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Jueves, 2 de mayo 2019, 20:57
El 1 de mayo de 1997 abría sus puertas en la localidad de Fuentenebro (Burgos) El Rincón del Pasado, un local peculiar, diferente y que llegó a tener una lista de espera de más de un año, equiparándose a lugares míticos españoles, como El Bulli, aunque con un estilo muy distinto. Promovido por Ángel Arranz, más conocido como 'Alforjillas', junto a su pareja, Begoña López Narro, fue hasta el fallecimiento de su fundador un restaurante singular, en el que se combinaban la buena cocina tradicional con el espectáculo.
Desde 2013 lo regenta en solitario Begoña, quien ha optado por reinventarse y con mucho esfuerzo y diversificación ha logrado que su local supere los 20 años. La dedicación ha sido tal que se le pasó hacer algo especial por el 20 aniversario: «Bueno, cuando estaba con Ángel tampoco celebramos el décimo, sino el 12», señala con humor.
El modelo de restaurante que eligieron Ángel y Begoña cuando finalizaba la década de los 90 no era habitual: ubicado en un pequeño pueblo, alejado de las principales vías de comunicación o rutas turísticas, buscaba atender a los clientes exclusivamente en fines de semana y con reserva. Tampoco tenía carta para elegir. Eran los promotores los que, basándose en sus gustos y la experiencia culinaria de Begoña, ofrecían a los comensales lo que iban a degustar ese día. Sin opción. Una apuesta arriesgada.
«Fue una pequeña locura de los dos, nos ignoraron en todos los sitios, hasta nuestra familia, porque no veían viable el negocio», narra. Y eso que ambos procedían de la hostelería, ya que el padre de Ángel regentaba un bar en Milagros y los de Begoña el Teleclub de Fuentenebro y el bar.
La experiencia nueva de Ángel y Begoña dio pasos lentamente, probando y aprendiendo de los errores. Ninguno se atrevió a dejar su empleo, ella en un estudio de arquitectura y él como músico en una orquesta y trabajador en una bodega. Algunos de los manjares que ofrecían al principio, como las crestas de gallo guisadas o los zarrajos, estaban espectacularmente guisados por Begoña, pero no eran del agrado de todo el mundo.
Sin embargo, tenían gran aceptación el rabo de toro, el pollo del corral, el bacalao o el cordero al chilindrón, entre otros y sus postres caseros. Cocina tradicional. Además Ángel, de forma espontánea, empezó a amenizar las sobremesas, a veces simplemente con un micrófono, una peluca y su ingeniosa verborrea…
Precisamente esos pequeños shows se convirtieron el principal atractivo del Rincón del pasado, su diferenciación con otros locales y el motivo de su gran popularidad. Hasta el punto de que, seis años después de su apertura ,los promotores decidieron dejar sus empleos y dedicarse en exclusiva al restaurante.
«El 90% de nuestros clientes eran de Burgos y pueblos de alrededor; venían en autobuses, ya predispuestos a la fiesta y cuando terminaba ya estaban reservando para volver con amigos, familia…», explica Begoña, que llegó a trabajar con tres agendas, la del año en curso, la del siguiente, y la de la lista de espera, una agenda paralela que utilizaba cuando se producían cancelaciones por causa mayor. «Hubo gente que vino 10 años seguidos a la cena de Navidad», afirma.
Además de los excelentes guisos, era el espectáculo de Ángel lo que atraía a la mayoría de los usuarios del Rincón del Pasado. Porque El Alforjillas era único haciendo disfrutar al personal. Y conseguía hacer participar a todo el mundo, incluso a los más tímidos o reacios.
Nunca tuvo un sustituto. «No tenía sentido; hay personas insustituibles», asevera Begoña. Así que optaron por cerrar el mes de agosto para dedicarlo a resolver cualquier tema personal que se les presentara, incluidos los de salud.
El repentino fallecimiento de Ángel, el 'alma mater' del Rincón del Pasado, con tan sólo 46 años de edad, obligó a Begoña a replantearse el proyecto: «te tienes que sentar y pensar: ¿qué puedo hacer yo sola?».
Y decidió continuar con el proyecto, personalizándolo y diversificándolo. Asumiendo el reto de estar ubicado en una pequeña localidad del sur de la provincia de Burgos, alejado de cualquier ruta conocida o con acceso directo e inmediato a vías de comunicación.
Renunció de nuevo a buscar un sustituto de Ángel para el espectáculo. Y completó su formación acudiendo a cursos de enología y sumillería y cocina de vanguardia.
Quiso conservar el modelo de restaurante de reserva y sigue recibiendo grupos para celebraciones: cumpleaños, aniversarios, despedidas de solteros… Aunque no haya show, ofrece música y permite que las sobremesas se alarguen lo que quieran los comensales, que pueden optar por unos cafés y copas tranquilos o con baile.
Su fuerte es la gran mano que tiene para la cocina. Continúa ofreciendo platos tradicionales pero los combina con elaboraciones más actualizadas. También imparte catas de vino, prepara comida para llevar (para cualquier tipo de celebración familiar, desde cumpleaños a post bodas) u organiza garbanzadas y paelladas combinadas con una ruta de senderismo.
Además dispone de pantalla, por lo que el tranquilo y apartado restaurante es muchas veces demandado para reuniones o celebraciones de empresa.
Otro gran atractivo de su proyecto desde 2013 es el Museo del Vino. Junto al restaurante tiene una bodega subterránea tradicional que rehabilitó y fue decorando con utensilios relacionados con el vino. Una cuidada y valiosa colección de objetos (botellas, canillas, descorchadores, pellejas, tapones, recipientes, etc, etc) que introduce al visitante en el mundo vitivinícola.
La visita al museo es un gran aliciente para los que acuden a disfrutar de la cocina de Begoña, por la singularidad del lugar.
Reserva para grupos de ocho personas en adelante. «Tengo seis o siete menús distintos que no son cerrados, es decir, pueden intercambiar los platos de unos u otros; yo facilito la elección de los platos, pero el que elige es el cliente, aunque no es una carta abierta», explica.
La ventaja de este sistema es la garantía de la calidad del producto. Al ir con reserva y ofertar unos platos determinados, la carne, el pescado y las verduras son muy frescos, seleccionados, y están elaborados en su punto. «Garantizas un producto fresco y una elaboración cuidada», afirma Begoña.
Pasa el tiempo y esta emprendedora rural sigue rehuyendo celebrar aniversarios… Aún está muy presente la irreparable ausencia de Ángel. Pero está decidida a continuar. «He conseguido cumplir 22 años y pienso seguir», zanja.
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