Limonada con vino de la Ribera del Duero
Esta bebida típica de Semana Santa tiene la peculiaridad de elaborarse en Aranda de Duero con las mejores referencias de la DO
Cuenta la historia que hace siglos la limonada se bebía para celebrar cualquier acontecimiento festivo. En la actualidad, forma parte de una tradición enmarcada en ... las celebraciones de la Semana Santa.
El origen de la receta no está muy claro, ya que no es algo que esté documentado, sino que es una elaboración que se ha trasladado de generación en generación –por el de boca a boca–, y ha desembocado en variadas interpretaciones. Cuentan que la limonada pudo tener su nacimiento en León, en las disputas entre moros y cristianos. Sin embargo, es muy difícil establecer el momento y lugar de origen, ya que se encuentra muy arraigada también en otras provincias como Burgos.

Sin duda, la elaboración y consumo de la tradicional 'limoná' es una costumbre muy presente en la comarca de la Ribera del Duero, especialmente en Aranda de Duero. En la ciudad, durante la Semana Santa, uno de los imprescindibles es visitar los bares y establecimientos donde esté visible la lectura del cartel de «Hay Limonada». Por ejemplo, en la Bodega Peñacoba, situada en el casco histórico arandino, desde que abrieran sus puertas allá por el año 1976, preparan su particular limonada cada Semana de Pasión. Primero, fueron Lucio y Marcelina, que aprendieron la receta de sus padres. Ahora la elaboran sus hijos, Noemí, César y Pedro. Más de 45 años sirviendo esta tradicional bebida, cuya preparación se convierte en todo un ritual. «La hacían mis abuelos durante toda su vida, y la hemos seguido manteniendo con los mismos ingredientes y la misma forma de hacerla», explica Pedro Peñacoba, mostrando ya las botellas rellenadas con el producto estrella.
Detalla que para cada cántara de limonada, correspondiente a 16 litros de capacidad, se utiliza vino clarete de Ribera, además de un kilo y medio de limones, un kilo y medio de naranjas, un kilo de azúcar y unos quince palitos de canela en rama. «La dejamos macerarse seis o siete días, la colamos, la embotellamos, la metemos en la nevera y a servir bien fría», desvela Pedro, quien también destapa que, en alguna ocasión, «si el clarete es muy rosado se añade algo de tinto de Ribera del Duero».
Para esta Semana Santa, en Bodega Peñacoba se han elaborado unos 120 litros de limonada, que «se quedan en 80 o 90 botellas, ya que se va menguando por la fruta». «Se pide mucho durante la Semana Santa. Todo el mundo quiere probarla», señala.
En esta línea, recomienda maridar la bebida con otro reclamo imprescindible de la época, las torrijas. Asimismo, incide en que la clave principal del éxito del producto es que «si el vino es bueno, la limonada será buena». Y es que el establecimiento tiene una estrecha vinculación con la cultura del vino, ya que en el subsuelo alberga una bodega subterránea del siglo XV y visitable de forma gratuita. Allí, como es tradición, se brinda con la primera limonada que sirve y con la que se abre la temporada de Semana Santa.
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