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Las coles de Bruselas se pueden encontrar frescas en el mercado durante todo el año, aunque la mejor temporada para conseguirlas son los meses de otoño e invierno al coincidir con el comienzo de su recolección. Al contrario que otras Crucíferas como el repollo o ... la col, requieren siempre un cocinado para que sean fácilmente digeribles por el organismo y para conservar todos sus nutrientes, lo mejor es elaborarlas al vapor; pero cocidas dejan un caldo interesante para sopas y otros preparados, con gran parte del poder nutritivo de esta verdura.
En la cocina, y dado su pequeño tamaño, permiten jugar con grandes y humildes platos. Al ser reducidas se convierten en piezas perfectas como recipientes naturales para un relleno de queso, carne, atún, jamón... para un buen entrante y también combinan bien con otras verduras en una buena menestra.
Las variedades de coles de Bruselas se clasifican dependiendo de su tamaño, sabor, color o fecha de recolección, pero también haciendo referencia a si se trata de variedades estándares (de mayor tamaño y sabor intenso) o híbridas (de aspecto más uniforme y con mejor conservación). Dependiendo de la época del año en que se realice la recolección se denominarán precoces (150 días tras la siembra), intermedias (150-180 días tras la siembra) o tardías (más de 180 días tras la siembra). Algunas de las principales variedades de híbridos son: Burbujas, Cruz de Jade, Cruz E de Jade, Oliver, Príncipe Marvel, Maravilla Real o Valiant, todas recolectadas antes de los cien días tras al siembra
Una vez cocinadas y frías, las variedades de menor volumen se pueden incluir también en ensaladas frescas, junto a los tradicionales lechuga, tomate, cebolla y pepino a los que aporta un cierto toque de amargor junto a una dulzura final en algunas variedades. También resultan deliciosas gratinadas al horno, después de haberlas cocido previamente y su característico tamaño también las propone como un acompañamiento perfecto para las guarniciones en platos de carne y pescados ahumados junto a otras hortalizas y verduras.
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Algunos comensales rechazan su toque amargo, en particular los niños. Para evitarlo se las puede cubrir con salsas que suavicen su sabor como la bechamel o de queso o servirlas junto a gambas o mejillones.
Las coles de Bruselas pueden encontrarse también congeladas y envasadas e incluso precocinadas. Son formatos aceptables y cómodos. Frescas hay que buscarlas con tonalidades verdosas brillantes, compactas, con forma esférica, tallo limpio y blanquecino, así como pesadas con relación a su tamaño.
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