La precisión le gana el pulso al músculo y el derbi se va a Palencia

Los dos modelos tienen su peso y argumentos razonables como defensa, pero también presentan sus matices que les hacen fácilmente rebatibles.

En esta Copa de Castilla y León, y en un periodo de preparación en el que solo el que gana le da valor a la victoria, las cartas ya empiezan a mostrarse boca arriba, confirmando al espectador lo que se barruntaba cuando se supo la configuración de plantillas. El derbi entre Palencia y Valladolid dejó alguna que otra pista. Desde luego muchas más entre los visitantes -esta vez locales en el marcador-, y en un equipo diseñado de fuera adentro que tiene en la precisión la mejor de sus armas.

Y eso, en un deporte de precisión, ya es mucho decir.

En la otra orilla se ha fiado casi todo al músculo, y ese riesgo que se asume puede encontrar respuesta a largo plazo pero te ancla mientras no asome. Al menos en estos primeros pasos de preparación no ha asomado todavía, y esto condiciona sobremanera al equipo de Paco García, que ni exhibe fuerza ni precisión y no es capaz de agarrarse a los partidos por otras vías.

El segundo derbi autonómico de la pretemporada -el primero lo ganó el Pucela Basket al San Pablo Burgos en Torrelavega- comenzó con más ritmo de lo esperado y con un Zunder Palencia mucho más fino en lo físico y ensamblado en lo táctico. Tal y como ha venido repitiendo en su preparación, el Pucela Basket dejó que el primer cuarto se fuera por el desagüe y solo se enchufó al partido cuando el partido le dio el primer aviso (24-10, minuto 9). El despertador lo hicieron sonar tres triples consecutivos de Germán Martínez y Manuel Rodríguez como máximo exponente del perímetro que este año ha conseguido armar Pedro Rivero en Palencia. En el aire queda la duda de si terminará habiendo conflicto de intereses en un juego con un solo balón y jugadores con galones acostumbrados a gastar tiros como Wintering, Devin Smith y Kamba -con Germán Martínez y Manuel Rodríguez en segunda oleada-.

Ese parece ser el plan A y en Valladolid se agarró a él en todo momento, poniendo un bloqueo tras otro para que sus tiradores se encargaran del resto. Si tres triples dieron el aviso y abrieron brecha en el primer cuarto, cuatro más (dos de Kamba y dos más de Devin Smith) mantuvieron a cierta distancia la reacción local. Un porcentaje más que aceptable desde la línea de 6,75 (6/11) sirvió para mantener la renta y el control del timing al descanso (40-32).

En realidad fue en ese arco donde se movió el partido. En él se supo mover como pez en el agua Palencia hasta alcanzar una máxima de 16 puntos (56-40, minuto 26), y bajo él naufragó el Real Valladolid Baloncesto, agarrotado de piernas atrás a la hora de puntear a los tiradores pero desde luego también de brazos cuando le toca finalizar en pista contraria.

Hasta que no afine -y apunta larga la travesía- debe agarrarse a su fe en defensa, y a ella se abrazó casi de forma desesperada en el último cuarto para tratar de voltear un derbi que le dio la espalda durante demasiados minutos. Sí le dio esa fe para ganarse un último comodín (62-58, minuto 37), el del público, pero la línea le volvió a dar esquinazo. Dejó a su rival siete minutos sin anotar, pero la manta no le dio para tapar sus carencias con el balón en la mano. Triple fallado por Belemene, dos pérdidas incomprensibles, nuevo error de Gantt desde el arco y el derbi camino de Palencia.

Mientras la pretemporada sonríe a los de Pedro Rivero, solo una derrota ante Estudiantes, el camino para los de Paco García es empedrado con cuatro derrotas en cinco encuentros que confirman el retraso que sufre su preparación.