Los sobresaltos del cambio climático

El sector vitivinícola afronta numerosos y variados retos de futuro para afianzarse en su posición de motor económico y referente de calidad en la región. Sin duda, uno de los principales objetivos se basa en la necesidad de saber adaptarse con éxito a las consecuencias del cambio climático, que ha llegado para quedarse y se irá acrecentando en las próximas décadas. Las altas temperaturas, la sequía y los episodios de clima extremo son algunos de los efectos que han comenzado a constatarse ya en el mundo del campo, en general, y en la viticultura, en particular. La subida del termómetro experimentada en los últimos años propicia un aumento en la concentración de azúcar de la uva, lo que provoca una mayor graduación alcohólica de los vinos. Este fenómeno puede llegar a alterar la calidad y cualidades como sabor, color, aromas o notas olfativas. Por otra parte, los cambios en los patrones de precipitación provocan sequías e inundaciones que afectan al equilibrio hídrico. A eso, se suman los episodios de clima extremo, con heladas tardías y tormentas severas con impactos muy negativos en la cosecha. Buena prueba de ello se ha vivido en la difícil campaña de 2024, llena de inclemencias climatológicas que han hecho que viticultores y bodegueros hayan tenido que echar el resto para sacar adelante una cosecha de gran calidad, a pesar de las heladas de primavera, el pedrisco y las trombas de agua.

Por lo tanto, te queda claro que los impactos de cambio climático han dejado ya sus consecuencias reales y evidentes a pie de viña. Los ciclos cada vez serán más complicados y despertarán más incertidumbres entre los profesionales de la viña. El sector trabaja para plantar cara a esta realidad buscando nuevas variedades de vid mejor adaptadas, utilizando tecnologías para reducir el grado alcohólico, plantando en altura y apostando por el riego, una práctica que hasta ahora no era habitual.

En Castilla y León, el cultivo de viñedo ocupa algo más de 83.000 hectáreas, lo que representa aproximadamente un 8,5% de la superficie nacional. Las hectáreas están distribuidas en toda la región con una parte significativa incluida en denominaciones de origen protegidas, convirtiéndose en un importante motor económico con más de 600 bodegas y 18.000 viticultores y un factor que ayuda a fijar población en el medio rural. Ribera del Duero, Rueda y Toro lideran en este orden la superficie de viñedo. Una apuesta para el futuro de nuestros pueblos y también para proyectar la imagen de marcas de calidad y atraer a visitantes.

Seguro que el mundo del vino sabrá jugar bien sus bazas, al tratarse de un sector muy dinámico e innovador que está sabiendo capear los cambios con profesionalidad y éxito. Acciones centradas, por ejemplo, en las plantaciones en altura y la renaturalización de los viñedos, son algunas de esas bazas de futuro. Otras de las líneas abiertas se centran en la identificación y la selección de variedades resilentes a este cambio climático, el uso y la gestión sostenible y eficiente del recurso hídrico, la puesta en práctica de técnicas de laboreo sostenibles sobre el suelo del viñedo, además de la aplicación de técnicas de cosecha y poda adecuadas.

En lo que se refiere a las futuras plantaciones, los expertos defienden que será fundamental la selección de variedades, la diversificación de esas variedades y la elección de la ubicación. Tres factores que se consideran relevantes para afrontar el cambio. Dentro de las acciones puestas en marcha, existen también algunas que se salen de lo tradicional. Es el caso de la Escuela de Enología San Gabriel que, desde hace casi dos años, se encuentra enfrascada en un proyecto tecnológico que a través de placas fotovoltaicas pretende frenar los efectos del cambio climático sobre los viñedos en Castilla y León. Una iniciativa pionera que busca ser capaz de reducir dos puntos el grado alcohólico de las uvas que salen de las viñas agrovoltaicas. Un ejemplo novedoso y en fase de prueba, que demuestra el dinamismo y las ganas del sector del vino por buscar caminos para sobrevivir manteniendo la actividad y la calidad.

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