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El riego por goteo se inventó hace siglos en China. Desde los primeros sistemas rudimentarios en los que se recurría a vasijas de arcilla semienterradas en la tierra junto a los cultivos para almacenar el agua de la lluvia y proporcionársela a la planta poco a poco, han pasado más de dos mil años. Este sistema se fue perfeccionando con el tiempo y la primera versión moderna se montó en 1860 en Alemania. Ya en 1965, Simcha Blass y su hijo Yeshayahu mejoraron el sistema de emisores del sistema de goteo en el kibutz Hatzerim por extrema necesidad, a consecuencia de la escasez de agua en Israel. Su invento fue una revolución para la viña.
La tecnología avanza y el viticultor y enólogo Tomás Postigo ha instalado un novedoso sistema de riego por microaspersión procedente de California (Estados Unidos) en una hectárea de viña de forma experimental. De hecho, es el primer viticultor que recurre a este sistema en España y Europa, y el resultado ha sido tan beneficioso que ya se ha planteado instalarlo en sus 22 hectáreas de viñedos, en Peñafiel, Curiel de Duero y Castrillo de Duero, a pesar de que supondrá una gran inversión. Ha podido comprobar sus beneficios en la vendimia de este año, cuando está a punto de concluir la recolección.
El bodeguero y enólogo cuellerano, con bodega en Peñafiel, explica las ventajas de la microaspersión. «La aspersión no puede utilizarse en la viña porque riega también las hojas y las uvas, pero el riego por goteo israelí evita este problema. Sin embargo, solo riega el 30% del sistema reticular de la planta, mientras que con la microaspersión el agua llega a toda la calle y a todas las raíces, de las que se nutre la vid, de manera que aprovecha todos los nutrientes», segñun defiende.
Los tubos en los que van los microaspersores se cuelgan del cable de la espaldera a 30 centímetros del suelo. Requieren más caudal que el riego por goteo, ya que este último aporta tres litros de agua a la hora, cuando el nuevo sistema llega a los 30 litros en 60 minutos. Además, permite arar con intercepas en la línea de plantas sin interrupción.
Si instalar el riego por goteo en una hectárea de viña cuesta 1.600 euros, el nuevo sistema se eleva a 3.400 euros. Aún así, Tomás Postigo calcula que «la inversión se amortiza porque en esa hectárea las cepas han dado un 10% más de producción y mayor calidad». Después de una primavera lluviosa y un verano muy seco, «la planta estaba a punto de sufrir estrés hídrico, por lo que programamos dos riegos de 60 litros por mero cuadrado».
El objetivo es siempre el máximo aprovechamiento del agua y que la aportación sea la adecuada para cada cepa. Aunque hubo momentos en los que imperaba en España la falsa creencia de que el riego estaba reñido con la calidad, en la actualidad nadie duda de que en ocasiones es una necesidad imperiosa. «El riego es necesario en el 90% del viñedo español, salvo en Galicia», apunta Postigo.
El viticultor y enólogo explica que, por ejemplo, cuando caen 400 litros de agua por metro cuadrado en invierno y primavera, «igual no es necesario regar la viña, pero sí cuando han sido 200 litros».
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