Borrar
Patricia saborea un trozo de uno de los roscones que acaba de rellenar. Manuel Brágimo
El Roscón de Reyes, entre la leyenda y la tradición

El Roscón de Reyes, entre la leyenda y la tradición

Las fiestas de Navidad se caracterizan por reunir a familiares y amigos a celebrar en torno a una mesa con menús y platos especiales. Entre todos ellos y custodiando una costumbre milenaria pagana no puede faltar este dulce

Patricia melero

Palencia

Viernes, 31 de diciembre 2021, 10:29

La historia del Roscón de Reyes, como otras tantas tradiciones recicladas, no tiene nada que ver con la llegada de tres Magos a Belén para adorar al Niño Jesús. Su origen se remonta a los romanos y a una costumbre pagana. Este popular bollo se reconoce desde Las Saturnales, también conocida como la Fiesta de los Esclavos. Aquellas celebraciones se dedicaban al dios Saturno y se organizaban con el objeto de que el pueblo romano pudiera conmemorar la llegada de los días más largos tras el solsticio de invierno. Para estos festejos, se elaboraban unas tortas redondas con higos, dátiles y miel, que se repartían entre los plebeyos y también los esclavos, como recompensa por el trabajo bien hecho. Más adelante, ya en el siglo III, se introdujo la costumbre de esconder en el rosco un haba seca y el afortunado al que le tocaba era nombrado 'rey de reyes' durante un pequeño periodo de tiempo. Un premio exclusivamente destinado a los esclavos, quienes si encontraban el haba quedaban libres durante Las Saturnales.

El roscón cristiano

En el siglo IV la Iglesia convirtió las fiestas romanas paganas en celebraciones cristianas y la historia del roscón de Reyes quedó en el olvido, excepto en Francia, donde comienza a celebrarse Le Roi de Fave (el rey del haba). Los niños pasaron a ser protagonistas y quien encontraba el haba era agasajado con regalos. El rey Luis XV dio el empujón definitivo a la tradición del roscón, escondiendo una moneda dentro y extendiendo la costumbre entre toda su corte. Su tío Felipe V introdujo la tradición en España, donde se convirtió rápidamente en una fiesta muy popular. Es en este momento cuando el Roscón de Reyes se une a la tradición de los regalos que dejan Sus Majestades de Oriente el 6 de enero, cerrando así las fiestas navideñas.

A partir del siglo XIX, la moneda que se introducía se cambia por una figurita y el haba adquiere una connotación negativa, porque la persona que la encuentra será la encargada de pagar el roscón.

Receta tradicional

Poco tienen que ver los actuales roscones con aquellos dulces de dátiles y miel de los romanos. La receta original no suele llevar ningún acompañamiento ni ingrediente añadido, pero desde el último tercio del siglo XX se preparan variedades rellenas con nata, crema, trufa o cabello de ángel en su interior. La tradición manda, pero no es raro ver cada vez más especialidades e innovaciones. Como roscones de masa de hojaldre o variedades saladas.

A pesar de quien se anima a innovar, en este caso, la demanda sigue siendo la del bollo tradicional. «En este caso somos muy tradicionales. Nos ceñimos a la tradición y respetamos la receta del roscón bien hecho, con una buena masa madre. No nos parece un producto como para innovar. También nos dedicamos a los rellenos clásicos de trufa, nata y crema, porque es lo que más se demanda», explica el pastelero palentino Diego Niño, de cuyo obrador salen en estas fechas deliciosas especialidades navideñas.

España es uno de los países donde más fuerza tiene la tradición del Roscón de Reyes, muy popular también en Francia, Portugal y algunos países americanos como México.

Son muchas las formas en las que se puede elaborar este bollo, y cada pastelero tiene sus variaciones y sus secretos. Pero la receta básica del roscón de Reyes incluye harina, levadura, leche, azúcar, mantequilla y sal. Para darle sabor se utiliza ralladura de limón o de naranja, y está muy extendida también la costumbre de añadir agua de azahar para darle su característico aroma. Si en su origen romano los roscos tenían higos, dátiles y miel, en la actualidad están rellenos de nata o crema y adornados con trozos de fruta escarchada, almendra laminada y azúcar glas o glasé.

A pesar de ser un producto totalmente asociado a una fecha, cada vez más se extiende su consumo al resto de las fiestas navideñas o, incluso, en otros momentos del año.

Cien años

En la panadería San Francisco, una de las de más solera de Palencia, reivindican este dulce en otros momentos del año y también apela a la tradición de la receta centenaria. «Usamos la misma receta de toda la vida, a base de productos naturales solamente, sin añadir mejorantes artificiales. Solo harina, mantequilla, huevos, agua de azahar. Y los preparamos de forma totalmente artesana. En estas fechas podemos distribuir unos 2.000 roscones, que no son muchos comparados con los que hacen otros obradores, pero preferimos trabajar la calidad en lugar de la cantidad y no tener que congelar. Que sean todos frescos», explica Fernando Acuña, responsable de San Francisco.

