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Fran Jiménez
En ruta por la Tierra del Vino

En ruta por la Tierra del Vino

Las bodegas protagonizan un intenso recorrido gastronómico por esta comarca zamorana

Carlos Aganzo

Valladolid

Viernes, 28 de febrero 2020, 18:18

Tiene aires de Roma. Y paisaje puramente mesetario, entre cepas, sotos, pinarejos y llanuras que esperan el paso del perdigón. La Tierra del Vino, al sur de la provincia de Zamora, suma una decena de bodegas a repartir entre medio centenar de localidades. Unas apellidadas con el Vino y otras no. Pero todas con la misma impronta. El tempranillo, con toques de malvasía y moscatel, es su seña de identidad. De Morales del Vino a El Cubo de Tierra del Vino hay apenas 23 kilómetros. Pero muchos caminos por descubrir.

Dicen que Pontejos, pedanía de Morales, es el pueblo más viejo de la comarca. En cualquier caso, sus choperas y alamedas contrastan con la escasez de árboles de la zona. En Morales del Vino, las piedras de la iglesia de la Asunción compiten con las de las viejas casas blasonadas, en arenisca anaranjada, que dan testimonio de la antigua raigambre del enclave. También con las viviendas populares en barro, adobe y salmantina piedra de mollar. Y, por supuesto, con la bodegas, cuyos respiraderos siguen asomándose a pie de calle para dar testimonio de todo ese mundo subterráneo donde el vino ha tenido su crianza a lo largo de los siglos. Para acompañar al vino, por aquí lo mismo sirve pedir un lechazo que una chuleta de ternera de Aliste. O que un bacalao, tan secularmente socorrido en las tierras de pan. Aunque tal vez lo más indicado sea un buen queso, ya que en Morales se ubica alguna de las mejores marcas del extraordinario queso zamorano.

Garbanzos todo el año

¿Es necesario abandonar la Tierra del Vino para degustar los célebres garbanzos de Fuentesaúco? Pues no. La ternura de esta legumbre de la comarca de La Guareña va mucho más allá de los límites de su indicación geográfica protegida. En cualquiera de los hitos de esta ruta el garbanzo es un gran amigo de la buena cuchara. Y de la salud.

Además, se puede degustar en cualquier época del año. Ahora, desde luego, en forma de potaje, con patatas y espinacas. O de cocido zamorano, que se parece al gallego y al maragato y que en algunos lugares cuenta con ingredientes propios, como el arroz o las judías blancas. Pero si el frío aprieta, tan adecuados son potaje y cocido como una humilde sopa de garbanzos, que pide poco más que un buen caldo, aceite y sal. Y el tino del cocinero con las proporciones. Y en verano, la ensalada de garbanzos, que se acompaña de maravilla con queso fresco. Hay donde elegir.

Desde aquí se puede elegir entre ampliar la marcha abriendo el abanico hacia el este, hacia Moraleja del Vino, o abordar el camino de Corrales desviándose por El Perdigón. En el primer caso nos espera un ameno caserío, presidido por su bella iglesia parroquial del siglo XVI. En el segundo, un montón de bodegas subterráneas, en muchas de las cuales es posible degustar todavía vinos de elaboración casera. Ora et labora.

El siguiente hito es Corrales del Vino, que adquirió el apellido de la comarca en el año 2010. Aquí la originalidad está en sus casas del siglo XVIII. Y, por supuesto, en sus bodegas, muchas de ellas primorosamente labradas en el subsuelo. Corrales sabe a vino. Y tiene auténtico abolengo vinatero. La prueba mayor se encuentra en una de sus pedanías, Peleas de Arriba, donde se localizan los restos del monasterio cisterciense de Santa María de Valparaíso, donde nació Fernando III de León y de Castilla. Y donde se conservan todavía las bodegas de estos frailes a los que tanto deben los vinos de esta tierra. Y de otras muchas. No estaba aquí su emplazamiento primigenio, pero hasta aquí vino el monasterio por orden de Don Fernando, el reconquistador de Jaén, Córdoba y Sevilla, en 1222. Cuesta poco imaginar tanto deslumbre. Y algo más evitar sentir tanto abandono. Quedan, al menos, los arcos de las bodegas y la Fuente de los Ángeles para evocar la gloria del nacimiento del rey santo.

Fernando III el Santo nació en el monasterio cisterciense de Peleas de Arriba

En la lista roja del Patrimonio de Castilla y León se encuentra el antiguo convento de Nuestra Señora del Soto, de principios del siglo XV, en Villanueva de Campeán, muy cerca de Corrales. Una ruina espectacular que vuelve a dar testimonio de los estragos de la Desamortización. Vía de la Plata, calzada romana y Camino de Santiago que confluyen también en El Cubo del Vino, donde ponen pie por primera vez en tierras zamoranas los peregrinos que vienen de Salamanca. Pocas viñas y muchas bodegas. Y un curioso crucero de Santiago Peregrino que se hermana con el de la iglesia de Santa Marta de Tera, cien kilómetros al norte.

Los muy valientes pueden hacer caminando la calzada romana desde El Cubo hasta la mismísima Zamora. Treinta kilómetros en seis horas de buena marcha. Es un recorrido clásico, llano y en ligero descenso, que se hace casi sin respirar. Campos, montes y viñedos hasta tocar el padre Duero. Los muy zampones tienen a veinte kilómetros los campos de Fuentesaúco, donde el garbanzo ya era muy famoso en el siglo XVI, e incluso llegó a tener la protección de la Corona. En cualquiera de los hitos, la propuesta vinícola y gastronómica es generosa.

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