
El momento de vendimia marca el inicio de una nueva estación, el otoño. Los colores del paisaje se tornan poco a poco amarillos, ocres, naranjas ... y marrones, mientras las uvas maduras y frescas en las vides esperan su recogida. A partir de ese momento, comienza una nueva etapa que las llevará a la mesa en forma de vino, fruta o deliciosos postres. Si bien las uvas y el vino siempre han estado vinculadas a la gastronomía tradicional en recetas imponentes, como el rabo de toro al vino o las carrilleras al vino tinto y otras más sencillas, como las salchichas o el chorizo al vino. Todas ellas deliciosas y con un guiño a uno de los productos emblemáticos de la región, la uva.
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Todo un clásico, la tarta de queso, también se rinde a los encantos de la fruta del Olimpo con una confitura de uva tempranillo deliciosa. En Corinto Gastrolounge (Valladolid) se mantiene en carta durante todo el año. «Aprovechando que tenía un amigo que al vendimiar ya me traía esta uva tempranillo para otras decoraciones, surgió lo de hacer la confitura a la tarta de queso. Nos gusta trabajar producto de proximidad y queríamos hacerle un guiño a la uva de la Ribera del Duero», explica Alfonso del Caño. Para preparar la tarta se mezclan la crema de queso, el azúcar y los huevos. Se tamiza la harina y al final se añade la nata. Por cierto, también se le añaden unas virutas de parmesano. Media hora en el horno a 200 grados y un reposo de ocho horas en cámara dan como resultado esta estupenda tarta de queso al que la confitura artesana elaborada a partir de una reducción de zumo de uva tempranillo con azúcar que le aporta un sabor final que convence a los amantes de este postre.
Pero, en el mundo de la repostería, dulces y postres, las uvas, especialmente las uvas pasas, se muestran con éxito aportando un toque dulzón en los panes con pasas, bizcochos y magdalenas principalmente. Seguimos en el mundo dulce degustando sabrosas uvas con almíbar, deliciosas mermeladas, divertidas gelatinas, digestivos sorbetes, saludables macedonias e incluso helados caseros. Sin duda es una fruta versátil, sus diferentes variedades facilitan su encaje en todo tipo de recetas incluso si se trata de llevar a cabo originales platos infantiles. Los erizos elaborados con otra fruta de temporada, la pera, que se utiliza una vez pelada para hacer el cuerpo y unos palillos con uvas para las púas es una de las más recurridas pero también las tortugas con una rodaja de kiwi como base y las uvas como patas y cabeza.
La uva es la protagonista del inicio de la temporada y, en Castilla y León, las bodegas apuran hasta el último momento para recoger el fruto que a partir de ahora comenzará una nueva etapa transformándose en vino o destinándose al sector de la gastronomía. Existen miles de variedades: en las de mesa, el aspecto del fruto es un factor dominante en la selección y en las destinadas al vino, lo que prima son las características fisicoquímicas del mosto. Son las tintas las más utilizadas en los platos de carne, aunque las blancas de la casta albillo de la DO Cigales son un clásico en las mesas durante la época de vendimia acompañadas de un buen queso de Castilla y León.
Cuatro establecimientos de la región comparten con los lectores de Degusta sus propuestas para poder disfrutar de este producto de temporada propio de un territorio de viñedos. En Corinto Gastrolounge buscaron una fórmula para que estuvieran presentes durante todo el año. La confitura con uva tempranillo puede conservarse sin problema y es el toque diferenciador en su tarta de queso. En este sentido, Alfonso del Caño reconoce que, siendo uno de los platos más demandados al finalizar las comidas, «teníamos que hacer también un guiño a nuestra tierra» y añade: «Lo sacamos en 2019 y desde entonces es uno de los postres que más gustan». Así que llegó, se quedó y triunfó. Una prueba que ha superado con éxito con la aprobación de los amantes consumidores de esta tarta de queso con confitura de uva tempranillo que además se presenta con un helado de parmesano casero, unas frambuesas, arándano y uva tempranillo «para darle un toque ligero de acidez al postre que es dulce», comenta.
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Todo un clásico, la tarta de queso, también se rinde a los encantos de la fruta del Olimpo con una confitura de uva tempranillo deliciosa. En Corinto Gastrolounge (Valladolid) se mantiene en carta durante todo el año. «Aprovechando que tenía un amigo que al vendimiar ya me traía esta uva tempranillo para otras decoraciones, surgió lo de hacer la confitura a la tarta de queso. Nos gusta trabajar producto de proximidad y queríamos hacerle un guiño a la uva de la Ribera del Duero», explica Alfonso del Caño. Para preparar la tarta se mezclan la crema de queso, el azúcar y los huevos. Se tamiza la harina y al final se añade la nata. Por cierto, también se le añaden unas virutas de parmesano. Media hora en el horno a 200 grados y un reposo de ocho horas en cámara dan como resultado esta estupenda tarta de queso al que la confitura artesana elaborada a partir de una reducción de zumo de uva tempranillo con azúcar que le aporta un sabor final que convence a los amantes de este postre.
En el caso de La Pícara Gastroteca, la cocinera Sandra Chicote también partió de la idea de otro postre con uvas, una tarta con base de galletas. Y con esta base se lanzó a diseñar una croqueta dulce. Acompañada con un vino albillo de Ribera del Duero, cada vez son más los clientes que por curiosidad se atreven y no se arrepienten de degustar esta alternativa a los clásicos postres. «Buscamos que fuese un bocado muy cremoso y que en ese bocado se incorpore la mermelada de vino de Ribera casera porque lo hacemos también aquí mismo», explica. Una sugerencia que se popularizó por la zona tras conseguir el primer premio de un concurso provincial de croquetas. «Tuvimos claro que tenía que llamarse croqueta de vendimia», explica la cocinera, que anima a todo el mundo a probar esta sugerente propuesta.
