![Maj Kovacevic, el mejor en lo blanquivioleta, se lamenta tras fallar una canasta.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/04/20/kovacevic-kcn-U2102153716311EvG-1200x840@El%20Norte.jpg)
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«El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana...». Así comienza 'Crónica de una muerte anunciada' de Gabriel García Márquez, en el que el mérito es leerse la novela sabiendo el final... Algo así ocurre con el UEMC Real Valladolid Baloncesto, con el que el desenlace está más que escrito antes de que el electrónico eche a andar.
UEMC Real Valladolid
Jaan Puidet (7), Maj Kovacevic (22), Romaric Belemene (2), Sergio de la Fuente (10), Lotanna Nwogbo (9) -quinteto inicial-. También jugaron: Juan Lambás (0), Juan García-Abril (2), Lucas N'Guessan (9), Herve Kabasele (0) y Jaime Fernández (2).
63
-
94
Grupo Ureta Tizona Burgos
Caio Pacheco (6), Joe Cremo (9), Rodrigo Seoane (13), Arnau Parrado (13), Abdou Thiam (10) -quinteto inicial-. También jugaron: Ramón Vilà (2), Mario Saint-Supéry (13), Sergi Huguet (3), Garmine Kande (10), Jacobo Díaz (6), Gerard Jofresa (8) y Ayoze Alonso (1).
Parciales: 12-17, 16-19, 24-32, 11-26 (63-94 final).
Árbitros: Checa Nebot, Martínez Prada y Caamaño Muñoz.
Incidencias: Partido correspondiente a la trigesimoprimera jornada de la liga LEB Oro, disputado en el Polideportivo Pisuerga el sábado 19 de abril de 2024 ante cerca de 3100 espectadores.
Que sí, que es un juego... Que puede ocurrir de todo, pero será en otros deportes –que se lo digan a los del balón de cuero y al Manchester City– y, desde luego, no en una competición profesional, como lo es la LEB Oro. Las piedras que lleva en el zurrón el equipo blanquivioleta son demasiado pesadas para competir contra una plantilla de primer nivel, y más todavía cuando el rival, en este caso el Grupo Ureta Tizona Burgos, lucha por ascender de forma directa a la Liga ACB.
Demasiado para jugar sin bases, con parches, sin tu mejor anotador y, para colmo de males, desconectar por adelantado, o bajar los brazos antes de tiempo. El mensaje tampoco ayuda [«¿Qué voy a hacer? ¿mentir?», defendía ayer el técnico, Paco García].
Con estos mimbres, todo lo que sea una derrota ajustada se antoja una victoria. Pero no desde luego perder por más de treinta puntos (63-94), y con la sensación de que el partido es un mero trámite. Otro trago amargo del que apenas se puede extraer nada pensando en un futuro 'play off' que incluso podría ser ante el propio Tizona. Poco podrá sacar Paco García de lo de ayer, bueno sí, que el equipo está para hacer horas extras desde la línea de tiros libres –ahí no hay excusas que valga–, con un porcentaje dantesco del 50%, con 18 de 36 encestados. O que los burgaleses tienen una presión demoniaca a toda la cancha, que habrá que ver si son capaces de repetir con los Mike Torres, Schmidt... Con Puidet o el canterano Juan Lambás, fueron los abusos de la clase, forzando pérdida tras pérdida, con un debe también en los blanquivioleta de algo más de carácter, con pases a veces al tuntún, con la cabeza gacha y esperando que le cayese a alguno de rayas...
El inicio fue un espejismo, fruto del acople de ambos equipos a la cancha. Del 6-4 inicial, se pasó al cierre del primer cuarto con un 12-17, que por lo menos mantenía el partido abierto, con Lottana, en el papel de Lottana en el último mes, dominando en la pintura.
El segundo periodo también estuvo más igualado, con los visitantes tratando de irse en el electrónico, y los blanquivioleta sujetando la diferencia, para que no fuese de más de diez puntos. Se logró, pero tras el descanso, en apenas un minuto el Tizona se había ido ya de quince, y para colmo de males, los árbitros, con dos técnicas a los blanquivioleta, terminaron de dar la puntilla a los locales, desesperados ante la enésima piedra en su particular desierto.
El final estaba escrito, pero su forma no, y salvo Maj Kovacevic, el equipo se diluyó sin un ápice de carácter, también desdibujado ya en el rebote, con los jugadores burgaleses campando a sus anchas debajo del aro local.
Estaba escrito, y no hubo sorpresa. Al Real Valladolid le iban a matar... Al igual que a Santiago a Nasar, pero ¡ay la forma!
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