Hernández Bello: «Scariolo es un líder y un gestor de grupos brillante; cada día se aprende a su lado»

Nadie apostaba por una selección en el podio, ni siquiera favorita en el primer cruce de octavos, y sin embargo los chicos de Scariolo han hecho frotarse los ojos a media España durante las últimas tres semanas. Detrás de ese éxito hay un trabajo extremadamente meticuloso que se inicia mucho antes del mes de agosto cuando queda concentrada la selección. Método FEBlo llaman, y el vallisoletano Javier Hernández Bello, responsable de la preparación física de La Familia lo conoce a la perfección. Lleva años trabajando en selecciones inferiores y los cuatro últimos con la absoluta, con la que ya ha conquistado un Mundial (China) y este Europeo.

–Nos quedamos con el máximo exponente de la pirámide que es la selección absoluta, pero el éxito del baloncesto español radica en el trabajo que se viene haciendo durante años en las categorías inferiores. De hecho este verano ha estado presente en todas las finales de los torneos que ha disputado.

–Así es. En la expedición estos días estaba con nosotros Manolo Aller, que es coordinador de todas las selecciones inferiores, y ha estado viajando todo el verano por todos los campeonatos. El modelo es el mismo desde cadetes, aunque luego haya matices que cambien según la categoría de la que hablemos. Y detrás del éxito hay mucho trabajo, mucho, pero todo parte de dos premisas: compromiso y exigencia. Luego ya viene todo detrás, conceptos táctico-técnicos, preparación física, etc, pero el punto de partida es el compromiso y exigencia máximas que hay por parte de todos los que conforman esta familia.

–Son ingredientes básicos para terminar construyendo un equipo en mayúsculas como se ha visto en este torneo.

–Un grupo se ve cuando vienen mal dadas porque cuando todo viene de cara, todo el mundo quiere estar. Le sucedió a Francia, por ejemplo, cuando se pone abajo. Es un equipo con chispazos como tantas otras selecciones, pero cuando se acerca y le devuelves el golpe no reacciona. En este grupo cuando ha habido que jugar alrededor de las estrellas se ha aceptado, y ahora que que había menos cada uno ha sabido aceptar y desempeñar su rol de forma brillante. El propio Jaime (Fernández), por poner un ejemplo. He estado en muchos campeonatos con él en categorías inferiores y siempre partíamos por debajo y siempre hemos acabado con medalla.

–El de Jaime es un ejemplo, pero el crecimiento que han tenido otros jugadores como Garuba o el mismo Juancho Hernangómez (MVPen la final) ha sorprendido sobremanera.

–(sonríe) Con algunos jugadores ha habido que hacer horas extra, sí. Y Garuba es uno de ellos. Y lo ha entendido perfectamente

–Eso es parte de una planificación, entiendo, en la que todos tenéis una responsabilidad.

–Sí. Cada uno en el equipo de trabajo tiene su parcela y en algunos casos ha habido que trabajar hasta más allá de las tres de la mañana durante el torneo. En mi caso tenía asignados a seis jugadores y te tienes que encargar de todo lo que les afecta.

–¿En qué sentido?

–En este caso llevábamos mucho tiempo sin competir, acostumbrados como estábamos ya a las ventanas, y ha habido que adaptarse, pero básicamente son tres aspectos. Por un lado controlar la carga de entrenamientos y, mediante tecnología GPS, cambiar o modificar el plan en algunos casos. Ahora ya no se lleva como antes la preparación física en grupo porque hay jugadores que vienen con muchos minutos en sus clubes y otros, por ejemplo, de la NBA con poco protagonismo.

–En el resultado final no se han notado diferencias...

–Sabíamos que iban a crecer durante el torneo. Hemos jugado quince partidos contando la preparación y el estímulo competitivo hay que medirlo para tratar de que todos lleguen al máximo a los momentos claves.

–¿Qué papel juega Scariolo en ese proceso?

–Clave. Ayuda mucho en la dosificación de esfuerzos y eso te garantiza un nivel de calidad. Jugadores como Doncic Anteto te hacen 30-32 minutos por partido. No sé si Willy habrá llegado a los 24. La gestión de las cargas competitivas es básica.

–¿Qué más se puede decir de Sergio Scariolo?

–Ama el baloncesto. Es un apasionado y un trabajador incansable. Un líder y un gestor de grupos brillante. Es verdad que hace trabajar mucho, pero reparte muy bien las funciones y da libertad. Lo cierto es que aprendes cada día a su lado. Como ha demostrado sabe adaptarse a todo tipo de grupos porque este no era tan bueno como los anteriores.

–Ni siquiera le tembló la mano con la nacionalización de Lorenzo Brown.

–Te puedo decir que el caso Brown a nivel interno se solucionó en dos minutos. Llegó al hotel, nos dio la mano y en la sesión de fotos ya era uno más. Y días después Rudy lo puso ya a jugar a la pocha. Había bajas y, sinceramente, sin él no sé si nos hubiera dado para ser campeones de Europa.