La uva verdejo, muy representativa de los vinos blancos que se elaboran en la DO Rueda, es también uno de los ingredientes principales para elaborar la propuesta que presenta Talavera Gastronomía para Degusta, la pera al verdejo con reducción de vino tinto y espuma de verdejo. Una creación inspirada en la época de vendimia con la que Javier Talavera hace un guiño a la uva y el vino con este dulce postre. La pera se confita en el vino blanco con un poco de canela, azúcar y agua «para rebajar un poco la acidez del vino». La pera se presenta de pie en el plato sobre una base de reducción de vino tinto y uvas pasas. Contraste de colores a los que se suman las flores comestibles y la espuma elaborada con vino verdejo que completa un plato que representa la esencia de Valladolid como tierra de vinos blancos, tintos y claretes. Las uvas por si mismas son un postre habitual en estas fecha pero el sector de la hostelería busca fórmulas para integrarlas en la cocina de una forma que vaya más allá de las salsas.
En Valladolid capital, Javier Talavera, de Talavera Gastronomía, no se lo pensó dos veces para preparar para Degusta unas peras al vino verdejo con una reducción de uva con pasas rojas y blancas y una espuma de verdejo. No es un postre que tengan en carta pero «me gusta ir probando cosas diferentes y el producto de temporada siempre de te ofrece la posibilidad de hacer pruebas e ir buscando otras formas de presentarlo en la mesa». Así que esta es una opción más que se puede sumar a las clásicas peras al vino tinto, también espectacular y que no pasa de moda.
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En el obrador artesano La Giralda de Castilla, le dieron hace años una vuelta a los populares bollos de azúcar transformándolos en lo que hoy en día se ha convertido en uno de los productos insignes de este establecimiento, los mantecados al verdejo. «El único azúcar que lleva es el glasé con el que los espolvoreamos», explica Ángeles Leonardo, quien junto a su hermana Begoña, mantiene la actividad del obrador familiar fundado en 1986 en la localidad vallisoletana de Matapozuelos. Se emulsiona la manteca con el vino verdejo, se añade harina, se voltea, se lamina y se corta en forma de cuadrados y, después de enfriarse tras el horneado, se espolvorea con azúcar glasé. «Nos hizo mucha ilusión la acogida que tuvieron y que a día de hoy sigan gustando», comenta Ángeles. Otro producto de temporada, pero este sí tiene fecha de caducidad, es el torto de mosto, «solo nos dura hasta que tenemos el mosto. Pero el mantecado de verdejo lo vendemos todo el año», apunta la repostera.
Para Ángeles Leonardo, del obrador La Giralda de Castilla de Matapozuelos, los tortos de mosto y los mantecados al verdejo son dos clásicos que no faltan en la casa. En el caso de los tortos de mosto, una especie de bollo suizo, recuperan una receta tradicional para la que utilizan la uva de la zona que no llevan los bodegueros y «que aquí se llama rebusca». Es un producto estacional que solamente elabora «hasta que se acaba el mosto apurando algún año hasta el día de Todos los Santos», explica. Pero, además, otro de los productos más demandados se elabora también con uvas de la variedad verdejo. Se trata de los mantecados al verdejo procedente de los vinos de la DO Rueda. «Al principio comencé haciéndolos como bollos pero quería ofrecer algo diferente así que los hice como si fueran hojaldres», explica Leonardo, que reconoce que este producto marcó una nueva etapa en este obrador familiar donde «el producto de la zona y el sabor en el resultado final son fundamentales», señala. El único azúcar que lleva es el espolvoreado final porque en su elaboración los ingredientes principales son la manteca, el vino verdejo y la harina. «Después de reformular la receta y hacer varias pruebas dimos con el resultado que buscamos, una alternativa a los tradicionales bollos de azúcar que me encantan», señala satisfecha.
Innovadora es la propuesta con la que Sandra Chicote, de La Pícara Gastroteca, se hizo con el premio del I Concurso de Croquetas de Burgos, donde presentó hace un par de años su croqueta de vendimia. «Una croqueta dulce hecha y pensada en homenaje a la vendimia en Ribera del Duero», apunta la cocinera. Se puede tomar de aperitivo y postre y armoniza bien con el vino blanco de albillo mayor. En la localidad de Aranda de Duero, el corazón de la Ribera burgalesa, no podía faltar una propuesta gastronómica dulce que aprovechase la potencialidad de la uva, una idea que además se gestó en época de vendimia y que se mantiene en carta durante todo el año. Para su elaboración se parte de una bechamel cremosa a la que se le añade chocolate blanco, cuajada, queso y nata. El rebozado se consigue con una mezcla de huevo y galleta y para completar el plato se le da presencia a una mermelada de vino de Ribera casera. Acompañan unas uvas, menta y azúcar glasé en el emplatado.
Aunque si las uvas tienen un momento clave ese es el día de Fin de Año. En su versión deshidratada, las uvas pasas no faltan en las mesas navideñas. Y cada 31 de diciembre se da la bienvenida al nuevo año con una docena de uvas, según marca la tradición española, una por cada campanada. En este caso, no es tan importante la variedad como el tamaño, los suficientemente pequeñas para evitar atragantarse.
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Pero, de momento, y aunque el tiempo pasa volando, podemos ir disfrutando de las propuestas más dulces en forma de postre con las que poner el broche de oro a cualquier comida.
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