Llueve sobre mojado para la hostelería. A todos los problemas de restricciones impuestas por las necesarias medidas para combatir la pandemia se han unido los cierres perimetrales de ciudades y de comunidades autónomas. De esta forma, los restaurantes de cierto nivel situados en zonas rurales, ... que dependen en gran medida de los clientes urbanos o procedentes de otras regiones, especialmente de Madrid, País Vasco y Cataluña, son los grandes perjudicados. Restaurantes en tierra de nadie.
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Las anulaciones de reservas, especialmente en torno al pasado fin de semana, puente en muchas comunidades, fueron masivas. Hasta el punto de que muchos establecimientos anunciaron su cierre. Temporal, pero sin que el oscuro panorama que se avecina les permita hacer previsiones para su reapertura.
El pasado martes tenía una reserva para comer en uno de los grandes clásicos de Asturias, Casa Gerardo. El viernes anterior, Marcos Morán me llamaba personalmente para anunciarme que el sábado iban a dar su último servicio, que echaban el cerrojo. «Estamos –me decía– en una zona libre de Covid, pero también libre de clientes». Cerradas las grandes ciudades asturianas (Gijón está a menos de diez kilómetros), aislada Asturias del resto de España, a la pequeña aldea de Prendes no podían llegar los comensales.
De nada sirvió adoptar todas las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias, desde una amplia separación entre mesas hasta aparatos para la desinfección del aire o el registro de clientes… El cierre fue inevitable, antes incluso de conocerse que desde el miércoles toda la hostelería asturiana ha quedado abocada al cierre obligado. La puntilla para el sector.
También ha sido inevitable el cerrojazo de otros estrellas Michelin. El Ermitaño (Benavente) o Venta de Moncalvillo (Daroca de Rioja) son sólo algunos ejemplos de una larga lista de restaurantes en tierra de nadie. Al fin y al cabo, los situados en ciudades se ven menos afectados (salvo, claro está, en los casos de cierres por decreto, como ocurre en Cataluña, Asturias, Castilla y León y Euskadi) porque tienen un público local que no existe en los pequeños pueblos.
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No deja de ser una paradoja. Nos han vendido que el futuro de los restaurantes pasaba por la apuesta de jóvenes cocineros por el mundo rural. Y ahora resulta que esos proyectos idílicos son los más perjudicados. Desde aquí, en cualquier caso, nuestro apoyo para todos, urbanos y rurales. Mucho ánimo.
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