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Cuando el sol cae y la noche emerge, en el firmamento se pueden contemplar estrellas que brillan con más intensidad que otras; destacan entre la multitud de puntos blancos del cielo oscuro. Pues bien, Juan Rodríguez Neri (2005) es una de esas estrellas que resplandecen con fuerza en el baloncesto colegial vallisoletano. Jugar con jugadores más mayores y ser el joven de cuatro hermanos dotó al base de 18 años de madurez y firmeza desde bien pequeño.
Antes de aterrizar en Illinois, en Estados Unidos, Juan se formó en el equipo de su colegio, Nuestra Señora de Lourdes. En infantiles, decidió cambiar de aires y enfundarse la camiseta naranja del San Agustín, donde coincidió con el actual canterano del Valencia Basket y prometedor Sergio de Larrea. Ya en cadetes, y de la mano de Carlos Raúl Martínez, llegó a la cantera del Real Valladolid.
El último año como estudiante de Bachillerato fue emotivo. El Lourdes revalidó el título en la Copa Colegial y Juan se consagró como el mejor jugador de aquel torneo en 2023. Aquel ambiente mágico con las gradas pobladas siempre las recordará. Pero tocaba subir un nuevo escalón de la vida, la vida universitaria deparaba nuevos retos.
En agosto de 2023, Juan decidió luchar por aquello que tanto le hace feliz: el baloncesto. No dudó en hacer la maleta y cruzar el charco. Aterrizó en Chicago Heights, en el estado de Illinois, para cursar sus estudios de fisioterapia y defender los colores del Prairie State College. «Lo más común es irte a Estados Unidos con una beca para jugar al 'soccer' (fútbol); ir para jugar al baloncesto es más complicado, porque el nivel es más alto que en España. Hablé con una agencia y me comentaron que, si iba, sería el primer chico en ir bajo su gestión», señala.
«Me dijeron que la mejor opción era jugar en la NJCAA (National Junior College Athletic Association durante los dos primeros años de la universidad para ir adquiriendo habilidades y así dar el salto a la NCAA (National Collegiate Athletic Association)», sostiene. La ambición de Juan le llevaba por querer dar el salto a la NCAA, una organización en la que están inscritas más de 1.000 universidades, divididas en tres divisiones dependiendo del nivel deportivo y académico, con la posibilidad de ser reclutado en el Draft, pero a la cima no se llega dando tres pasos.
«Me dijeron que la mejor opción era jugar en la NJCAA (National Junior College Athletic Association) durante los dos primeros años de la universidad para ir adquiriendo habilidades y así dar el salto a la NCAA (National Collegiate Athletic Association)», sostiene. La ambición de Juan le llevaba por querer dar el salto a la NCAA, una organización en la que están inscritas más de 1.000 universidades, divididas en tres divisiones dependiendo del nivel deportivo y académico, con la posibilidad de ser reclutado en el Draft, pero a la cima no se llega dando tres pasos.
Las diferencias que encontró entre el baloncesto americano y español fueron múltiples. «Es más individual y físico. Los jugadores son muy altos, con una gran masa muscular; es como si jugara en LEB Plata o LEB Oro de España», confiesa el joven base de 18 años. Uno de los aspectos que más le llamó la atención fue la prioridad que se da en Estados Unidos al deporte, donde los estudios se compaginan con la práctica del baloncesto sin sentirse apurado. «Teníamos tres horas de clase por la mañana y luego nos quedábamos a comer en la universidad para, posteriormente, entrenar durante dos o tres horas durante todos los días a la semana. La NJCAA es una liga muy intensa, porque desde noviembre hasta marzo juegas más de 30 partidos; es decir, cada semana jugábamos tres partidos y entrenábamos las horas que le apetecía al entrenador», dice recordando la intensidad de cada jornada.
La temporada regular concluyó con el Prairie State College disputando los 'play-off', aunque una lesión en el tobillo impidió al vallisoletano disputar aquel trascendental encuentro. Todo se enturbió. «En la primera ronda nos tocó el campeón nacional del año pasado, además los jugadores del equipo más altos no jugaron porque no pasaron los límites académicos establecidos».
La mejor manera para contar todas esas vivencias es compartirlas en persona, por lo que, a mediados de marzo, Juan decidió regresar a España para volver a encontrarse con su familia. Aunque hay varios asuntos que sobrevuelan su cabeza. «Quería luchar por jugar en la NCAA, ya que tenía ofertas de División II, pero necesitaría estar otro año en la Junior College para conseguir ciertos créditos de asignaturas. Además, mi idea era estudiar enfermería, y no fisioterapia, como lo hice en EEUU. Me quedo con la experiencia, porque he aprendido un nuevo idioma, una nueva cultura y ver el baloncesto de otra forma. No descarto nada, pero ahora mi idea es encontrar un equipo de LEB Plata o Liga EBA aquí en España», señala. Con todo, lo que nunca imaginó fue disfrutar de lo que más le gusta a miles de kilómetros de España. Seguía la NBA a través de las redes sociales, pero jamás pensó en vivir el baloncesto estadounidense en primera persona. De vuelta a España toca hacer balance, pero lo vivido en la cancha siempre le perdurará.
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