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La felicidad tiene plazo de caducidad. Al menos eso es lo que debe estar pensando Ricardo Sanz tras el anuncio de la ruptura en el grupo que ha capitaneado desde hace nada menos que veinte años y al que ha situado como la gran referencia ... de la cocina de fusión japo-española. La pasada semana, una confusa nota de prensa lanzaba una noticia que ya era conocida en muchos círculos gastronómicos madrileños. Bajo el título «El grupo Kabuki comienza una nueva etapa empresarial», anunciaba la separación de los socios, aunque con explicaciones muy vagas. Se trataba de la versión de una parte, la que se va a quedar con el nombre de Kabuki, con José Antonio Aparicio, el hombre que ha llevado en la sombra la gestión económica en estos años, y Pedro Pastor. Se habla en esa nota de «reorganización empresarial», de «renovación de la imagen» y del «arranque de la expansión nacional e internacional», con la próxima apertura de un restaurante en el Ritz de Lisboa y otro Kabuki en Madrid.
Ese mismo día pude hablar con Ricardo Sanz, que se encontraba en ese momento en el Kabuki del hotel Abama, en Tenerife, y estaba profundamente indignado con la nota publicada. Me contó entonces que se iba a tomar unos días para dar una réplica bien meditada, pero me confirmó que él se queda con varios de los restaurantes del grupo a los que, como ya no pondrá llamar Kabuki, les pondrá su propio nombre.
Nacen así los restaurantes Ricardo Sanz, cuyo abanderado seguirá siendo el del hotel Wellington, donde el cocinero madrileño ha ejercido desde su apertura, y que también incluirá, entre otros, el del Abama, ambos con una estrella en la Guía Michelin.
No cabe duda de que la gestión de los socios que han roto el grupo fue fundamental para la expansión de Kabuki, pero sin la genialidad del cocinero Ricardo Sanz, creador de un estilo propio, diseñador de elaboraciones que se han imitado mil veces y formador de discípulos que están al frente de los restaurantes del grupo y de otros muchos establecimientos de toda España, Kabuki nunca hubiera llegado a ser lo que es, el mejor japonés de España. Los que hemos seguido muy de cerca la trayectoria del cocinero madrileño, los que hemos disfrutado con sus creaciones, lo tenemos bastante claro. Seguiremos yendo allí donde esté Ricardo Sanz.
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