
No estaba previsto que jugara en Melilla. De hecho su técnico, Paco García, llegó a asegurar en la previa que había preparado el partido en Melilla sin el concurso de Kevin Allen después de una auténtica aventura durante la semana para resolver el papeleo que suponía salir desde Estados Unidos, tramitar su pasaporte y enlazar con el primer vuelo que le llevara hasta Madrid. Pues bien, esos primeros trámites no quedaron resueltos, y el jugador no pudo incorporarse al resto de compañeros para realizar al menos un entrenamientos antes de afrintar la séptima jornada de la Liga LEB Oro.
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Los movimientos y múltiples llamadas cruzadas entre el club y el consulado se encaminaron entonces a que Kevin estuviera al menos sentado en el banquillo para estar a disposición del técnico en el pabellón Javier Imbroda de la Ciudad Autónoma de Melilla. Un objetivo que se antojaba factible, toda vez que solo debía recoger su visado y desplazarse hasta el aeropuerto para tomar asiento en el avión que le debía llevar a Madrid. ¿Qué pasó, entonces? El funcionario de turno, según la versión aportada desde el club, decidió motu proprio enviar el pasaporte por correo postal al domicilio del jugador, en Detroit.
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De este modo la aventura se complicaba un poco más, con el pívot americano esperando a la puerta de casa la llegada del documento. Este llegó finalmente y el jugador, mochila al hombro, no perdió tiempo y se fue rápidamente al aeropuerto de Detroit para tomar el primer vuelo con destino Madrid, y transbordo previo en París. Cambio de avión y llegada a la capital de España, ya entrada la tarde del sábado, sin tiempo ni posibilidad para coger el último vuelo a Melilla. Esto obligó a Kevin Allen a hacer noche en un hotel de Barajas próximo al aeropuerto y madrugar para subirse al primer avión y aterrizar en Melilla a las nueve de la mañana, tres horas antes del encuentro.
Desde el hotel de la expedición, desayuno suave, mochila al hombro y camino del pabellón Javier Imbroda para, 8.400 kilómetros después protagonizando una auténtica odisea (Detroit-París-Madrid y noche en Barajas), entrar en cancha en el último minuto del primer cuarto por orden de Paco García... y anotar los cinco primeros tiros que intentó (acabó como el jugador mejor valorado con 16 puntos y 9 rebotes).
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