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El médico Juan del Río-Hortega posa en los jardines del hotel Recoletos. Rodrigo Jiménez
Juan del Río-Hortega: «Valladolid sin bares o brindando con agua es inimaginable»
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Juan del Río-Hortega: «Valladolid sin bares o brindando con agua es inimaginable»

Este médico de Familia señala que no puede desaconsejar a nadie que beba un buen vaso de vino, siempre que no tenga alguna patología

Nieves Caballero

Miércoles, 14 de diciembre 2022, 22:05

Juan del Río-Hortega Bereciartu es médico de Familia desde hace 36 años. Aunque nació en San Sebastián, toda su vida la ha pasado en Valladolid, origen de su familia paterna. De hecho, es sobrino nieto del histólogo Pío del Río-Hortega.

En primer lugar. el doctor Juan del Río-Hortega Bereciartu señala que los médicos no debe «recomendar ninguna bebida alcohólica a nadie». Pero, al mismo tiempo, argumenta que «el vino es una parte importante de la cultura gastronómica de nuestro pueblo». Considera que «es un privilegio vivir en una comunidad autónoma como Castilla y León en la que hay vinos tintos blancos y claretes de tanta calidad y con tantas ventajas para el espíritu».

Recuerda que un médico, lejos de curar a las personas, tiene la obligación de aliviar los problemas de la gente. «La mayor parte de las enfermedades de ahora, las epidemias del siglo XXI, son las enfermedades crónicas: el colesterol, las cardiopatías, los problemas neurológicos, la diabetes, la hipertensión, etcétera, y los asuntos psíquicos, como es la depresión». Por eso, explica que los médicos «nos limitamos a aliviar, a paliar las consecuencias de esas enfermedades, porque nadie cura una hipertensión, para que el paciente no sufra unas consecuencias nefastas o mortales».

Estilo de vida

Para el doctor del Río-Hortega, «el vino es estilo de vida de los españoles, de los castellanos y leoneses y de los vallisoletanos. No podemos aconsejar a todo el mundo que tome vino porque hay personas que se medican, hay personas con problemas hepáticos que podrían inducir una cirrosis o en un cáncer, y muchas otras enfermedades asociadas al alcohol». Sin embargo, desde su punto de vista, «para una persona que no tiene ninguna patología, tomarse uno o dos vasos de vino al día no tiene por qué ser malo».

Explica que «en los años ochenta y noventa, los científicos señalaban que una dosis baja de vino era buena para la prevención de la ateromatosis, la aterosclerosis o arteriosclerosis, que es la fijación de placas de grasa en las arterias. Por eso se decía que era saludable para aquellos que habían sufrido un infarto de miocardio o un ictus». Aún así, advierte que «la única actividad que aumenta el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL), el llamado colesterol bueno, es el ejercicio físico».

Un aspecto que no se puede negar es que, en la cultura mediterránea, «durante muchos siglos, incluso milenios, tenemos el hábito de tomar vinos. No me imagino Valladolid sin bares, ni brindando con un refresco o con agua, porque creo que se nos agriaría la vida».

«Lo que importa es el individuo y, si el individuo es feliz, la sociedad será feliz»

Y es que, en su opinión, como persona que le gusta disfrutar, «la vida es el componente social y el individual. Seamos un poco más renacentistas. Lo que importa es el individuo y, si el individuo es feliz, la sociedad será feliz. Los españoles, los castellanos y leoneses y los vallisoletanos son hombres sociables, que se relacionan, que les gusta comer bien, cuando pueden, cuando están relajados, y si es con un vaso de buen vino, mejor. Como médico no puedo desaconsejar a nadie que beba un buen vaso de vino, siempre que no tenga alguna complicación física o psíquica».

Como aficionado, considera que hay un vino para ocasión. Confiesa que el tipo de vino que más le gusta es el tinto, pero no puede tomarlo por un problema médico. «Por suerte tenemos grandes vinos blancos en Valladolid. El vino blanco me sienta muy bien con cualquier tipo de comida», añade.

Tintos, blancos y claretes, iguales

Respecto a por qué siempre se habla más de las cualidades del vino tinto que de las de blancos y claretes, el doctor Del Río-Hortega considera que «probablemente porque se ha creado la idea de que el vino tiene que ser oscuro; se ve en la literatura y en el cine, –curiosamente ahora se ve más vino blanco en las películas–, tiene más cuerpo y es más apropiado para la carne, que aquí consumimos más que pescado. Hablan mucho de los taninos y los agentes antioxidantes de los tintos que rejuvenecen los tejidos; la realidad es que tanto el vino tinto, como el blanco y el clarete de toda la vida proceden de la misma fruta, la uva», por lo que no ve diferencia.

Si tuviera oportunidad compartiría una botella de vino y conversación con un personaje histórico como Alejandro Magno porque era un hombre «culto, discípulo de Aristóteles. Políticamente, unificador. Socialmente, global. Ilusionado e ilusionador. Gentil al tiempo que vicioso. Amigo y justo. Líder absoluto, en el sentido estricto. Dominante y romántico. Sexualmente infinito. Determinante y bondadoso. Cruel y caritativo. Inteligente. Conversador insaciable. Dubitativo con todo. Deseaba el bien».

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