Lolo Encinas, entrenador del Real Valladolid Baloncesto

«Si no damos un plus en correr y en intensidad, los kilos de los rivales nos van a sacar del campo»

Una vuelta al calcetín que requiere de un proceso sin apenas margen de tiempo. La nueva Primera FEB se inicia el próximo sábado en Alicante, y Lorenzo Encinas (Donostia, 1974) se afana en acortar tiempos para cambiar ese chip e instalar su ideario.

A Encinas, que jugaba de lateral derecho en la arena de la Concha –35 años de socio de la Real Sociedad–, la afición por el baloncesto le entró en vena por su padre, pero no fue hasta 2007 cuando una llamada de Pablo Laso le cambió la vida. Ese día dejó de enlatar mejillones y pimientos rellenos para enrolarse en el baloncesto profesional.

–Un futbolero entrenando a basket, ¿cómo se explica?

–Soy muy futbolero, todo el mundo sabe que soy de la Real Sociedad desde la cuna, pero mi padre lo ha sido casi todo en el baloncesto, árbitro, directivo, delegado de campo, y me metió el gusanillo desde muy pequeño. Yo no era bueno a fútbol y le acompañaba a él a los partidos de baloncesto ya con 10-11 años.

–Seguro que se identifica con algún entrenador de fútbol...

–Siempre he dicho que a ver quién consigue ser el 'Ferguson del baloncesto'. Y luego, como donostiarra que soy, para mi Alberto Ormaetxea, que nos dio dos ligas, es algo muy grande.

–A usted se le daba mejor la pizarra que la banda derecha y opta por probar con chavales.

–¿Sabes qué pasa? Que yo jugaba en la playa y hacía bastante frío, y en la cancha se estaba mejor. Y luego a mi me gustaba ir a ver a mi padre y fijarme en aspectos del juego. Con 15 años jugaba en el colegio La Salle y me proponen ya entrenar.

–Cambia de balón, y de la cantera pasa a ser delegado.

–Competía en Euskadi y el salto de verdad, todavía estudiando, es como delegado en Askatuak con 20-21 años. Era la primera LEB, me acuerdo, y descendimos contra Tenerife.

–Y como delegado, aprende tanto que da el salto como ayudante.

–Sí. Entrenaba también a niños y un día me animan a hacer ejercicios de tiro con los mayores, y ya empecé a notar que me picaba y tenía buena relación con los jugadores. Después de cinco años empiezo a entrenar al equipo de Guipúzcoa en la Liga Universitaria (LUB).

–Y tanto aprende, que de la noche a la mañana le adjudican el apelativo de 'Lolo' por Lolo Sainz.

–Eso vino muy pronto, con 15 años cuando entrenaba a niños. Un día le digo a mi entrenador que luego iba a entrenar a los niños y me suelta '¿tú quién te crees que eres, Lolo Sainz?' Y aquel 'Lolo, Lolo' se quedó hasta el punto de que mucha gente no sabe que me llamo Lorenzo. ¡Hasta mis padres me llaman Lolo!

–Llega entonces la llamada de Pablo Laso.

–Sí, yo hay una época en la que trabajo repartiendo tuberías con material de fontanería, montando calentadores, y lo de los mejillones y pimientos fue mi último trabajo fuera del baloncesto.

–Cuente, cuénteme...

–Yo hacía mejillones rellenos y pimientos rellenos ocho horas en una fábrica de seis de la mañana a dos de la tarde. Ahí con una cuchara metiéndolos en latas hasta que un día saliendo del trabajo me llama Pablo [Laso]. No le conocía y me convoca a una reunión para decirme que me quiere de ayudante.

–Un cambio radical.

–Aquello me sirvió para darme cuenta de que soy un afortunado como entrenador de baloncesto.

–Sigamos. Aparca el camión y empieza a aprender de gente como el propio Pablo, Porfi, Ponsarnau, Sito Alonso,...

–¡Y a hacer lo que te gusta! Además, he tenido la suerte de tener muchos primeros entrenadores muy buenos que siguen en activo.

–No es cualquier cosa que hable bien de uno Pablo Laso.

–La gente que nos conoce sabe que convertimos nuestra relación profesional en algo personal y ahora es uno de mis mejores amigos.

–Con él tiene en común una amistad con Hugo López, ¿qué consejo le dio cuando supo que venía a Valladolid?

–Es una de las primeras personas a las que llamé porque yo antes no tenía agente, y en esa época mis agentes eran Pablo Laso y Hugo López. Me dijo que no tuviera dudas porque 'vas a ir a un excelente club, a una excelente ciudad y, sobre todo, tiene muy buena gente'.

–Ahora viene de Burgos que es una plaza muy exigente, con mucha más presión que Valladolid sobre el entrenador.

–Bueno, en todos los sitios la hay. Valladolid es una ciudad de baloncesto. Aquí han pasado jugadorazos, hay cultura de basket y la gente sabe cuando se juega bien y cuando no. Aquí se entiende de basket y por eso quiero que el equipo transmita y llegue al público.

–¿Tanto agarrota la presión de tener que subir sí o sí en la pista?

–Mucho. La verdad es que solo puedo hablar cosas buenas de Burgos salvo con una parte de la afición y, sabiendo lo que hay, allí solo les vale ir primeros.

