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Se le acabó la gasolina a mitad de trayecto, y el Real Valladolid Baloncesto hincó la rodilla por primera vez en esta pretemporada en Zamora, en la primera semifinal de la Copa de Castilla y León y ante un rival con muchos más galones y argumentos al que le bastó con tirar de fondo de armario para desarmar a su rival en el tercer cuarto y sacar billete para la final, donde defenderá trono autonómico tras su triunfo en 2023.
El equipo de Lolo Encinas, penalizado por las bajas de Atencia y García-Abril en su rotación exterior y por un viaje leonino a Las Palmas entre semana, hincó rodilla ante uno de los transatlánticos de la competición, llamado este año de nuevo a pelear por una de las dos plazas de ascenso.
Y lo hizo víctima de su propio estilo. Los riesgos de jugar a 90 puntos tienen también su cara B. Ante Palencia la moneda sonrió en Pisuerga (8-80), y en Zamora salió de canto, cayendo de lado de una plantilla mucho más profunda y sobre el papel de mayor calidad como la de San Pablo Burgos.
San Pablo Burgos
Gudmundsson (16), Corbalán (11), Alex Barrera (2), Joe Cremo (7) y Goloman (13) -cinco inicial-, Lapornik (2), Roberts Stumbris (4), Dani Díez (11), Dídac Cuevas (9), Almazán (4), Luke Fisher (11) y Farly Núñez (-).
90
-
76
UEMC
Sans (11), Hoover (4), Puidet (16), Egekeze (5) y Vucetic (1) -cinco inicial-, Dani Manchón (12), Kovacevic (4), Wilson (17), Sergio de la Fuente (6) y Lambás.
Árbitros: Sánchez Benito, Carlos Gallego y Alberto Martín. Sin eliminados.
Parciales: 17-19, 41-41 (descanso); 70-55 y 90-76 (final).
Incidencias: Primera semifinal de la Copa de Castilla y León, disputada en el pabellón Ángel Nieto de Zamora, con 200 espectadores en las gradas.
Con Atencia y García-Abril tocados, el juego de rotaciones tan recurrente en pretemporada ponía la San Pablo ligeramente en ventaja, un detalle que fue solventado con Dani Manchón doblando como escolta y con minutos también en la posición de base (Puidet era la solución hace un año). Un matiz que, lejos de resultar anecdótico, va a resultar fundamental este curso por el juego veloz y de rápidas transiciones que propone Encinas. En esa dirección ha ido orientada la configuración de plantilla con hasta siete jugadores -si contamos a Mike Torres- capaces de desempeñar el rol de 'combo' (base y escolta).
En esa apuesta que se pretende vertiginosa, el resto está condenado a adaptarse o morir en el intento. El ejemplo en Zamora, aún siendo prematuro, sirve para entender el ritmo y el guion que va a imprimir este año el UEMC a sus partidos, independientemente del acierto propio o calidad de los rivales. El paso lo marcan los exteriores, y a partir de ahí los interiores están llamados a jugar abiertos para generar espacios que favorezcan tiros liberados.
En este contexto, los partidos del UEMC dependerán en gran medida del plus que sea capaz de aportar el perímetro. ¿Un riesgo? Sí, si el perímetro se resfría. En caso contrario, unos días el protagonismo será de Kovacevic -este estilo, más afin a su juego, puede explicar que al esloveno se le vea más enchufado en este arranque-, otros será de Sans o Puidet, y los más debería ser para Hoover, llamado a cargar a su espalda con la responsabilidad anotadora. Sin el americano todavía a tono, en estos primeros pasos de preparación es Dani Manchón el que tira del carro, un punto por encima del resto como está físicamente. Después de un primer cuarto parejo en errores y aciertos, 5 puntos consecutivos suyos pusieron en ventaja al UEMC (19-24, minuto 12).
Hasta ese instante, y prácticamente hasta el descanso, las sensaciones fueron buenas para el UEMC que, sin llegar a traducirse en el marcador (41-41), sí lo hizo en ese apartado de intangibles que tanto llenan a los entrenadores en pretemporada (33 x 52 puntos en valoración).
Lo que se coció tras paso por vestuarios fue harina de otro costal. Con dos cuartos en la mochila, la rotación ahora sí empezó a pesar con San Pablo marcando terreno precisamente en su juego exterior. Y en ese pulso en el perímetro, nadie mejor que Corbalán -¿quien si no?- para imprimir su sello de calidad y romper el partido (61-47, minuto 27). Dos bandejas, dos asistencias, un 2+1,... Los de Savignani abrieron brecha con demasiada facilidad ante un rival que cortocircuitó en ataque en el tercer cuarto (seis puntos en ocho minutos hasta un adverso 66-47). De un plumazo, todos esos intangibles que antes sonreían se voltearon hacia Burgos (71 x 63 puntos), con el conjunto de Savignani mucho más fresco y entero en sus posesiones.
Con diez minutos por delante (70-55) y los árbitros también de pretemporada, los de Encinas no arrojaron la toalla y tiraron de orgullo para mantenerse en partido, más a la desesperada que con físico y argumentos a los que agarrarse. Sin rastro de Hoover, un triple de Sergio de la Fuente supuso el canto del cisne para un UEMC varios pasos por detrás de San Pablo a día de hoy (72-64, minuto 33). Bastó con que Corbalán retomara la manija para que el billete de finalista no corriera peligro para los burgaleses.
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