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Debutó en 1999 con la película de David Trueba 'La Buena Vida' y una nominación a los Goya como Actriz Revelación. 25 años después se encuentra en un momento dulce de su carrera. Volcada en el rodaje de la serie 'Monos con pistola', un proyecto de la productora de Álex del Iglesia. Se trata de una comedia gamberra y muy divertida, protagonizada por Hugo Silva, que se verá en las plataformas digitales en el mes de mayo. De forma paralela, se prepara para ponerse al frente de su primer cortometraje como escritora y directora. La actriz, Lucía Jiménez no esconde su pasión por el vino y su cultura.
–¿Qué es el vino para Lucía Jiménez?
–Para mí es disfrutar y también una demostración de sabiduría de quien lo elabora.
–Ha sido Ribereña del Año, eso dice mucho de su apego...
–Fue un verdadero honor y más honor todavía cuando recientemente me han confirmado desde el Consejo Regulador en la Seminci que es una distinción de por vida. Es para siempre. Me hizo mucha ilusión pensar que me relacionan con la cultura del vino, la cual admiro mucho.
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–Entendida en vinos, aficionada… ¿en qué nivel?
–Aficionada. El mundo del vino es infinito y está vivo. Es como los libros, no hay capacidad para leer todos los que se han escrito. Es inabarcable. Admiro a la gente que sabe de vino y me gusta que me cuenten, aprender cosas nuevas con sus consejos… Soy una apasionada del vino, pero en el nivel aficionada.
–¿En qué se parece el vino a la interpretación?
–Hay una cosa en nuestro trabajo con la que veo una gran relación. Por muy elaborado que esté el trabajo, por muchos ensayos, por muchas tomas que hayas hecho, la edición, el género y todo lo que hay detrás, al final eso va a una gran pantalla o se emite en una televisión y es el espectador el que juzga. Decide si le gusta o no le gusta. Con el vino pasa algo muy parecido. Toda la labor que hay detrás: la plantación, la recolección, la elaboración… Y al final llega a una mesa y es el cliente el que va a decir si le gusta o no le gusta.
–¿Qué presencia tiene el vino en el mundo del cine?
–Desde las películas ambientadas en la época romana. He hecho una película del siglo II y recuerdo una escena en la que estaba tomando vino. Tiene, desde luego, mucha presencia. Se asocia con momentos de una buena tertulia, con momentos relajados, un encuentro entre amigos…
–Su momento, ese en el que nunca pueda faltar el vino...
–En un encuentro familiar, sin duda. En una celebración en familia…
–Entonces el vino es más para acompañar alegrías que penas.
–Siempre alegrías, y siempre con moderación y admirando la cultura del vino, de dónde viene.
–¿Blanco, tinto, rosado...?
–Tengo tendencia a pedir tinto, pero también me gusta el vino blanco.
–Hablemos de vino y posibles maridajes. ¿Con una película?
–El cine ensamblaría a la perfección con un cava. Lo identifico con un estreno, un acto de glamour.
–Con una persona o personas.
–Se me ocurre mucha gente… Pero, con mi marido, mi padre, mi hermana… En mi familia lo disfrutamos mucho.
–Con un lugar...
–El lugar más bonito para tomar un vino, para mí, es a lo largo de la Ribera del Duero. Toda esa carretera, la Nacional 122, donde hay paradas increíbles para conocer bodegas y vinos. Es un sueño.
–¿Con una propuesta gastronómica?
–Depende de qué vino, claro, y la comida. La verdad es que soy muy castellana, me gusta mucho un lechazo con ensalada y vino tinto.
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