Entusiasmo no les falta a la hora de remangarse la camisa y ponerse el delantal. Un grupo de niños de entre seis y doce años que participaron en los talleres de cocina que se organizan en el Mercado del Val, afrontaron y resolvieron con soltura ... el reto de elaborar tres platos con los que sorprender en casa. Uno de pasta, una clásica lasaña para degustar en cualquier momento; unos buñuelos de bacalao, para ir practicando de cara a Semana Santa, y unas deliciosas hojuelas, para disfrutar de uno de los dulces más demandados durante los carnavales.
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Esta claro que las hojuelas triunfaron porque pocos se resisten a hincarle el diente al resultado de esta receta tradicional. Así lo confirmaba Martina, de nueve años, que, a pesar de tener un brazo escayolado, bate con esmero los huevos en un cuenco. Sus compañeras de mesa, Coral y Carolina, asienten con la cabeza mientras rayan el queso con el que cubrirán la lasaña.
La docena de niños que participaron en la sesión prestaron especial atención a las indicaciones para elaborar el dulce de Carnaval. Azúcar, huevos, harina, aceite y anís fueron los ingredientes que colocaron sobre la mesa. El primer paso, cascar un huevo en un bol y «es importante tratar de partirlo por la mitad porque utilizaremos la mitad de la cáscara como medida», apunta una de las monitoras.
A continuación, se distribuyeron tres cuencos con un huevo y, mientras una sujetaba la media cáscara, otra echaba el aceite y lo vertía en el bol. Coordinadas y concentradas, las chicas siguieron los pasos hasta obtener la masa, que estiraron con un rodillo. Con la ayuda de la espátula fueron echando al aceite muy caliente los rectángulos de masa. En cuanto estuvieron doraditas las sacaron y espolvorearon con azúcar o con un chorrito de miel.
Antes de disfrutar del postre los pequeños ya habían preparado una lasaña y unos buñuelos. Para Matilda, de siete años, la parte más complicada fue batir los huevos. Mientras, a su lado Vega, de la misma edad, apuró hasta el último gramo del queso que tenía que rallar para cubrir la lasaña. Adrián, de doce años, se encargó de la bechamel. Y en cuanto a los buñuelos de bacalao, los pequeños se divirtieron montando las claras de huevo al punto de nieve. Al finalizar el taller, los pequeños pudieron disfrutar de los tres platos que habían preparado.
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