El roscón de Reyes quizás no venga del Lejano Oriente, como los Magos, pero cada 6 de enero visita multitud de hogares y se convierte en el protagonista de la fiesta y de la mesa, desde el desayuno hasta a merienda. M. Brágimo

Los roscones que ponen broche a las tradiciones culinarias de la Navidad conviven estos días con infinidad de dulces y especialidades también asociados a estas fechas.

En Castilla y León, hasta no hace muchas décadas, los hornos familiares se destinaban estos días a elaborar pastas, bollos, sequillos, mantecados y roscas, que han sido poco a poco sustituidos por otros dulces también tradicionales y muy populares en zonas más meridionales como alfajores, mazapanes o pan de Cádiz y el popular turrón, que llegaba de Alicante y Jijona, aunque no consiguió borrar la estampa de esa elaboración en otras zonas de la región, como la salmantina Sierra de Francia, desde donde aún hoy siguen llegando sus turroneras a despachar sus dulces a la capital charra.

Obradores, panaderías y pastelerías se afanan estos días en endulzarnos las fiestas, con variedades a gusto de todos. «Además de los roscones, estos días también preparamos polvorones, rosquitas de chocolate y desde hace un par de años, hemos empezado a introducir los panettones, que se están haciendo muy populares. Pero el plato fuerte de estas fiestas sigue siendo el roscón», comenta Fernando Acuña.

Las raciones, preparadas el pasado martes para el reparto en Palencia. Marta Moras

El roscón gigante de Palencia y los 700 años de la Catedral

Una de las modernas tradiciones palentinas más curiosas y más queridas en la ciudad es el roscón gigante con el que cada año el Ayuntamiento obsequia a vecinos y visitantes.

De no haber sido por el parón obligado del año pasado, este 2021 sería el de las bodas de plata de la popular merienda navideña. A pesar de que la onomástica no ha podido celebrarse, la convocatoria de este año tiene también una cifra muy especial. El roscón gigante de Palencia se ha sumado a las celebraciones del séptimo centenario de la catedral. La Bella Desconocida ha tenido una tarta de 700 cumpleaños muy especial. El roscón se ha preparado y se ha repartido en la Plaza de la Inmaculada, delante de la Bella Desconocida, que ha podido contemplar un rotundo número 700 elaborado a base del popular dulce navideño.

El roscón palentino llegó a tener 7.500 raciones. En esta ocasión, se prepararon 7.000, envasadas, para controlar mejor su reparto y poder garantizar las medidas de seguridad que impone la actual situación sanitaria. Sin olvidarse también de una parte de porciones cocinadas de forma especial para que sean aptas para celiacos.

La Pastelería Polo ha vuelto a ser la encargada de elaborar el roscón por cuarto año consecutivo, el obrador trabajó 24 horas para preparar el dulce del que disfrutaron de forma gratuita todos los que palentinos que se acercaron.

La receta que se ha empleado es la tradicional, tan solo varían las cantidades: 330 kilos de harina, 80 kilos de azúcar, 70 litros de leche, 55 kilos de mantequilla, 20 kilos de levadura, 5,2 kilos de sal, 1.500 huevos, naranja y agua de azahar, además de varios centenares de pequeñas sorpresas en su interior, fueron los ingredientes que sirvieron para que Palencia volviera a gozar de un día de fiesta en el que el roscón fue la estrella.

Mazapanes

Diego Niño, un pastelero bien conocido por la calidad de sus productos y, sobre todo, de sus bombones y sus especialidades de chocolate, también se afana estos días en completar las mesas y los menús de los palentinos con un postre especial.

«Hacemos mazapán de máxima calidad, con mucho contenido en almendra y poco azúcar. Y tenemos una extensa variedad de turrones. Cuidamos los clásicos, pero aquí sí que se intenta introducir otras variedades más novedosas. Casi todos con alto contenido en chocolate, que es lo que más trabajamos y es el protagonista de nuestra oferta, una materia prima muy presente en todas nuestras elaboraciones y siempre productos de máxima calidad», comenta el pastelero en uno de los momentos de mayor actividad del año. «Apenas tenemos ocasión de innovar en los dulces navideños, porque no tenemos tiempo. Trabajamos a destajo para abastecer la demanda de nuestros clientes. Cada año se venden más dulces navideños, la venta de turrón es muy rápida y estos días tenemos que reponer constantemente productos. Además, observamos que la gente prefiere consumir un producto de calidad. Con tanto trabajo solo hacemos roscones en su fecha, para el día festivo», concluye.

El roscón de Reyes quizás no venga del Lejano Oriente, como los Magos, pero cada 6 de enero visita multitud de hogares y se convierte en el protagonista de la fiesta y de la mesa. Este tradicional bollo navideño esconde mucho más que un juguete o una legumbre en su interior, y es que es portador de una larga historia y una tradición milenaria en torno a las fiestas del solsticio de invierno.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla El Roscón de Reyes, entre la leyenda y la tradición