Alguien dijo un buen día que los equipos libran batallas pero son las plantillas las que ganan guerras, y extrapolado al deporte es una realidad palmaria que, año tras año, se cumple escrupulosamente. En la bien ponderada LEB Oro no hay curso que no haya ... un puñado de buenos equipos, pero cuando toca hablar de plantillas bien armadas y diseñadas para responder a todo tipo de escenarios, el dicurso torna en palabras mayores.
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En ese proceso se encuentra un Pucela Basket notable en su configuración, bien dotado en todas sus posiciones, que aún navega entre dos aguas conociéndose para saber dónde le puede llevar su talento y hasta dónde el esfuerzo colectivo de todo el plantel. Hasta la fecha había encarado dos puertos exigentes como Palencia y Burgos, y el tercero en discordia le ha dado otra medida aproximada.
Después de tumbar a Lleida en dos cuartos excelsos, el equipo de Paco García ya sabe que su mejor versión le da no solo para ganar de forma abultada sino también para desquiciar rivales y subirse al vagón que persigue al intratable Morabanc Andorra.
Pucela Basket
Mike Torres (15), Puidet (5), Gilbert (6), Kuiper (8) y Kevin Allen (13) -cinco inicial-, Pantzar (16), Kabasele (8), Gantt (13), Sergio de la Fuente (6), Belemene (7), y Álex Mazaira (-).
97
-
57
Força Lleida
Juani Marcos (6), Miguel González (4), Álex Urtasun (6), Carrera (8) y Vucetic (11) -cinco inicial-, Brito (4), Santana (7), Cuéllar (2), Gettys (9) y Castellnou (-).
Parciales: 29-16, 25-13 (54-29, descanso); 22-14 (76-43) y 21-14 (97-57, final).
Árbitros: Germán Morales, Jaime Gómez y Joan Fanés. Descalificados Carrera en el minuto 18 por dos técnicas y Juani Marcos por dos antideportivas.
Incidencias: Cuarta jornada de la Liga LEB Oro, disputada en el polideportivo Pisuerga.
El partido planteaba varias dificultades y, principalmente, una duda: saber si la derrota en Palencia había servido de aprendizaje. Si el equipo de Paco García, diseñado para responder a partidos exigentes en lo físico, también es capaz de desenvolverse en otro tipo de escenarios menos propicios. Lo hizo en Azkoitia, en un partido plano y sin margen para el brillo, y Lleida planteaba ese reverso de la moneda que tanto incomodó en el estreno de la temporada.
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Un plantel configurado de espaldas a su juego interior, veloz y capitalizado por el segundo mejor jugador del último curso -el venezolano Carrera, solo superado por Marc Gasol- que propone partidos a campo abierto sin importarle el intercambio de golpes. Una apuesta que exige doblar piernas en el uno contra uno, especialmente a los interiores por tener que defender a seis metros del aro.
Pues bien, Lleida subió al ring aceptando el intercambio con la sana intención de ganar a los puntos y su osadía, la de quien se cree superior por su condición de invicto, le pasó la peor de las facturas. El equipo del imberbe Gerard Encuentra -el más joven de la competición- se llevó todos los golpes en el mismo carrillo. Aquellos que se ganó a pulso (tanto Kuiper como Sergio se cebaron con la endeble defensa de Carrera), y también los que le propinó un inspiradísimo Pucela Basket (7/15 en triples al paso por el minuto 13).
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El equipo de Paco García, en su mejor versión hasta la fecha, se mostró como una máquina perfectamente engrasada, fluido en ataque pero, sobre todo, sin fisuras en campo propio (35-16, minuto 12). Puso un listón demasiado alto, incluso para el colíder Lleida, y no permitió que bajara un solo centímetro. Ni las tímidas alternativas de salida del rival -zona 2-3 tras saque de fondo- ni las rotaciones propias mermaron un ápice su absoluto control y protagonismo en el partido. Si hasta ahora la orquesta había desafinado en algún tramo, esta vez todos los acordes sonaron acompasados (66 x 14 en valoración al descanso, 124-42 al final).
Tan insultante resultó su superioridad que su rival, sin respuestas ni en el campo ni en la pizarra, acabó desquiciado antes incluso de alcanzar el descanso. Al paso por el minuto 18 su jugador franquicia, Michael Carrera, escenificó la impotencia del conjunto catalán al ser descalificado por dos técnicas -le perdonaron una falta más, señalizada por error a Álex Urtasun-.
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El paso por vestuarios dejó veinte minutos extraordinarios y una huella indeleble en el rival (54-29), que a la vuelta planteó un partido más próximo a la testosterona que a la lógica baloncestística. Apretó más los dientes, gastó más tiros pero el resultado fue el mismo. Amagaba pero a la vuelta se topaba con su propia realidad -sin su mejor jugador pero también sin resistencia interior- y con el muro de cimientos sólidos que se empeñó en levantar el Pucela Basket (73-40, minuto 29).
Con el partido roto y el marcador disparado no era fácil mantener la tensión, y también en ese capítulo aprobó con nota el Real Valladolid Baloncesto, que quiso mantener el pulso para, además del partido, ganar también los cuatro parciales (83-43 tras dos espectaculares acciones de Pantzar, que demuestra día sí, día también, que se le queda pequeña la categoría). La posesión agotada por Lleida sin llegar a lanzar con 87-49 en el marcador fue el mejor ejemplo.
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Su sobresaliente respuesta tras cuatro jornadas supone la mejor noticia antes de visitar dos pistas de extrema dificultad como las de Estudiantes y Coruña.
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