José Luis Robles, capitán del Fundación Aliados Valladolid
José Luis Robles, capitán del Fundación Aliados Valladolid
«El deporte no lo dejo, ¿eh?», comienza José Luis Robles, como si su epitafio baloncestístico estuviese, solo eso, ligado a la canasta y a nada más. Prueba de ello, es que el capitán del Fundación Aliados Valladolid se despide de su deporte preferido, el que ha marcado su vida –antes y después del accidente de tráfico– con dos raquetas en las manos, una de pádel y otra de tenis. «Del deporte no me quito, por salud física y mental. Además, soy muy competitivo», señala casi de inmediato con una sonrisa.
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Robles (Valladolid, 1982) se ha convertido en un referente del baloncesto adaptado en las últimas veinte temporadas. No solo en su ciudad, de la que no ha querido marcharse nunca pese a haber tenido ofertas, sino también a nivel nacional, donde ha vivido la profesionalización de una práctica a la que llegó tras sufrir un grave accidente de tráfico en agosto de 2002.
Aquella noche volvía a su pueblo junto a otros tres amigos, y el conductor del vehículo perdió el control, con el resultado de que el vallisoletano estuvo diez días en coma, y salió con una lesión medular que le llevó al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Allí, para un joven de veinte años recién cumplidos, el mundo comenzó y acabó en el baloncesto en silla de ruedas, una forma de mejorar el dominio de una desde entonces inseparable compañera: la silla de ruedas. «Para mí, el baloncesto no era nuevo. Enseguida me adapté, porque era el deporte que había prácticado en mi colegio, Lasalle, hasta la categoría sénior», recuerda Robles, quien después de unos meses de rehabilitación, regresó a Valladolid, y entró en la órbita del BSR Valladolid, ahora Fundación Aliados. El club morado era de los más profesionales del país. Estructura, entrenamientos... Un entidad pionera que estaba en casa, y que abrió la puertas al que sería su capitán.
«Me acuerdo mucho de que aunque tenía los conceptos del baloncesto, la silla era complicada... Es un deporte muy duro, y difícil. Terminaba siempre con callos en las manos y me dolían muchísimo», señala. «Me tocó ir sí o sí al gimnasio, porque juegas solo con el tren superior, y eso es muy exigente», reconoce.
Los movimientos, la velocidad, los choques con otras sillas... Era un deporte que comenzó a enganchar a Robles, que terminaría convirtiéndose en internacional con la selección española. «He sido internacional unas veinte veces... La mala suerte es que me quedé en la preselección del Europeo previo a los Juegos de Brasil, y de ahí salío el grupo para los Juegos y sobre la que se formó el equipo para los años sucesivos», indica el base morado.
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El combinado español es una demostración de la trayectoria ascendente del baloncesto en silla a nivel mundial. «Es un deporte profesional, de ahí mi retirada por el nivel de exigencia», valora. «Ahora a España se le exige podio siempre en citas europeas y estar entre los ocho primeros en los Juegos», analiza.
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El balance a nivel de club debe pararse en la temporada 2010-2011. Esa temporada el BSR Valladolid gana la División de Honor en España. «Fue una bomba», destaca. «Llegaron jugadores que nos cambiaron el chip... Es que ellos mismos nos exigían para estar a su nivel. Vino Tristan Knowles, el australiano, para mí el mejor jugador con el que he coincidido, y teníamos que entrenar y entrenar, ir al gimnasio... Los resultados estaban ahí, y nosotros seguimos a jugadores que eran líderes. Estaba Tristan, pero también Dan Highcock y uno de los mejores jugadores de la historia de España, Álex Zarzuela», recuerda.
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La actualidad del equipo, que cierra este fin de semana la Liga en Badalona con el Joventut, para por una época de transición con respecto a clubes con mucho más presupuesto. Aún así, los morados son uno de los históricos en una competición que se ha abierto y no tiene un solo dominador. «Ya no está solo el ONCE Sevilla de cuando yo empecé, o el Ilunion Madrid... Está Albacete, Bilbao, Murcia...», indica en relación a la que considera «la mejor liga del mundo en nuestro deporte».
«Todo los jugadores son atletas, y los mejores baloncestistas vienen a España, por eso es el momento de dedicar más tiempo a mi familia, y optar por otros deportes que no me exijan tanto tiempo, con viajes, entrenamientos, pero ahí seguiré de cerca», concluye con una sonrisa.
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