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Color y sabor inconfundible del verano. El rojo pasión reivindica su lugar en la gastronomía estival y las cerezas encabezan la lista de las frutas rojas dispuestas a explorar sus posibilidades culinarias. Buena conocedora de su potencial es Isabel Álvarez del restaurante En tiempos de ... Maricastaña (Burgos). «En el restaurante La Fábula empezamos a hacer menús con cerezas en todos los platos. Ahora en Maricastaña no podemos seguir el mismo formato de degustación pero sí que los incluimos en nuestro menú», explica.
En plena temporada, las Caderechas burgalesas están presentes desde primera hora del día, «para desayunos ofrecemos confitura de cerezas», hasta los postres pasando por primeros platos con un sabor tan interesante como el tartar vegetal de Caderechas.
Su elaboración es sencilla y prima sobre todo la calidad de la materia prima para que el resultado final sea un espectáculo de sabores en boca. Lo primero que hace falta es trocear y quitar el hueso de un puñado de cerezas. La mancha es difícil de quitar así que Isabel aconseja usar guantes. El tartar se elabora en frío, así que una vez organizados los ingredientes se trata de ir incorporándolos uno a uno en un recipiente. Tras las cerezas picadas se añade un poco de cebolla roja picada y de aguacate.
Al combinado se suman unos trocitos de melón, tomate seco, jengibre, una pizca de sal, de zumo de lima y de soja fermentada con shiitake. No falta en este tartar una cucharadita de mostaza de Dijon, un chorrito de aceite de nuez, unas semillas de chía, sésamo blanco y unas especias para darle el toque picante. Con cuidado se remueven los ingredientes hasta que estén bien integrados y por último se incorpora el mijo, para que no pierda textura crujiente, y, un poquito de arroz inflado. «Es una mezcla en al boca carnosa pero a la vez refrescante» describe la cocinera. En el momento de emplatar, sugiere pintar una base generosa de pasta de aceituna sobre la que se colocará el molde para rellenar. Para decorar, se le pueden poner unos guisantes de wasabi y aderezar con un poco de aceite.
Abiertos desde hace seis años en la capital burgalesa, la cocina de En tiempos de Maricastaña se caracteriza por el uso de una base tradicional combinado con una cocina moderna de forma que el comensal pueda elegir un clásico como la morcilla de Burgos con pimientos asados confitados o por ejemplo, un pulpo marinado con kimchi. «Estamos abiertos a todo tipo de público. Aquí puedes gastarte desde doce euros hasta cincuenta en función de los platos», explica Isabel Álvarez que ha encontrado en la fórmula del servicio de picnic, una buena aceptación por parte de sus clientes en esta nueva normalidad. «Es una propuesta para que la gente pueda recogerlo y comer en el campo o donde quieras y no tengas que ir a casa a calentarlo», apunta.
Ingredientes Cerezas, aguacate, tomate seco, jengibre, mijo inflado, arroz inflado, cebolla roja, pasta de aceitunas para decorar, un poco de melón, mostaza de Dijon, aceite de nuez, semillas de chía y de sésamo y especias
Proceso En un bol añadir y mezclar picadas, cerezas, cebolla roja y aguacate. Echar unos trocitos de melón, tomate seco, un poco de jengibre, lima, sal, soja fermentada con shiitake, una cucharada de mostaza de Dijon, un chorrito de aceite de nuez, un poco de sésamo blanco y unas semillas de chía. Una vez esté todo bien mezclado e integrado se le añade para conseguir una textura crujiente un poco de mijo y arroz inflado. Para emplatar se prepara una pasta de aceituna negra y se coloca el molde del tartar que se rellenará con la mezcla. Por último se le ponen unos guisantes de wasabi y se adereza con un poco de aceite
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