La gastronomía impulsa las visitas por las rutas del vino

Restaurantes que brillan en la constelación Michelin o en la de los soles Repsol, o que se mueven en esa órbita de cocina de autor, aportan una sólida argamasa con la que el turismo de calidad sigue consolidándose.

Desde la Ruta del Vino Bierzo Enoturismo, Ricardo Rodríguez explica que «hay clientes gastronómicos, gente que llega sabiendo donde hay un sol Repsol, por ejemplo, o una estrella Michelin (como la de Muna, en Ponferrada). «Este tipo de cocina está teniendo muy buena aceptación. Este verano han llenado», añade. El botillo, las castañas, los pimientos, las manzanas, peras y cerezas y los productos de matanza recogen la tradición, apuntalados por una cocina creativa que crece. Una culinaria que, según señala, también se asienta «en productos de cercanía de alta calidad. Hay mucha predisposición a dejarse asesorar en vinos».

La llegada de turistas no ha sido «la de momentos prepandémicos», señala Rodríguez, pero sí que ha habido «un incremento de visitantes nuevos». «Se ha trabajado muy bien, sobre todo en agosto. Y aún en octubre hay gente. También he visto que hay un rejuvenecimiento en el tipo de cliente, sobre todo porque estamos potenciando las actividades al aire libre, las actividades deportivas», argumenta, algo que cree muy interesante para el acercamiento de los jóvenes al mundo del vino. «La reactivación del Camino de Santiago también se ha notado», señala.

En la Ruta del Vino de Toro los datos también son esperanzadores. «En general todas las bodegas de la Ruta arrojan cifras optimistas sobre la aceptación del enoturismo como una alternativa diferente, experiencias personalizadas y en contacto con el mundo rural y la naturaleza, sin masificaciones y en un ambiente saludable. Pero sin duda», señalan desde la Ruta, en lo que han coincidido todos los asociados «es en destacar lo bueno que está siendo el otoño, las múltiples reservas que van llegando, donde ya se empieza a notar el incremento de público extranjero y la demanda de más actividades entorno al vino y la gastronomía».

Gastronomía con productos de la zona que incluyen las propias bodegas combinados con sus actividades, o, como en el caso de Bodegas Divina Proporción, con restaurante propio de carta tradicional. Han duplicando plazas consiguiendo un número de comensales que superan los del 2019, resumiendo estos meses como «nuestro mejor verano». Bodega Latarce dispone de tienda gourmet y, en el caso de Fariña, ha relanzado el departamento de enoturismo. El Museo del Vino de Pagos del Rey ha tenido 1.100 visitantes y, desde Bodega Liberalia, destacan «que ha sido un verano con aires de normalidad». Algo similar a lo que reconocen otras elaboradoras de la Ruta, como Valdigal o los complejos hoteleros con bodega de Monte La Reina y Valbusenda.

El enoturismo estival en la Ruta del Vino de Rueda sigue esta senda. «Este año el sector empresarial se ha animado, ha vuelto a abrir sus puertas y ha trabajado con cierta normalidad. El mes de agosto ha funcionado muy, muy bien; sobre todo con público de Madrid, del País Vasco y mucha de esa población que tiene aquí una segunda vivienda. El empresariado se ha movido para que haya contenido en la zona y el público ha absorbido esa oferta estupendamente», apuntalan.

En la parte de la gastronomía. «la dinámica ha sido muy positiva también. Desde los restaurantes más tradicionales (los que trabajan el lechazo y los productos típicos), como El Caballero de Olmedo, a los más innovadores, como La Botica de Matapozuelos, con estrella Michelin, han tenido un verano espectacular».

La oferta gastronómica se potencia en bodegas. En el caso de Menade han apostado por colaborar con restaurantes de la zona. Otras acompañan sus catas con tapas. «Trabajamos mucho en red, el concepto territorio. Las bodegas tienen clarísimo los productos de calidad a los que deben aliarse, como los del sector quesero o repostero, e incluso el aceite, que en esta zona también es muy reconocido», añaden. Las setas también forman parte del paisaje gastronómico, que se ha vestido de fiesta en la vendimia con propuestas que han agotado las reservas.

El balance que realizan desde la Ruta del Vino de la Ribera del Duero es «claramente positivo. Empezó tranquilo y se ha ido intensificando de forma exponencial a medida que pasaban las semanas. En cierto modo, podemos valorarlo como una recompensa por lo vivido en el año anterior en el que el sector tuvo que parar totalmente durante meses». La afluencia turística «en la mayoría de casos ha supuesto más del doble de la recibida el año anterior, con valores que rozan el verano de 2019».

«El castellano y leonés sigue siendo un gran aliado en las visitas recibidas, con Madrid, País Vasco y Andalucía como principales mercados emisores. De forma más tímida, Cataluña y la cornisa cantábrica. A nivel internacional todavía estamos lejos de poder volver a una situación de normalidad», apuntan desde la Ruta, donde perciben «una necesidad muy alta de socialización por parte del cliente: se charla más y se comparten más momentos con ellos, los vínculos que se están estableciendo son muy bonitos».

El otoño pinta con sus mejores colores la perspectiva turística, con dos momentos claves, como el puente del Pilar, cuando la ocupación rozó casi el completo, y el puente de noviembre, que también presenta buenas expectativas. Los socios «nos manifiestan que están ya con valores similares e, incluso, superiores a 2019, que fue un año magnífico para el enoturismo de la zona, pero se muestran prudentes».

