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Admito que lo recuerdo como un día de los importantes. Andaba en tareas de reportero de información municipal. Casi un recién llegado a Valladolid desde mi provincia natal de Palencia. Cada mañana, antes de pasar por la redacción de El Norte, o de ir al Ayuntamiento de Valladolid, donde la prensa tenía una oficina para trabajar 'in situ', paraba en algún bar. Tomaba un café y compraba tabaco (ya me liberé de esa esclavitud). Esa vez fue en una cafetería de Laguna de Duero. No soy muy fiel a los locales. Cambio mucho. Pruebo los nuevos, acudo a alguno un tiempo y..., me voy a otro. Regreso, pero sin periodicidad. El caso es que abrí la puerta de aquel bar y me acerqué a la barra y sí, sí. ¡Allí estaba! A mi derecha, un parroquiano tenía el ejemplar de El Norte de Castilla del día ¡abierto por las páginas dos y tres!, que informaban de cómo sería el soterramiento del ferrocarril a su paso por Valladolid, dónde empezaría, cómo se trasladarían los talleres ferroviarios... Pedí mi cortado y pegué la oreja. Hablaba el lector con varios de los presentes y les transmitía la información. Con sus propios comentarios, claro. En mis oídos sonaban sus palabras como un coro angelical. Por primera vez disfruté en directo, sin filtros, de cómo sonaba esa mañana la información que había escrito la noche anterior. Y lo hacía como quien recita palabras de un libro sagrado. Con la seguridad de que lo leído, negro sobre blanco, eran términos indubitables. Estuve a punto de decir a la propietaria:¡Sirva a estos señores lo que pidan, que pago yo! Me contuve y preferí el anonimato para disfrutar un ratito más. Hasta que pasó página. Se fue a la sección de Deportes y resaltó la declaración de un jugador. ¡Qué suerte la de mis compañeros de Deportes! ¡La de tertulias que abren cada día!
Aquella anécdota le dio un valor hasta entonces inimaginable para mi al binomio café y periódico del que disfruto en los bares. ¡Antes no había sido así! Cuento a los compañeros jóvenes (cada vez son más) cómo a veces lo que tú crees importante no lo es para el lector. Les explico cómo llegas al bar y te fijas en la persona que tiene el periódico de la casa. Hay quien lo ojea, los que lo leen de pasada y hasta quien lo estudia a conciencia y después de un buen rato de uso, saca un bolígrafo ¡y se pone a resolver al crucigrama! En ese caso, olvídate. Tiene aún para rato.
El caso es que te fijas en lo que leen. Por, si de casualidad, se detienen en lo tuyo. Y ahí está el lector; pasa páginas sin ponerle mucho interés y entonces, ¡sí, entonces!, llega a la tuya. Justo en ese momento, el churro que tiene en la mano se dobla por la acción del café en el que se ha bañado, se le medio cae y ¡plas! ¡pasa tu artículo sin haber siquiera puesto los ojos en tu magnífico y trabajado titular! Porque así es la prensa escrita. A veces prestan atención. Otras no. ¡Aceptables ambos extremos!
Hoy la prensa, y en primera línea El Norte de Castilla, sigue fiel a su compromiso de llegar a sus lectores. Y lo hace en ese milagro de simbiosis que se gesta en la hostelería entre un desayuno y la información del día, entre el pincho de tortilla y la crónica deportiva, política, urbana o mundana, entre la caña y el penalti del partido de fútbol de anoche.
El Norte de Castilla te espera en el bar como un complemento del café con churros que no saben igual sin el contacto con la información y la opinión.
Bar y periódico son una simbiosis prodigiosa, satisfactoria ¡y segura!. Lo confirma la Organización Mundial de la Salud (OMS) y lo ratifica la Dirección General de Salud Pública de la Junta de Castilla y León. Los establecimientos de hostelería pueden ofrecer el periódico a su clientela. Una actividad segura para la OMS, porque el riesgo de contagio de covid-19 por el contacto con el papel de los periódicos es «insignificante». Leer y hojear la prensa en un establecimiento público es una actividad segura, aunque el mismo ejemplar lo usen sucesivamente varias personas. Es más, según la Junta, «los periódicos son elementos poco favorecedores de la transmisión de la enfermedad». El papel, al ser poroso, es una de las superficies más resistentes y su exposición a la contaminación es casi nula. Eso sí, para leer el periódico, primero deberá lavarse las manos, o higienizarlas con gel hidroalcohólico. Vamos, que la información nunca ha sido tan de 'manos limpias' como la que ahora se lea en la barra de un bar. El Norte será parte de esa historia, de ese sabor de la charla con los amigos, un vino junto a la discusión de la noticia y la tapa. ¡Lea el periódico en el bar!, Quién sabe, quizá le observo mientras lo hace... ¡y me da una alegría!
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