Carlos Sanz Mínguez. Director del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg

«El vino era un bien de lujo para los vacceos»

–¿Cuáles son, a grandes rasgos, los hallazgos arqueológicos que demuestran la relación histórica de la zona con el vino?

–El más importante es el vino. Tenemos restos de tartratos que han aparecido en vasijas específicamente concebidas para el consumo del vino. Además, muy características del mundo vacceo, que no encontramos en otros contextos del ambiente ibérico. Hay copas, aquí no llegan las importaciones griegas, los kilies donde se consume ese vino, pero sí están las adaptaciones locales que hacen las gentes vacceas. Hemos podido analizar, por los restos de algunas copas, los contenidos y hemos podido determinar la presencia de tartratos que nos ponen en relación directa con el vino, el consumo del vino, aunque no era la única bebida; también se bebía cerveza e hidromiel. Además, todos los elementos de banquetes funerarios como son las parrillas, los corderos lechales… Hay toda una serie de elementos que están aquí, que se han mantenido durante 2.000 o 3.000 años en el territorio.

–¿Cuáles son los puntos en común y las diferencias de cómo se entendía el vino entonces y ahora?

–Tendríamos que plantear distintos niveles, el de producción por un lado. Sabemos que se consume, pero no sabemos desde qué momento se está produciendo en este territorio el vino. En lo que se refiere al consumo, la diferencia fundamental es que en esa época el vino es aún un bien de lujo. No está todavía democratizado el vino y eso lo hemos podido saber porque está asociado siempre a las tumbas de élite, que tienen arreos de caballo, que tienen puñales o espadas damasquinadas… Conjuntos más señeros y no en otras tumbas más humildes. Entre eso y las fuentes, podemos afirmar que era un vino que se consumía con frecuencia, pero que no estaba generalizado al común de los mortales.

–¿Las líneas de investigación van a ir en pos de poder demostrar, encontrar esos primeros lagares?

–Claro, si encontráramos lagares como los del Aquejo, en ese mundo ibérico, eso sería genial. Eso significa excavar en extensión y, hoy por hoy, con los presupuestos que tenemos es difícil. Estamos en algo muy importante también, que es procesar toda la información que hemos sacado porque corremos el riesgo de que quede en los almacenes sin estudiar. Es mejor contenerse y procurar avanzar poco a poco. Que intentar avanzar mucho y que se atraganten los hallazgos.

–¿Cómo se sufraga?

–Es un proyecto de la Universidad de Valladolid. La Universidad tiene este centro y un presupuesto anual y luego tenemos toda una serie de patronos que nos apoyan, particularmente Vega Sicilia y la DO Ribera del Duero. También de lo que generamos a través de visitas guiadas, programas para niños, educación… Distintas actividades que vamos desarrollando a lo largo del año.

–Pese al auge que están teniendo la cultura del vino y el enoturismo, Pintia es aún una gran desconocida para el público...

–Sin duda. Los yacimientos arqueológicos son focos y más cuando estamos hablando de bienes de interés cultural. Esto es una zona arqueológica, no es cualquier yacimiento. En la comunidad tenemos 20.000 yacimientos, pero zonas arqueológicas, bienes de interés cultural son aquellos que están distinguidos por sus valores extraordinarios y su capacidad de generar cultura, recursos económicos, turísticos… Yo creo que es una asignatura pendiente en esta comunidad desde hace muchos años. Hace falta potenciar lugares concretos, apostar no por café para todos, sino coger dos o tres centros de cada provincia y decir que vamos a por estos y en 40 años seguro que tendríamos un factor de desarrollo muy importante. Porque hay una demanda también.

–La falta de agua de este verano ha sacado el foro...

–Con la prospección aérea podemos descubrir cosas. Este año se veía muy bien el foro de la ciudad romana, hay que aprovechar esas oportunidades. Con el dron volamos prácticamente todas las primaveras para ir descubriendo esos vestigios. Pero todo eso está por descubrir.