La gastronomía en esta demarcación ha alcanzado unas cotas de ensueño para el paladar, sumando tres restaurantes con estrella Michelin (vinculados a bodegas y establecimientos hoteleros, y juntos en el proyecto N-122 Duero Valley), como son Ambivium (Pago de Carraovejas); Refectorio (Abadía Retuerta); Taller Arzuaga (Arzuaga Navarro); y también con un buen número de restaurantes de cocina de vanguardia, como el de Bodega Cepa 21. En Aranda de Duero este tipo de establecimientos se consolida, reforzando a los asadores, marca Ribera, que mantienen la tradición también en Roa de Duero, Peñafiel y en múltiples rincones ribereños, donde los productos de temporada y de proximidad (como la morcilla) tienen su espacio y una clientela muy fiel.

Restaurantes de cocina tradicional, con toques de vanguardia en algunos casos, perfilan el sabroso universo de la Ruta del Vino Cigales, zona vitivinícola que ha podido celebrar este año su Fiesta de la Vendimia, la más longeva de Castilla y León, con mayor afluencia de público. Fiesta que ensambla verano con otoño y las múltiples actividades enoturísticas que oferta esta Ruta. La citada fiesta sirve de termómetro o medida de la mejoría experimentada, recibiendo mucho público de las provincias de Valladolid y Palencia. De Madrid y del País Vasco son los turistas que se han acercado en verano.

Quesos de Mucientes, morcillas de La Maruja o la Miel de Valoria la Buena esbozan la suculenta y bien provista despensa de productos de kilómetro 0 que se pueden disfrutar en la zona; como también lo es el exquisito pan, perfecto acompañante para estos productos y para las excelentes carnes, quesos y embutidos que se cocinan en restaurantes y ofrecen las bodegas para acompañar sus vinos.

Elegida como el mejor Destino Enoturístico Sostenible y Responsable entre las Rutas del Vino de España 2020/2021, la de la Sierra de Francia ha vivido un verano «de recuperación y buenos datos volviendo a niveles casi prepandemia. En julio y agosto los municipios asociados han visto cuadruplicada su población con visitantes que han elegido un destino que se ha reinventado para ofrecer todo un catálogo de experiencias», señalan desde esta Ruta salmantina, apuntando, además, que «tanto restaurantes como alojamientos han estado completos y solo con reserva anticipada se ha podido acudir.

También las bodegas y el comercio han experimentado un fuerte repunte». La excelencia, como máxima, de una oferta ecoturística muy profesional, se alcanza en esta ruta «combinando el turismo de naturaleza con el patrimonial y cultural, aprovechando los recursos gastronómicos basados en los productos de proximidad y los vinos de la DOP Sierra de Salamanca».

«En la Ruta del Vino Arlanza vamos recuperando el pulso, aunque no todos al mismo ritmo», explican. «Los más beneficiados este verano han sido los establecimientos hoteleros y de restauración. Se ha multiplicado el turismo de interior. Quien no ha notado tanto este empujón han sido las bodegas en cuanto a visitas», aunque «sí han ayudado a su recuperación las ventas de vino gracias al buen verano que ha tenido la hostelería».

La gastronomía del territorio Arlanza deleita «con productos que ofrece la propia naturaleza, como truchas, cangrejos, caracoles, setas… Los estofados de liebre, conejo, perdices y pichón son platos que no hay que perderse, como los productos de la matanza. Pero la estrella es el lechazo asado en horno de leña o las chuletillas a la brasa, junto a la olla podrida, todo ello, acompañado por los excelentes vinos de nuestra DO Arlanza».

En cuanto a los municipios, hay mucho que ver. Lugares conocidos como Santo Domingo de Silos, Covarrubias y Lerma, y otros por descubrir, como Villahoz, Mahamud, Santa María del Campo, a través de la ruta de las pequeñas catedrales. El cinematográfico cementerio de Sad-Hill, el Cerrato palentino y el parque natural de la Yecla son solo alguno de los muchos encantos de Arlanza.

Fronterizas son las dos últimas rutas por degustar: la del Vino de Zamora y la del Vino de Arribes. La primera se ha puesto de largo este año como ruta certificada por la Asociación de Ciudades Españolas del Vino (Acevin), lo que ha supuesto «vivir unos momentos especiales». Reconocen que «se ha notado un aumento de turistas y se empieza a recuperar cierta normalidad».

Asimismo, ha crecido el interés por conocer la nueva ruta. Esto se debe a la buena disposición de las empresas, artesanos y pequeños productores, quienes se han reinventado enriqueciendo sus propuestas y encarando el momento con optimismo. La gastronomía local es la que manda en la mesa, con platos como el arroz a la zamorana o sus quesos.

La Ruta del Vino de Arribes despliega un festín a base de cordero, cabrito, bacalao y productos de huerta. Durante el periodo estival de 2021, se han incrementado el 30% las pernoctaciones respecto a 2020. La oferta se centra en pequeños artesanos, de aceite, queso, vino, mermelada y cerámica, cuyos productos pueden encontrarse en los restaurantes y alojamientos adheridos. Entre los productos de gastronomía destacados, encontramos además la carne de Sayaguesa, Vox Taurus Primigenius, variedad en peligro de extinción y muy apreciada por sus cualidades y sabor.

De nuevo en la carretera, en marcha, disfrutando del enoturismo a través de unas rutas del vino que lo encauzan y que están para comérselas, para no dejar ni una miga en el plato.