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Nieves Caballero
Valladolid
Lunes, 21 de septiembre 2020, 16:50
El sector vitivinícola de Castilla y León ha vivido hoy una jornada apasionante. De manera online, más de 70 profesionales del mundo del vino de toda España han participado en una cata singular impartida por los Masters of Wine Almudena Alberca, desde Valladolid; Pedro Ballesteros, ... desde Bruselas; y Sarah Jane Evans, desde Londres. Los participantes, que habían recibido previamente las muestras de las elaboraciones, ha permitido catar seis vinos elaborados con variedades minoritarias recuperadas por técnicos del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) y que se encontraban en peligro de extinción. Los tres Master of Wine ha destacado el potencial de estas castas que, en el futuro, podrán plantar los viticultores una vez que sean certificadas y se puedan multiplicar su material genético para que sean distribuidas por los viveros.
Las protagonistas han sido las variedades puesta en cruz (o rabigato), gajo arroba, negro saurí, cenicienta, estaladiña y tinto jeromo, vinificadas con uvas de la cosecha de 2019 en la Estación Enológica de Castilla y León, situada en Rueda. Estas seis variedades forman parte de una colección más amplia que llega hasta las catorce que se han seleccionado con buenas aptitudes enológicas o agronómicas, de más de un millar de cepas originarias que se encontraron en más de 200 parcelas de Castilla y León.
Se trata de seis variedades ancestrales recuperadas de la extinción en distintos puntos de Castilla y León por el Itacyl, que lleva desde los 90 inmerso en un trabajo investigador que permita recuperar y seleccionar los mejores clones de variedades locales que puedan adaptarse al viñedo de la comunidad autónoma y proporcionen un patrimonio resistente al cambio climático, complementario con el de otras variedades ya instaladas en el campo de Castilla y León y capaces de aportar valor a sus zonas de origen.
La jornada ha estado conducida por el cofundador y director de Alma Vinos Únicos, Paco Berciano, y además ha contado con la participación de los investigadores del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León José Antonio Rubio Cano, investigador y Jefe de la Unidad de Cultivos Leñosos y Hortícolas del Itacyl, Enrique Barajas Tola, investigador del mismo departamento, Sergio Vélez Martín, becario predoctoral de ese departamento y Alberto Martín Baz, enólogo de la Estación Enológica de Rueda.
Almudena Alberca ha subrayado «la personalidad» de las distintas castas, todas ellas con una alta acidez y un buen pH como se ha demostrado en la cata a pesar de que la añada de 2019 fue muy cálida y seca. Por lo tanto, son variedades que se adaptan al cambio climático. La directora técnica de Viña Mayor ha argumentado que «hay que ir construyendo el futuro a medida que lo requiera el cambio climático y los gustos de los consumidores», que en los últimos años se decantan por vinos menos potentes y más afrutados, como los que se han podido degustar. La enóloga se ha mostrado dispuesta a elaborar vinos con estas uvas en el futuro también por su capacidad de envejecimiento.
Sarah Jane Evans, por su parte, ha destacado que son variedades «con mucho potencial para los jóvenes sumilleres británicos que se interesan por vinos diferentes y los periodistas especializados como yo, que estamos deseando probar cosas buenas y buscamos vinos que no sean muy potentes y más ligeros». La casta que más le ha emocionado a la Master of Wine británica ha sido , denominación de origen reconocida por sus blancos de verdejo pero que también elabora tintos. «Tiene carácter y buena acidez», ha resaltado. Una apreciación en la que ambas coinciden con Pedro Ballesteros.
La primera vinificación que se ha catado es de la variedad blanca puesta en cruz, también conocida como rabigato, que se localizó en parcelas de la DO Arribes. Alberto Martín ha explicado que se encuentra en suelos arenosos y es el único de los seis vinos en el que se utilizaron levaduras no autóctonas. Para Pedro Ballesteros esta variedad que se encuentra a los lados de la frontera del Duero, en España y Portugal, puede ser adecuada para refrescar otros vinos por su alto grado de acidez y su pH.
