Javier Ajenjo, director de Sonorama
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Javier Ajenjo, director de Sonorama
«Los jóvenes deben ver el vino como un acto de celebración»En 1998 nadie podía imaginar que aquel pequeño festival de interior organizado por primera vez por unos amigos, iba a convertirse en uno de los eventos más destacados del panorama musical nacional. 25 años después, su director, Javier Ajenjo, defiende que la filosofía de entonces ... sigue viva y asegura que en 2024 se vivirá la mejor edición de la historia de la cita musical.
–Sonorama Ribera suena a música, pero también a vino. ¿Cómo nació esa unión?
–Era una unión inevitable, surgió de una manera natural. Primero, porque debían encontrarse dos caminos que tenían que ir unidos y de la mano. Segundo, por la necesidad del festival de crecer y recibir un apoyo importante dentro del patrocinio de Ribera. Un apellido tan especial, que llevamos con mucho orgullo. Es una unión que dura quince años y que cada día se fortalece mucho más y tiene un horizonte más amplio. Nos esperan nuevas aventuras de cara al futuro, como Sonorama México en mayo, donde el vino estará también presente.
–Se habla de que el vino tiene la asignatura pendiente de llegar al público juvenil y Sonorama ha conseguido romper esa barrera. ¿Cuál es el secreto?
–Creo que el problema que ha tenido el vino, y que sigue teniendo, aunque ya menos, es que era ciertamente elitista. Se veía el vino como algo para gente más adulta. A día de hoy, eso ha cambiado gracias a factores como el cambio en el diseño de etiquetas, hacer las cosas más atractivas, los vinos más competitivos con buena relación calidad precio, la muy buena imagen de todas las denominaciones de origen... Por otra parte, es importante también educar al público, propagar la cultura del vino entre las nuevas generaciones. Que en Sonorama Ribera haya un winebar donde se pueden escoger desde vinos jóvenes hasta alta expresión, parece algo increíble dentro de un festival. El secreto ha sido el de romper las barreras y los corsés que antes nos limitaban bastante, pero ahora creo que no. Tenemos que darnos cuenta de que los competidores no son otras bodegas, sino otras bebidas. Hay que hacer que el público joven vea el vino como un acto de celebración, que con su pareja compren un botella y la descorchen en un día especial y que luego se vayan interesando poco a poco por la cultura del vino. Haciendo catas y bebiendo mejores vinos, pero vinos de todo el mundo, hay que quitarse el complejo. Lo importante es que se beba vino.
–Pocos complejos con el Ribermocho o Ribercola...
–Absolutamente ninguno. Alucinamos cuando vemos que el consumo de calimocho con Ribera en el festival es tan alto. Se ha convertido un coctel de calidad. Hasta que en Nueva York no dijo alguien que era cool mezclar el vino con coca cola, no se rompió esa veda. En Sonorama el Ribermocho o Ribercola es una religión. Ya tenemos ganada la mitad de la copa, por decirlo de alguna manera.
–Como ribereño, ¿cuál es su primer recuerdo vinculado con el mundo del vino?
–Cada vez que se acababa una botella de vino en nuestra casa, comiendo. En ese momento, me levantaba y limpiaba la botella, la agitaba y la dejaba limpia para volver a llenarla porque embotellaba el vino de garrafón que compraba mi padre. Ese es el primer recuerdo sobre vino que guardo con muchísimo cariño.
–Su primera vendimia...
–Íbamos con el tío Pedro, recuerdo la sensación de cansancio. Lo mejor era almorzar y juntarnos cuando llegaba esa hora, a disfrutar del congrio a la arandina. Eran vendimias bastante livianas, un día o dos como mucho. Jornadas de compartir y juntarse, bastante lejos de la dureza que supone el trabajo de vendimiar.
–¿Un vino para celebrar las alegrías o ahogar las penas?
–Un Ribera, hay que barrer para casa... La realidad es que me gustan mucho vinos. Recomendaría un buen vino de Mosela en Alemania, son vinos dulces y muy afrutados de vendimias tardías, o un buen vino blanco del Loira. Cuando te vas haciendo un poco más mayor, vas tirando hacia los vinos blancos.
–El estilo de música que mejor marida con un buen vino...
–El rock and roll. Cualquier música marida, pero creo que el vino se asocia con la transmisión de intensidad, de emociones, de energía... Bruce Springsteen es un buen ejemplo de cómo es un vino, cómo ha envejecido, cómo ha evolucionado y el placer que supone escucharle.
–Y la canción o canciones...
–-Muchísimas... El otro día, sin querer, saltó en mi coche a deshoras, una canción de Antony and the Johnsons, la hubiera escuchardo placenteramente con un buen vino, o cualqueir canción de The Nacional.
–¿Qué puede adelantar de Sonorama 2024?
–Va a ser la mejor edición nunca conocida. Habrá mucho vino, mucho lechazo, muchísima música en las calles de Aranda. Y, sobretodo, seguimos mejorando para tener un mejor festival cada día, más inclusivo, más sostenible... Nuestro objetivo es que la gente se vaya feliz.
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