparte a la actuación de Mike Torres, con 14 puntos (4/4 triples), y a los escasos balones pero bien aprovechados por Nwogbo (10 puntos). 53-57 y partido sorprendentemente abierto (53-58).

Era obligado bajar revoluciones, y en ese partido ya terrenal el ritmo anotador igualó fuerzas, no tanto en el marcador pero sí en sensaciones de uno y otro equipo. Las del Leyma ya no eran corales y dormían en manos, ¡benditas manos!, de Barrueta. Tres tiros consecutivos del 'quarterback' de Coruña, uno de ellos prácticamente desde media pista a pies juntos, permitieron que los de Epi se mantuvieran arriba antes del asalto definitivo (72-78).

Pero el UEMC se frenó en seco, y las consecuencias le alejaron del partido, haciendo la goma sin rendija por la que amenazar a un rival por momentos sin su mejor arma, el cubano-americano Barrueta. Cuando encontraba una vía -dos triples consecutivos de Kovacevic, 82-87-, rápidamente Coruña procedía a taparla (triple de Font). Para entonces, el listón ya estaba donde nadie quería, por encima de los 90 puntos (86-90, con 5 minutos por jugarse)... y con Barrueta de nuevo en pista (6/8 en triples hasta entonces).

Aún le quedaban balas al caribeño, que de un plumazo y probablemente con menos minutos de lo que pedía el partido, se encargó de enterrar la última opción de los locales para sellar su excelsa actuación con un 9/11 desde la línea de 6,75. El público, señor como casi siempre, rindió una sonora ovación al jugador del Leyma, así como una merecida pitada al trío arbitral, que sin influir en el resultado, quiso igualar sus errores a un lado de la cancha cuando ya no había partido.