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Delibes, escribiendo en una de las fotografías de gran formato. Henar Sastre

Un viaje por el universo Delibes salpicado de sorpresas

Una crítica de Laforet, su contrato de traductor de Doctor Zhivago, la mesa de trabajo o su primera máquina destacan en la exposición

Martes, 22 de diciembre 2020, 07:16

Lo pedagógico, lo curioso, lo inevitable y lo inesperado de la vida y figura de Miguel Delibes se dan cita desde ayer en la sala de exposiciones de La Pasión. Llegada a Valladolid tras dos meses en la Biblioteca Nacional, la exposición es una excelente ocasión para reencontrarse con un viejo amigo, alguien de la familia que nos abandonó hace diez años y que ahora revive en cierto modo.

La exposición está organizada en tres salas. La primera, que ocupa la nave central inferior del complejo, gira en torno a la dimensión más humana y personal del escritor. La segunda celebra su dimensión más mítica, aquella que le ha sido concedida por el paso del tiempo y el aprecio infatigable de sus lectores. Y lo hace en el mejor lugar posible, en la antigua sacristía de la iglesia. En este espacio, casi desnudo de decoración y presidido por la mesa de trabajo del escritor, colocada en el centro cual altar, es posible ver los manuscritos originales de seis de sus obras más conocidas, y escucharlos en la voz del actor José Sacristán. Por la grabación van desfilando las primeras páginas de El Camino, Las ratas, Cinco horas con Mario, El hereje, Los santos inocentes y El Príncipe destronado.

La tercera parte, ya en la segunda planta del edificio, está dedicada al Delibes 'profesional'. Aquí vuelven a aparecer sus libros, pero vistos desde su dimensión más literaria. Y nos encontramos también con sus amistades entre el gremio de escritores, así como las adaptaciones de sus obras al teatro o al cine, su faceta de periodista, con su decisiva contribución al Grupo del Norte, o las traducciones de sus obras a 35 lenguas distintas. Lógicamente, se producen entrecruzamientos entre las distintas secciones, pero la mirada poliédrica que nos ofrece la exposición sobre el creador vallisoletano nos deja satisfechos.

Galería.

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Galería. Ramón Gómez

El visitante encontrará fundamentalmente tres categorías de realidades materiales en la exposición. Por un lado, contemplará una relevante selección de fotografías de gran tamaño, y retratos pictóricos originales, que van puntuando el recorrido. Entre las fotos resalta aquella, tan doméstica, en la que se ve al escritor lanzándose a la piscina a estilo bomba. Y entre las pinturas es obligado citar dos: el célebre retrato de John Ulbricht que Delibes tenía en su despacho y que es posible reconocer en muchas fotos suyas, y también el Retrato de Ángeles de Castro, de Eduardo García Benito, que inspiró el título de la novela que el escritor dedicó a su mujer: 'Señora de rojo sobre fondo gris».

El segundo grupo de objetos están aglutinados en vitrinas, que son el núcleo principal de la exposición. En ellas es posible ver desde primeras ediciones de libros, manuscritos originales, recortes periodísticos relativos a acontecimientos relevantes -por ejemplo una laudatoria crítica de 'La sombra del ciprés es alargada' a cargo de Carmen Laforet- cartas de amigos escritores celebrando sus novelas, o de su editor, comentando problemas con la censura como los sufridos por El Príncipe destronado. También algunos objetos singulares como la primera máquina de escribir de escritor que le regaló su mujer antes del hallazgo de su vocación literaria, o los prismáticos que usaba en sus partidas de caza, o para la observación ornitológica, dos de sus aficiones.

Finalmente, encontrará el visitante una colección de carteles informativos, concisos pero esenciales, de dos tipos: unos narrativos describen la vida del escritor, o aportan información relevante; los otros, con una tipología diferente, recogen citas del propio Delibes alusivas a los distintos temas que salpican cada tramo del recorrido, hasta llegar a la cita final, que puede verse como un autorretrato: «He sido fiel a un periódico, a una novia, a unos amigos, a todo con lo que me he sentido bien. He sido fiel a mi pasión periodística, a la caza… Lo mismo que hacía de chico lo he hecho de mayor, con mayor perfeccionamiento, con mayor sensibilidad, con mayor mala leche. Siempre he hecho lo mismo».

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