Ribera del Duero, mucho más que vino

Fue el 21 de julio de 1982. Mientras el mundo seguía girando y en las viñas los racimos cogían color, en la estación de metro de El Retiro de Madrid tenía lugar un hecho que iba a cambiar la vida de una pequeña comarca rural a orillas del Duero de las provincias de Soria, Burgos, Segovia y Valladolid.

Tierra de viñas, de vinos, de bodegas tradicionales. Lugar donde los tintos y claretes han sido siempre compañeros de vida. De gentes nobles, trabajadoras y comprometidas con su territorio. Una comunidad que pocas veces había pisado la estación de metro de El Retiro, que vivía por y para el campo, que simplemente quería forjarse un futuro. A ellos, los que hoy se conocen como fundadores, la casualidad o el destino les llevó a esa parada de metro para forjar un proyecto definitivo que recibió el nombre de DO Ribera del Duero. Una marca de calidad que fuera aval de su trabajo, de su porvenir, y que pusiera a cada pueblo en el mapamundi. Bodegueros, cooperativistas y administraciones se habían empeñado en hacerlo posible. Y la realidad tomó forma en Madrid, en ese curioso escenario, aquella mañana calurosa del 21 de julio de 1982. En el año del Mundial, los goles pasaron a ser algo secundario para la comarca ribereña. Los brindis fueron protagonistas. ¡Había nacido por fin la Denominación de Origen Ribera del Duero!

Pero habría que mirar muchos siglos atrás para encontrar el origen de la DO. Siempre ha habido en esta tierra buen viñedo, buena uva, y un espíritu creativo inagotable. A lo largo de los años han cambiado muchas cosas: mejores medios, tecnología, investigación y desarrollo. Aunque algo se mantiene inalterable: el saber hacer, el talento, las practicas sostenibles y la búsqueda del mejor vino, el que hable de la tierra, de la familia, de las manos que lo crean. Así, haciendo las cosas bien y sin perder nunca la esencia, la DO Ribera del Duero se ha convertido en un referente internacional de calidad, diversidad y de buenos vinos.

Primero fueron los tintos los que se hicieron un lugar en el paladar de los consumidores del mundo. Los españoles conocieron también pronto la maestría de los bodegueros ribereños con claretes o rosados. Inquietos y ambiciosos, los profesionales han buscado siempre nuevas formas de complacer y ofrecer disfrute. Grandes manejos de los tiempos de crianza, innovación en el uso de madera, búsqueda del mayor potencial de la uva, estudio de cada terreno. Como resultado la gama de vinos se ha diversificado hasta conformar una oferta diversa, incomparable, donde cada bodega es un mundo que convive en un mismo universo.

El compromiso con la tradición, el legado, y el patrimonio natural ha escrito recientemente un gran capítulo de la historia de esta DO. Su obsesión por preservar la variedad albillo mayor, uva blanca autóctona de esta comarca, legendaria y de infinitas posibilidades, ha dado lugar a unos vinos blancos de excepcional calidad, que difícilmente pueden describirse sin ser disfrutados, pues los adjetivos se quedan cortos. Desde que fueran aprobados en 2019 los blancos de Ribera del Duero han agotado cada añada elaborada y se han ganado a la crítica y al público internacional.

Pero Ribera del Duero es mucho más que vino. El Espíritu Ribera llena cada momento vital. Es arte, cine, música, patrimonio monumental, naturaleza, innovación y desarrollo. El compromiso del Consejo Regulador con la cultura se plasma en acontecimientos de la importancia del festival musical 'Sonorama Ribera', galardonado entre otros con el Premio Ondas; de la Seminci, festival de referencia en cine de autor considerado una de las grandes expresiones culturales nacionales; del Festival de Cine Fantástico de Catalunya en Sitges, considerado uno de los grandes eventos del terror y la ciencia ficción internacional.

Esta DO es un motor económico y social, con un impacto enorme en el territorio en el que se sitúa. Con un compromiso ejemplar con sus gentes y sus pueblos. Celebrando en territorio una Gran Fiesta de la Vendimia que se ha convertido en cita imprescindible para quienes viven el vino. En 2022, Ribera del Duero ha cumplido 40 años de vida intrépida y fabulosa, mirando a un futuro que se aventura apasionante. No hay mesa ni celebración en la que falte una botella de un vino de la DO Ribera del Duero es el vino de los grandes días, de las ocasiones especiales. Pero, mucho más importante, es el compañero en la rutina, en la cotidianeidad. Porque Ribera del Duero es un socio de vida. Y la historia no ha hecho más que empezar. Queda mucho por vivir, por brindar, por disfrutar. Y por agradecer. Porque sin la lealtad de los consumidores, sin la confianza de quienes por primera vez se acercan al vino, sin la hostelería y restauración… nada hubiera sido posible.