El Real Madrid, campeonísimo de la Copa del Rey

El título llega envuelto en trabajo y mérito, logrado con una superioridad insultante, como si los tres partidos frente a Bilbao, Valencia y Málaga no hubieran supuesto apenas esfuerzo. Los tres choques los ha ganado la plantilla blanca con amplitud en el marcador, de forma especial las semifinales y la final.

Y, hasta si me apuran, esa superioridad es sorprendente, no por el potencial del equipo, sino por cómo llegaba a esta fase de la temporada y cómo había comenzado el 2020 para los de Pablo Laso.

El Real Madrid aterrizó en Málaga trémulo, sin sensaciones ganadoras, en mala dinámica de juego y resultados. Pero todo ello desapareció en cuanto pisaron el parqué del Martín Carpena y divisaron de reojo el trofeo de campeón. La exigencia de la ACB y la Euroliga había hecho olvidar los trece triunfos consecutivos en Europa del Madrid antes de navidad, y sus aficionados pendientes de las cuatro derrotas en dos semanas en Euroliga durante enero.

Pero las finales están para ganarlas. Y cuando una plantilla tiene el gen ganador además del potencial y la calidad, todo termina fluyendo. Tres han sido los pilares del Real Madrid en esta copa, dos predecibles y uno al que pocos esperaban, Carroll. El alero norteamericano destapó el tarro de las esencias este fin de semana. Con su esposa y cuatro hijos en España de nuevo recobró la alegría, la confianza y la puntería, para ser determinante en los tres partidos, sobre todo en la final, en la que anotó 20 puntos. Sigue el runrún de que no renovará y marchará al final de temporada camino de su casa a Utah. Llegó en 2011 de la mano de Laso desde Gran Canaria y solo ha hecho que ganar títulos y aportar puntos y soluciones a las jugadas apuradas.

El Facu Campazzo demostró que es determinante en el equipo en el que esté. Merecido MVP, anotador, defensor desquiciante, de los que inyectan potencia y seguridad a sus compañeros, brillante en ataque, tanto a la hora de buscar aro como de hacerlo ver mucho más grande a sus compañeros. Su valoración ha llegado a 22, 31 y 29 créditos en los tres partidos de la fase final. Y el tercer pilar ha sido Tavares, en un momento realmente bueno, dominador en la pintura, con un equipo que juega a su alrededor y que es capaz de terminar acciones ofensivas sin aparente esfuerzo cuando está a centímetros del aro. Atrás, en defensa, inexpugnable, difícilmente mejorable.

Los equipos grandes, de Euroliga, con poco ganan. No le ha hecho falta al Madrid encontrar a Llull, ni a Rudy, ni a Laprovittola. Gran campeón, insultantemente superior.

2.- ¿Interés? Sólo los cuatro partidos de los cuartos de final tuvieron interés por la igualdad y la disputa para el espectador en televisión y en el campo. Las semifinales se resolvieron por +23 para el Madrid frente a Valencia y por +33 de Unicaja frente a Andorra. Y la final la ganó el Madrid por +27. Partidos tan ausentes de disputa hacen perder interés televisivo. Así, las cifras, han sido las peores de los últimos años. Que la Copa del Rey de baloncesto sólo se pueda ver por canales de pago y no en abierto aleja las audiencias de los dos o tres millones de telespectadores de años precedentes. Las cuatro últimas ediciones han sido de pago. La final entre Unicaja y Real Madrid la siguieron 309.000 personas, lejos de los 530.000 del año pasado, cuando se enfrentaron blancos y blaugranas.

Pésimo el Barça en cuartos, cayendo frente a Valencia, con muy mala imagen y discutible dirección desde el banquillo. Aparentaban los de Ponsarnau poder alzarse con el título. Todo lo bien que estuvieron los taronjas en cuartos contra los de Pesic desapareció en la semifinal, desdibujados, irreconocibles, sin el nivel de las últimas seis semanas, intratables en ACB y en Euroliga hasta meterse en puestos de disputa de los cruces por la Final Four.

Y Unicaja de Málaga se coló en la final, aprovechando la benevolencia del sorteo que les puso por el lado más fácil del cuadro, con Zaragoza en cuartos y Andorra en semifinales que se dejó todo en los cuartos frente a Tenerife. Y todo ello sin haber hecho méritos tan siquiera para estar en la disputa por la Copa. La caprichosa norma de clasificar de facto al equipo de la ciudad que organiza la fase final tiene estas cosas, que puedes ser campeón sin haberte clasificado deportivamente. Burgos lamenta esta norma, que era el equipo que había quedado entre los ocho primeros en la primera vuelta de la ACB y tuvo que ver la Copa del Rey por televisión. Esto también influye en las audiencias, aunque a criterio de la ACB, así aseguran buen aspecto de las gradas en cada partido, metiendo por el artículo 33 al anfitrión.

3.- Laso. Muchos expertos en baloncesto dijeron en 2011 aquella frase de «¿pero dónde va el Real Madrid con Pablo Laso de entrenador?» Hoy casi ninguno reconocerá aquella falta de confianza. Nueve años después el Real Madrid tiene 19 títulos más en su vitrina, cinco ligas, seis Copas del Rey, cinco Supercopas, dos Euroligas y una Copa Intercontinental. Han sido 21 finales en 26 participaciones en torneos nacionales, imposible tener más presencia y éxito.

El modelo de Pablo Laso en el Real Madrid está caracterizado por la excelente gestión de un grupo, hecho con mucho dinero para fichar y pagar nóminas, pero luego hay que controlar egos y gallos. Conviven y juegan como un bloque, bajo el carácter de los nacionales, sumando la garra de los argentinos y la aportación y calidad del resto de foráneos. Gestión sobresaliente para un presente fantástico y un futuro prometedor. El segundo título de la temporada también ha sido blanco. Estarán en la pelea por la ACB y la Euroliga a buen seguro.