Almejas, frescas o en conserva

La almeja fina y la babosa son las que mayor interés despiertan por su mejor calidad y precio, y por estar más desarrolladas sus técnicas de cultivo.

El precio oscila en función de cada temporada, y, por ejemplo, se encuentra en la lista de los productos que más suben de precio en Navidad, junto a mariscos y algunos pescados.

De agua salada y dulce, las almejas destacan por su textura suave, por lo que estos bivalvos se han posicionado en la cocina como un delicioso manjar con el que sorprender tanto en plato principal, aperitivo o como guarnición de platos de pescados, arroces, pastas y sopas, entre otros.

Las recetas más populares las detallan con salsas como, por ejemplo, la verde o marinera, pero también se estilan las versiones más picantes para los estómagos resistentes. Eso sí, es recomendable una buena limpieza antes de consumirlas para poder descartar las que se encuentren en mal estado y que no quedan restos de tierra en su interior.

Se echan a una cazuela con agua y sal durante un cuarto de hora. Por su puesto, si cuando las vas a tratar tienen mal olor no hay ninguna duda de que debes desecharlas. Una vez limpias se pueden preparar de la forma que más te guste.

Otra opción son las almejas en conserva, ya que son muy recurridas en los aperitivos, tapas y entrantes, y es habitual servirlas con un chorrito de limón o vinagre y pimienta.

Otra opción es incorporarlas como un ingrediente más en originales ensaladas primaverales o en salpicones caseros con mejillones, palitos de cangrejo, pulpo, aceitunas, pimiento rojo y verde y una vinagreta. La versatilidad de este producto es tan amplia que incluso se atreve en propuestas tan tradicionales como los callos o los clásicos garbanzos que acaban transformando en un potaje.

En Portugal preparan las almejas al Bulhão Pato, un plato típico de la zona costera con cilantro, ajo y limón, con vino blanco opcional y que se que se acompaña de unas rebanadas de pan para mojar.