De los comienzos de Alejandro Fernández a la tercera generación

Nadie quiso perderse una cata del vino mítico de Alejandro Fernández, ya fallecido. Los comienzos y los finales. «Una cata que mira al pasado y mira al futuro», según subrayó Elisa, la hija mayor de Alejandro y directora general del grupo Familia Fernández Rivera, creado tras la ruptura familiar. Lucía Pascual Fernández subrayó la importancia de «conocer tu historia para poder mejorar y llegar donde quieres llegar».

Una botella de Janus llegó a manos del estadounidense Robert Parker en los años 80 del pasado siglo y le dio 98 puntos. Fue el lanzamiento comercial al mundo de los vinos de Alejandro Fernández.

Los seis vinos catados, todos ellos en botella de tamaño magnun, demostraron el acierto a la hora de las elaboraciones del bodeguero de Pesquera de Duero, uno de los fundadores de la Denominación de Origen Ribera del Duero y la continuidad de un estilo de la mano de la tercera generación.

Todos ellos son vinos de largas crianzas de dos años en barricas de roble americano, 100% de la variedad tempranillo, nacidos para permanecer en el tiempo, para ser longevos. Los primeros producto de unas vendimias más tardías y largas y el último de una recolección más corta y adelantada para contrarrestar los efectos del cambio climático y no perder la acidez, que es la que garantiza que sean longevos.

La mayor sorpresa es que la cosecha de 1982, el año en el que el Valladolid fue una de las sedes del Mundial de fútbol, sigue viva cuarenta años después. Janus solo de elabora en añadas excepcionales por eso también la cata histórica saltó de unas a otras. La más longeva, con menos color, toques ahumados y reducción en botella. Los más jóvenes, con más color y más afrutados. Todos ellos vinos sedosos y elegantes, con estructura y cuerpo porque fueron pensados para ser longevos por un hombre que contravino en ese momento todas las modas.