El orden interno del CBC Valladolid

Y en ese punto está el CBC Valladolid o Real Valladolid BAloncesto, como prefieran. En la encrucijada de crecer o quedarse, de formar una estructura propia de un líder o en la de dejar pasar el tiempo lamentándose y lamiéndose las heridas. Un cruce de caminos delicado, ciertamente. Tomar la primera ruta, la de crear una estructura fuerte, equilibrada y engrasada, lleva trabajo y decisiones delicadas, dolorosas y desagradables. La segunda vía es cómoda, supone afianzar lo que se ha logrado para dar la sensación de que se avanza aunque no se progrese.

El CBCV es un club modélico en sus cuentas y en la gestión. Con muy poco, pero con muchísimo esfuerzo, ha llegado a rozar la gloria de llegar a lo más alto. La eficiencia y la eficacia de la estructura que preside Mike Hansen debería estudiarse en las escuelas empresariales. Sin embargo, esa modélica estructura ha llegado al punto en que necesita un diente más en el piñón para evitar que colapse. Al club empieza a no valerle con lo que tiene. No porque no sirva, sino porque es insuficiente. Un motor puedes revolucionarlo, pero si no le cambias la marcha acabas por griparlo. Y el propulsor del CBCVempieza a dar claros síntomas de llevar tiempo con exceso de revoluciones.

Un club que aspira a llegar a la élite no puede darse lujos que impliquen más desgaste del necesario. No puede permitirse tener a personas vitales perdidas en labores de intendencia que no les corresponden, o a cargos destinados a tirar del carro subidos en el pescante viendo la vida pasar y comentando la jugada con los amigos. Situaciones así acaban con los proyectos en menos de lo que se tarda en hacer el diagnóstico.