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Atención cuidada, ambiente tranquilo y decoración taurina dan la bienvenida al comensal en la sala comedor del restaurante Puerta Grande. Ubicado en la Plaza Mayor del municipio vallisoletano de Alaejos, los amplios ventanales del salón ofrecen una envidiable vista a la Iglesia Parroquial de San ... Pedro del siglo XVI, declarada Monumento Histórico Artístico. Pero si llamativa es la panorámica no lo es menos lo que se encuentra en el plato.
Especializados en cocina casera tradicional desde que abrieran sus puertas en el año 2007, sus propietarios Jesús Santana y Santiago Lucas no han cejado en su empeño de ofrecer calidad a un precio ajustado. Y después de trece años pueden decir que les ha dado resultado. «Es increíble porque la gente ha seguido viniendo a por nuestros platos», explica Santiago refiriéndose a la situación vivida desde la aparición de la pandemia por Covid 19 en el mes de marzo. Los encargos para recoger en el establecimiento se mantienen «mucha gente todavía no se atreve a venir», apunta Jesús Santana.
Pero haciendo balance de los meses de verano reconocen que en el medio rural no lo han notado tanto, «aquí los veraneantes, los del pueblo y alrededores han seguido viniendo. Así que no nos podemos quejar», comentan. Parte importante de su éxito reside por supuesto en los fogones, las cocineras Carmen Ojeda y Alicia Aguado se encargan de que todo salga a pedir de boca. Entre las especialidades de la casa destaca el guiso de gallo de corral, «gallo autóctono del pueblo, criado entre seis y siete meses en corral y cocinado al estilo tradicional con verduras», explica Santiago a lo que Jesús añade, «se parece al turresilano pero sin meter almendras o fruto seco».
Pero también es muy solicitado el cochinillo, «siempre cochinillo blanco no pasa de los 5 kilos y el asado se hace el momento», insisten. De hecho, lo incorporan también al menú diario, eso sí, con un leve incremento del precio que pasa de los doce euros de lunes a viernes a dieciocho, si se opta por esta carne. En cuanto al lechazo, éste es siempre por encargo, «pero en carta tenemos paleta de lechazo». Merecen también mención los postres caseros, arroz con leche, natillas y tarta de queso.
El establecimiento cuenta con habitaciones así que le ha servido también para diversificar el negocio. «Otros años portugueses que trabajan en Francia paraban aquí a hospedarse y comer, los vemos de año en año y es muy grato saber que nos escogen como lugar para descansar y recuperar fuerzas», apuntan. Reconocen que su trabajo es vocacional, Santiago comenzó con dieciséis años y Jesús con dieciocho «y muy sacrificado, en trece años no hemos cerrado ni un día, con la excepción del confinamiento», concluyen.
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