Manolo Sierra: «El vino ha sido siempre fuente de inspiración»

Paisajes, murales característicos entre las principales arterias de Valladolid o incluso cajas de vino son algunas de las creaciones de Manolo Sierra. Hay infinidad de obras artísticas que ponen, de un modo u otro, el vino en el foco de atención. Lo cierto es que la historia del vino se remonta entre 4.000 y 6.000 años a. C. Según testimonios literarios y diversos materiales arqueológicos, Mesopotamia podría haber sido la cuna del vino. Su consumo de vino estaba reservado a los círculos aristocráticos. Es en Egipto donde se encuentran las primeras representaciones que hacen referencia al vino.

Manolo Sierra es pintor, muralista, dibujante, ilustrados y diseñador gráfico nacido en el municipio de Villablino (León), aunque es vallisoletano de adopción y reside en Simancas. Ha colaborado como escenógrafo teatral y es editor habitual de grabados, serigrafías y litografías. Su pasión por la pintura comenzó a los 12 años, pero hasta los últimos años de la década de los 70 no decidió dedicarse exclusivamente a la pintura. Desde entonces expone regularmente en circuitos de galerías nacionales e internacionales, tanto privadas como institucionales, acudiendo periódicamente con su obra a ferias y bienales. En su obra utiliza óleo, acrílico, acuarela, cera y técnicas mixtas.

–¿Cómo se relaciona el mundo enológico con la pintura?

–Se relacionan por la vía histórica. El vino está presente desde la cultura micénica en el Palacio de Cnosos, prácticamente desde el origen de los tiempos. Traducido en murales, en pinturas de ánforas, en mosaicos, en las mansiones y en todas partes. A medida que avanzan los siglos, el Barroco se convierte en uno de los máximos exponentes del vino, el arte contemporáneo también e, incluso, los pintores abstractos utilizan colores motivados por el teñir del vino. Los pintores vallisoletanos estamos muy ligados a este producto de nuestra tierra.

–¿Cómo describe la tradición vinícola de la ciudad vallisoletana?

–Allá donde voy lo digo a diestro y siniestro: «Estamos en la tierra del mejor vino del mundo». Especialmente si hablamos de claretes y tintos, pero también en la parte sur de Valladolid con los blancos. Harán vinos buenos en todas partes, pero que nadie me discuta que tenemos el mejor vino del mundo. No me vale esa película de Borgoña, 'Bourgogne' en francés, que tendrán vinos muy buenos, pero como el de Valladolid no he catado nada mejor.

–¿Qué vino recomendaría para una cena entre amigos?

–En estas ocasiones en las que nos juntamos los amigos para cenar confesaré que soy muy de tintos. Apostaría por una bodega por la que tengo extrema debilidad. Bodega Hiriart de Cigales que hace muy buenos claretes, pero también unos tintos inmejorables. Pero claro, quién niega un Vega Sicilia, por ejemplo. Me interesan también mucho los vinos de bodeguero. Por supuesto que las denominaciones de origen son únicas, pero los de bodeguero también tienen calidad.

–¿Qué vino consume cuando va de tapeo?

–Si voy a estar bastante tiempo de bar en bar posponiendo o eliminando la comida o lo cena opto por clarete. Me arriesgaría a decir que los claretes de Cigales, Mucientes o Corcos son los que habitualmente pido. También los verdejos diamantinos del sur de la provincia como Serrada o La Seca.

–¿Alguna inspiración en sus cuadros tiene relación con el vino?

–Pinto copas con vino y sin vino, botellas sin vino y con vino, uvas, cepas, paisajes de viñedos… He dedicado exposiciones enteras a este producto. Recuerdo alguna exposición que incluyo llevaba por título la palabra vino. Hubo una muy especial que mostraba cajas de vino personalizadas con cuadros que a la vez etiquetaban la pegatina que adorna las botellas de Hiriart. El vino siempre ha sido fuente de inspiración y un elemento de motivación pictórica.

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