–¿Qué se necesita para ocupar el sitio o vestir el traje del Lleida del curso pasado?

–Es clave hacer equipo. Lleida era una maravilla verles, ¡era como un coche automático!. Y luego hay que tener una pizca de suerte para que los partidos igualados caigan de tu lado porque si caen, te cambia la cabeza.

–Por configuración de plantilla, ¿hay algo que envidiar a la de Lleida del año pasado?

–Pero es que ha subido mucho la liga este año. Por nombres no había seis plantillas como hay ahora. Y de esos seis que todos tenemos en la cabeza, a día de hoy hay uno que ni siquiera va a jugar la 'Final Four'. ¡Y va a ser ya un fracaso! Luego vamos a ver los demás cómo respondemos...

–Hablemos de su estilo. Un baloncesto con mucho ritmo, intensidad, muchas transiciones,... Digamos que está en las antípodas del estilo de Paco García, más pausado y controlado. ¿Ese cambio de chip le cuesta al jugador?

–Lo primero es que Paco creó un estilo para ganar. Ahí dentro nos pagan para ganar y Paco lo consiguió. No sé de estilos, sé que él ganaba. Yo tengo otra forma, más en transición, en llegada, en juego abierto, pero luego lo que quiero es ganar. Y habrá partidos que como no apretemos el culo atrás, con el nivel que hay, no podemos pretender jugar todos los partidos a 85 o 90 puntos. Quiero una identidad defensiva con cinco tíos que trabajen a la vez, y en pretemporada sí hemos visto cosas de esfuerzo de equipo.

–El perfil de Lolo Encinas tampoco es de mano dura y mando en plaza, eso también lo habrá notado el vestuario...

–Bueno, a mi me gusta que el jugador cuando venga vea esa tranquilidad. Porque ellos también hacen lo que les gusta,... ¡y les pagan!. Si no vienes contento... Este deporte va de meterla en un aro, y si tú no estás tranquilo y contento, mal vamos.

–Usted es un enamorado de la línea de tres puntos y en esta plantilla, salvo Wilson, todos van a acabar la temporada con algún triple en su estadística. ¿Eso es una apuesta o un riesgo medido?

–Es un riesgo seguro. Me gusta jugar dinámico y luego cada vez hay menos sitio en la pintura. Entonces, o nos abren el campo que no lo van a hacer, o juegas abierto y haces que los rivales vengan a por ti. ¿Dónde? A la línea de tres. Eso no significa que esto se convierta en un concurso de triples.

–¿Cree que va a echar en falta kilos ahí dentro?

–Pues es posible que sí, pero los kilos valen mucho dinero en esta liga. Así que es verdad que haremos alguna trampa diferente. Castigaremos a esos que tienen más kilos. También te digo que si los míos no corren, van a estar muchos minutos disfrutando del partido conmigo y con Pani [su ayudante] en el banquillo. Porque si no damos el plus en correr y en intensidad, los kilos nos van a sacar del campo.

–Su techo está en 19 victorias en esta liga (19-15 en Guipúzcoa en la 22-23 y 19-8 en Burgos el año pasado hasta su cese), ¿se ve con plantilla para superar ese balance aquí?

–No lo sé, pero hoy seguro. Si no, me vuelvo para Donosti porque soy una mierda de entrenador. Ahora mismo voy a por los 34.

–Respóndame a dos dudas que me rondan por la cabeza y que considero claves esta temporada. Por un lado el papel de Egekeze, primera vez en España, como pareja de Sergio en la posición de '4'.

–Creo que está dando pasos y va a ser una sorpresa porque tiene más cosas que solo el tiro. Yo siempre juego con un '4' muy, muy abierto, y este no lo es. Puede ir al poste bajo y tiene una actividad defensiva que vamos a ver si hay un '4' igual en la liga. Y luego creo que a Sergio le tengo que sacar más porque lo tiene. Es un loco del baloncesto.

–La otra duda es la aportación de Shemar Wilson, 23 años y también nuevo en la liga en su primera experiencia a este lado del charco.

–Tenemos que enseñarle todo y lo bueno es que aprende rápido. Teníamos que hacer una apuesta sí o sí por nuestro nivel presupuestario, y este chaval corre como un animal y tiene una envergadura brutal. Tiene que aprender cuando saltar, pero es un 'rookie' y le va a costar al principio. Ya le he dicho que va a hacer carrera en Europa. No es fácil escuchar a un americano decir que quiere ser el mejor defensor de la competición. El trabajo del club ha sido brutal, trayendo a Atencia como temporero, a Nathan, a Vucetic, que tenía ofertas de equipos superiores,...

–¿Tanto le ha sorprendido la configuración de la plantilla?

–Bueno ya me habían hablado muy bien de Pepe [Catalina], pero el día a día tanto de él como de Quique [Peral]... Yo no lo cambio por ningún director deportivo ni director general de esta liga. Estos dos son los únicos ACB del club. Ninguno más.

–Mójese para terminar y dígame qué plantilla le gusta más, y qué dos ascensos ve en el mes de junio...

–Valladolid y otro, ojalá. Ya nos pondrá la liga donde nos toque pero sin empezar... Luego por plantillas, este año la de Estudiantes me parece mejor para Pedro Rivero. Y la de San Pablo también es más completa que la del año pasado.