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Dos formas hay de entender la crisis del coronavirus si nos ponemos el chándal. Si tu deporte es el fútbol puedes hacer acopio de palomitas para no perderte ninguno de los capítulos que, día sí y día también, protagonizan los gerifaltes de la industria del balompié. Sin embargo si lo tuyo es el baloncesto, la espera se te va a hacer muy larga –y el cargamento de palomitas corto– si quieres escuchar una decisión mínimamente sensata.
En los despachos no están para sus deportistas, confinados estos como están con la doble incertidumbre de no saber qué va a pasar con el presente y también el futuro de la competición. Si aumentar la carga en casa o echarse en brazos del sofá.
En el caso de Dani Astilleros (Valladolid, 1995) y el del CBC Valladolid hay un freno añadido. La LEB Oro no conocerá su destino mientras la ACB no se pronuncie. «No puedes hacer mucho más. Por salud mi decisión es que se termimara tal cual está y que hubiera ascensos y descensos», apunta el canterano, cosnciente de lo complejo del momento que se atraviesa y también muy seguro de que jugar sin aficionados no tendría mucho sentido. «Yo no lo veo normal. El club se mueve por sus aficionados. Además si se decide jugar habría que ver como está cada cuerpo porque ya no solo es que cada uno sea distinto y reaccione de una forma, es que ahora estás haciendo ejercicio para mantener un poco la forma pero no es lo mismo que entrenar. Si se vuelve sin un periodo de pretemporada igual alguno puede partirse a las primeras de cambio», comenta Astilleros.
Dani está pasando el confinamiento en Zaratán, con sus altibajos pero también con una preocupación añadida. Si en cada casa hay una circunstancia y un temor especial, en la del jugador del Carramimbre se une la inquietud de convivir con una enfermera, su pareja Sara, y el riesgo que asume a diario por tener muy cerca al maldito virus.
Mientras ella sale a trabajar, él intenta desconectar en el pequeño gimnasio que se ha instalado en una de las habitaciones. «Tengo un conjunto de pesas y unas gomas elásticas, y luego están los ejercicios de cardio que nos envía el preparador físico del club. Haciendo comba y subiendo y bajando escaleras lo complemento», explica el escolta, que no puede ocultar la rabia generalizada que deja una tercera lectura de toda esta situación. «Este año se estaba jugando muy bien, se había hecho un muy buen equipo, deportiva y humanamente, y la gente tenía mucha ilusión y había empezado a soñar en poder volver a la ACB».
Sin una solución concreta ni definitiva, lo que sí parece asegurado son las ofertas que recibirán buena parte de los jugadores que han aumentado el nivel y se han revalorizado. «Nunca se sabe pero ojalá podamos volver a encontrarnos en el camino porque, además de buenos jugadores, son muy buenas personas y muy humildes», comenta, inquieto. Por su situación personal. Por la del club y también por la de una competición que quedará «muy tocada».
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