Seis castillos embrujados para una visita terrorífica

En Inglaterra proponemos visitar la famosa Torre de Londres, ubicada junto al río Támesis. Construida bajo el mandato del rey Guillermo I, este edificio ha hecho las veces de prisión, residencia real, armería y cámara del tesoro de las joyas de la corona. La leyenda cuenta que aquí vive el espíritu de Ana Bolena, la segunda esposa del rey Enrique VIII, decapitada en este mismo lugar. Desde entonces, dicen, su fantasma sin cabeza se pasea por las estancias de la torre, a veces sola y otras encabezando distintas procesiones.

Los muros de la Torre de Londres también albergan otros fantasmas ilustres como el del rey Enrique VI, que fue apuñalado en la capilla de la torre Wakefield -dentro de la fortaleza-; o el del príncipe Eduardo V y su hermano el duque de York, hijos de Eduardo IV, encerrados en la torre y posteriormente asesinados por orden de su tío Ricardo III.

También el famoso Castillo de Edimburgo esconde, según cuentan, dos fantasmas. El primero corresponde al espectro del gaitero solitario -the lone piper-, un músico escocés al que los guardas del castillo ordenaron entrar en los pasadizos recién descubiertos para calcular la profundidad de los mismos, y de los que nunca llegó a salir. Desde entonces, son muchos los que afirman haber escuchado el sonido de una gaita durante su visita al castillo.

El fantasma del gaitero convive con el del famoso tamborilero sin cabeza. Durante la guerra, cuando los niños solían avisar del combate con los sonidos de tambores, uno de ellos murió de un cañonazo en la cabeza. Desde entonces, se dice que su espíritu vaga por los pasillos de esta fortaleza.

La historia popular apunta a que el espíritu de la Reina María de Rumanía habita en el Castillo de Bran, también conocido como el castillo del conde Drácula. Y es que el novelista Bram Stoker, que se inspiró en el príncipe Vlad Tepes para crear el personaje de Drácula, describe en su obra un castillo que bien podría ser el de Bran gracias al enorme parecido que comparten.

Sin embargo, esta fortaleza medieval fue, en realidad, la residencia de verano de la Reina María, cuyo cuerpo descansa hoy entre sus muros. Adentrarse en este edificio, salpicado de pasadizos y cuevas, es posible durante la noche más terrorífica del año, gracias a la fiesta de Halloween que se celebra en el castillo.

Eso sí, que nadie suba a la torre más alta del castillo pues se dice que quien lo haga en una noche de luna llena será lanzado al vacío por el fantasma de la reina.

También el fantasma de la reina María Antonieta habita en el Palacio de Versalles (Francia). Al parecer, tras ser guillotinada en la plaza de la Concordia, el espíritu de la reina se trasladó hasta el Petit Trianon, un palacio edificado dentro de Versalles que la reina ocupó en vida. Durante su visita, cientos de turistas aseguran haberla visto acompañada de extraños sonidos y luces que se encienden y se apagan. ¿Te atreves a comprobarlo por ti mismo?

Y terminamos en el Castillo de Frankestein (Alemania), donde está recluido el fantasma del que, dicen, es un médico roba-cadáveres. Se cree que esta fortaleza, ubicada en la ciudad de Darmstadt, fue una de las fuentes de inspiración de la escritora Mary Shelley para escribir su obra más famosa: Frankestein. Al parecer, el castillo, construido en el siglo XIII, está habitado por el fantasma de Johann Konrad Dippel, médico y alquimista, que se dedicaba a robar cadáveres con el objetivo de resucitarlos gracias al elixir inmortal que fabricaba con los cuerpos que robaba. El mejor momento para encontrarnos con este espíritu es, aseguran desde Musement, entre Navidad y Año Nuevo pues se dice que, en estas fechas, suele estar sentado en el tejado de la capilla.

El castillo del Buen Amor se encuentra en el municipio de Topas (Salamanca) y es el único vestigio que queda de lo que en su día fue el Señorío de Villanueva de Cañedo. La antigua fortaleza se ha convertido hoy en un solicitado lugar de descanso pues ha sido reconvertido en un hermoso hotel-posada con mucho encanto. No en vano fue ya declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento por Decreto de 3 de junio de 1931.

Pero este enclave es además un lugar de cita obligada para los amantes de lo enigmático, pues allí han acaecido extraños hechos como apariciones fantasmales, ruidos y susurros extraños, llamadas telefónicas desde habitaciones vacías, repentino encendido de aparatos eléctricos y puertas abiertas por manos invisibles y de los que han sido testigos los huéspedes y empleados del hotel.