La segunda microvinificación era de gajo arroba, también hallada en la DO Arribes, una variedad de taninos suaves que se adapta al cambio climático. Alberto Martín ha recordado que los minifundios han contribuido a conservar esas variedades que estaban mezcladas en las viñedos más viejos. Almudena Alberca, cuya familia es originaria de la zona de la raya de los Arribes, describió sus racimos y bayas grandes, de ahí su nombre. «Es un vino muy perfumado, tonos azulados y notas de flores y frutas azules, de cuerpo ligero pero persistente en boca», describió la enóloga, para quien es una casta con mucho potencial para añadir a los vinos de la bruñal, uva de la DO Arribes, una zona de clima mediterráneo y temperaturas altas.
Ese ha sido otro de los aspectos destacados por los tres Master of Wine y los técnicos del Itacyl, la capacidad de estas castas de ser mezcladas con otras variedades de Castilla y León para elaborar 'coupages' o mezclas muy interesantes».
El tercer vino era de negro saudí, también llamada merenzao, una uva de ciclo corto que madura muy rápido por lo que hay que tener mucho cuidado en vendimia para que no se vaya, presente en las DO Bierzo y León, «también llamada tintilla en Canarias», ha recordado Pedro Ballesteros. El Master of Wine señaló el potencial que puede suponer esta casta para una zona deprimida y despoblada como Tierra de Campos, donde el cereal ha sido el rey de los cultivos y las viñas se plantaban en las laderas. Al mismo tiempo, puso en valor su capacidad de mezcla junto a la uva prieto picudo, reina de la DO León.
Sarah Jane Evans se mostró apasionada por el siguiente vino experimental, el elaborado con la casta tinta cenicienta, que se halló en viñas de la DO Rueda. «Es una uva que tiene buena acidez y buen pH, con rusticidad y carácter», apuntó, antes de asegurar que «el vino es muy jugoso y con una energía muy interesante». También Paco Berciano hablo de «una variedad esplendorosa con futuro».
El quinto vino era de estaladiña, conocida como pan y carne, que se confunde con merenzao en la viña, según señaló Alberto Martín. La cata finalizó con la variedad minoritaria tinto jeremo, también con mucha estructura y carácter.
Alberto Martín explicó que las vinificaciones se han realizado en pequeños depósitos de acero inoxidable con levaduras indígenas, salvo el blanco de puesta en cruz. También se ha hecho una prueba de envejecimiento de la casta negro saudí en barrica de roble francés vieja porque «es una variedad muy delicada que no aguantaría una barrica nueva». Todos ellos se han elaborado de la misma forma pero el enólogo adelantó que permiten otro tipo de producciones. También calculó que habrá que esperar cinco o seis años hasta que se puedan plantar.
Paco Berciano considera que Francia, con más de 370 variedades autorizadas, e Italia, con más de 200, ya tienen el libro del vino escrito aunque siempre se pueda cambiar, mientras que en España, con 84 castas permitidas en las distintas denominaciones de origen, «el libro está por escribir».
Respecto a la situación de la comercialización de los vinos españoles en estos momentos de pandemia, el director del gran encuentro enológico en Burgos Alma Vinos Únicos argumentó que «cada vez bebemos menos vino pero cada vez hay más gente joven que se incorpora al mundo del vino con mucha pasión». En este sentido, se mostró optimista. «Aunque todo esté condicionado por la situación sanitaria. El futuro es interesante porque el mejor vino está por llegar», concluyó Paco Berciano.
Las seis variedades presentadas forman parte de una colección más amplia que llega hasta las catorce que se han seleccionado con buenas aptitudes enológicas o agronómicas, de más de un millar de cepas originarias que se encontraron en más de 200 parcelas. De ellas se han seleccionado después una treintena con interés y que finalmente ha quedado en esas catorce uvas recuperadas. Las ocho restantes son áurea, bastardillo chico (merenzao), bruñal, mandón (garró), negreda, puesto mayor, rufete serrano blanco (que desde esta vendimia podrá lucir la contraetiqueta de la DOP Sierra de Salamanca) y verdejo colorao.
Algunas de ellas ya están reconocidas oficialmente como variedades comerciales y otras están en proceso de evaluación por la Oficina Española de Variedades Vegetales (OEVV). Una vez que sean aprobadas por el Ministerio de Agricultura podrán ser incorporadas a las denominaciones de origen que lo deseen, siempre que cambien sus pliegos de condiciones.
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