El té helado, perfecto para refrescarse

Uno de las fortalezas del té está en su dualidad: calienta cuando hace frío y refresca cuando hace calor. Es por esto que el té se bebe, por ejemplo, en Rusia en invierno para combatir el frío, y también a mediodía en Marruecos en medio del desierto para contrarrestar el calor

Se dice que el té helado o iced tea surgió en Estados Unidos. En concreto se atribuye a Richard Blechynden. Un día de mucho calor en la Feria Mundial de 1904 en Saint Louis y las personas presentes en la exposición se inclinada por los refrescos más que por las bebidas calientes. Blechynden no conseguía vender el té que esperaba, por lo que se animó a agregarle hielo al ya preparado. De esta manera, logró que la gente se animara a probar su té, y finalmente la bebida tuvo tanto éxito que impuso la moda en adelante.

Para elaborar té helado se podría utilizar cualquier tipo de té, aunque algunos son más adecuados que otras para preparar té helado. En concreto, se recomienda especialmente el negro, el verde y el blanco.

En esta ocasión vamos a apostar por un té negro, acompañado por unos sobrecitos de infusión de jengibre. Con su sabor característico dará un toque muy especial. La preparación es muy sencilla. Se coloca en el fuego una cazuela con un litro de agua, hasta que hierva. En ese momento, se retira y se introducen las bolsitas de té. Se tapa el recipiente y se deja reposar durante cinco minutos. Una vez pasado el tiempo, se retiran las bolsitas. El té se coloca en una jarra y se añade, una cucharada de azúcar, limón exprimido y unas rodajitas de limón. Se deja enfriar, o se añade hielo. Luego, se guarda para conservar a esa baja temperatura en el frigorífico. Ya solo falta disfrutar de ello e ir bebiendo para refrescarnos el día.