La impronta de Miguel en sus paisanos

«Mi padre no sabía ni beber agua en casa, había que decirle donde estaba el vaso y el grifo. Ya era mayor y no queríamos que renovase el carné de conducir. Cual no sería mi sorpresa cuando viene un día con él renovado. Me contó que fue a Tráfico, vio que la gente miraba una pantalla de televisión, no entendió nada pero una señora que le reconoció le cedió su turno», explicó Elisa Delibes. Aquella mujer era Filomena de la Cuesta, con la que se ha reencontrado gracias al libro 'Así conocí a Delibes', editado por el servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Valladolid que dirige Paz Altés.

Gestado durante la pandemia, recoge un centenar de testimonios de ciudadanos anónimos y conocidos que cuentan su relación con el escritor en el centenario de su nacimiento. Hace diez años se plasmaron las condolencias en el libro 'Adiós paisano' y una década después llega este capítulo añadido a la biografía del autor de 'El camino'. Por cierto, esta es la novela más citada por sus lectores, seguida por 'La sombra del ciprés es alargada', 'Las ratas', 'El hereje' y 'Señora de rojo sobre fondo gris'. Aunque para el historiador Celso Almuiña su novela más preciada sea 'Las guerras de nuestro antepasados', escribe quien convivió con Delibes en El Norte de Castilla.

Varios son los periodistas que hablan de su primera vez frente a quien ya era un célebre escritor: Carlos Blanco, Carlos Aganzo o Tomás García Yebra. Pero si algo demuestran los testimonios de 'Así conocí a Delibes' es que la celebridad tiene una ventaja mucho más práctica. Elisa Delibes recordó cómo otro ciudadano le ayudó en la oficina del padrón municipal: «Mi padre no sabía qué poner, le explicó que tenía tres hijos viviendo con él pero no sabía si iban o venían. También habitaba yo el piso de encima y desconocía si estaba empadronada en la misma casa. Estoy muy agradecida por esta iniciativa que me ha vuelto a poner en contacto con gentes que conocimos».

El Delibes paseante por el Campo Grande es el más mencionado, pero también el ciudadano que en una mudanza se extrañó de que el mozo colocara bien los libros de filosofía hasta el punto de preguntarle si le gustaba. Santiago de la Fuente, el aludido, le explicó que era licenciado en Filosofía y que con ese trabajo quería ganar un dinero para ir a ver a su novia a León. El Delibes padre llevó a dos de sus hijas al hospital de Burgos, el más próximo a Sedano, para dar a luz a dos de sus nietos veraniegos. El Delibes cinéfilo terminó hablando de Fellini con Carlos Burguillo tras la película que vio en el Groucho, porque al encenderse las luces este soltó un espontáneo «coño Delibes». En todos los casos y en muchos más, el escritor obsequió a los interlocutores con sus libros firmados.

Delibes ha sido autor de iniciación para muchos lectores, ha logrado la devoción de familias enteras y para seguidoras como Pilar Bover «el autor que más feliz me ha hecho: tierno en la desolación más absoluta y con una visión siempre esperanzada del ser humano».

Tomás Martín, director de la compañía teatral La Quimera de Plástico, refirió un viaje por Castilla en los ochenta con Tete Montoliu, «un catalán muy catalán». «Comprobé que Tete conocía bien nuestra tierra, me describió el cielo, los colores, el paisaje. ¿Cómo un ciego de nacimiento podía ver y sentir así el paisaje?», se preguntó Tomás. «Era un lector infatigable de Delibes, había leído todas sus obras y encargaba una traducción al braille de las nuevas que iban apareciendo. ¡Qué poder de sugerencia, de evocación, de emoción tiene la literatura de Delibes!».

Darío Villanueva, ex director de la RAE, participó telefónicamente en la presentación, para aportar su anécdota con Delibes. «Fui su telonero durante un ciclo de conferencias por los Países Bajos. Nos encontramos en Amsterdam, yo había ido en avión y él, con su hija y su yerno, en coche. En cuanto me vio me preguntó por qué había hecho el Real Valladolid». Y así hasta un centenar de recuerdos de sus paisanos, de Valladolid y del resto de España.