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La letra de los primeros compases de la sintonía de la entrañable serie de dibujos animados D´Artacán y los tres mosqueperros, es toda una declaración de intenciones: «Eran uno, dos y tres…». Es decir, una suma. Una suma de esfuerzos con los que los protagonistas ... acometen desafíos nobles bajo la mítica frase acuñada por el escritor francés Alejandro Dumas, en la novela en la que se basa la serie televisiva de los años 80. Máxima sobradamente conocida: «¡Todos para uno y uno para todos!».
Esa suma de esfuerzos para la consecución de un bien común y mucho mayor al propio, rubricados con el adagio que Dumas inmortalizó en su obra `Los tres mosqueteros´, es lo que ha conseguido la iniciativa de Clara Concejo Mir en su objetivo de apoyar la investigación para la cura de la diabetes tipo 1, la cual atañe a un pequeño mosquetero de seis años, Mario, su hijo.
Fundadora de Vega Clara, una pequeña bodega situada en la milla de oro de la Ribera del Duero -en la localidad vallisoletana de Quintanilla de Onésimo-, Clara elabora un vino de alta gama y edición limitada (2.000 botellas), Dacán, cuya venta destina a la citada investigación, en su caso, a la que se desarrolla en el The Diabetes Research Institute (DRI), un centro de investigación de Miami dirigido por un sevillano, el doctor Juan Domínguez Bendala.
A esta aventura de la bodeguera, como sucede con los nobles mosqueteros de Dumas, han arrimado el hombro otras personas de su entorno que, al conocer sus circunstancias, apoyan su causa, como un viticultor de Pedrosa de Duero y también toneleras que abastecen de barricas a su bodega.
Dacán, cuya primera añada -2016- ya está en el mercado, es un Ribera del Duero con 18 meses de barrica, un vino de Vega Clara que armoniza, ensambla, marida el sueño de Clara de hacer vinos de alta expresión con su ilusión y compromiso por aportar lo que esté en su mano para que avance la investigación sobre la diabetes tipo 1, una patología crónica –diagnosticada principalmente en niños, adolescentes y adultos jóvenes- que puede ser hereditaria, o, de carácter autoinmune, como es el caso de Mario.
Capítulos de D´Artacán compartidos junto a su madre, horas de juego a mosqueteros junto a su abuelo Mario, y ese idioma mágico, personal e intransferible que hablan los niños cuando son pequeñitos –y que solo entienden los más cercanos-, han dado forma a Dacán, nombre acuñado por el propio niño cuando empezaba a construir sus primeras palabras. D´Artacán en boca de un Mario pequeñito se transformó en Dacán.
Todos para uno
«¡Yo soy Dacán, yo soy Dacán!», exclamaba «con dos añitos Mario», cuenta su madre, a quien le pareció «un buen nombre» y a quien además le «cuadraba la historia» con lo de «¡uno para todos y todos para uno!, pues es lo que decían ellos para intentar ayudar».
Con 13 meses al niño le diagnostican la diabetes, la cual le sobrevino «a través de un virus en la guardería», explica Clara. «Al principio es un palo muy duro, porque, el problema, además de ser dependiente de nosotros, sus padres, al cien por cien» al ser todavía tan pequeño en aquel momento, «también lo era para su diabetes. Tardé un tiempo en recomponerme, cerca de un año». Pero las lágrimas de ese primer mal momento las enjuagó Clara con los ánimos de su padre, quien la dijo: «¿Qué quieres, que te vea tu hijo llorando?». Cuestión a la que Clara respondió actuando como ella es: «Me dije: no, ¡qué bobadas estoy haciendo! Mario quiere ver a su mamá contenta y feliz, porque si la ve mal él también estará mal». Dicho y hecho, espadas de nuevo en todo lo alto. «Para arriba. A mí me ha tocado esto, a otros otras cosas», se dijo Clara. «A partir de ahí yo quiero hacer algo; es mi forma de ser. Decido que no puedo quedarme de brazos cruzados, porque yo, como todos los padres que tienen un hijo con un problema así, lo que quiero es que mi hijo se cure».
A partir de ese momento empieza la búsqueda de un centro que investigue «y esté intentando la cura biológica de este problema». Fue el abuelo quien, escuchando una entrevista en la Cope al doctor Juan Domínguez Bendala, descubre la existencia del (DRI) y se lo comenta a su hija, quien aprovecha uno de sus viajes a Miami para ver a su importador para acercarse y conocer este proyecto. Conocido in situ «pensé que lo que yo quería hacer era generar dinero de manera constante y donarlo, y así quedarme tranquila de que estoy haciendo algo activamente para que esto se acabe, y, si algún día mi hijo me pregunta, explicarle que esto es lo que nos ha tocado pero que no se preocupe porque estamos haciendo algo en la familia y tarde o temprano va solucionarse, también para todos los niños que cada día `debutan´, como se denomina a los nuevos diagnosticados».
«Así surgió la idea de Dacán; yo sé hacer vino, pues entonces voy a crear un vino superespecial con la mejor uva de la Ribera, con las mejores toneleras, con todo lo mejor para intentar recaudar dinero y donarlo al mejor centro de investigación ahora mismo. Quiero que el dinero vaya directo como una flecha donde es más eficiente».
«La historia de Dacán es muy bonita», pues el lema de Dumas toma forma en un vino del que participan distintos colaboradores. La uva proviene de un pago de viñas viejas, el de Valtarreña, muy famoso en la Ribera del Duero, de Pedrosa de Duero. «Allí no tengo uvas», indica Clara, pero sí las tiene un viticultor que conoció su historia y no dudó en ofrecérselas. «Hace unos años vino a mi casa y preguntó: ¿tú eres la mamá de Mario?; yo también soy Mario», se presentó el viticultor, quien supo de la historia de su pequeño tocayo. «Quieres hacer un vino especial, me comentó», y aunque ese año ya no «tenía una partida de dinero y no podía comprar la uva, me dijo: tú vas, escoges la que quieras y luego ya hablaremos de dinero». Esa uva es la misma que suministra a Vega Sicilia.
Luego fue una tonelera la que se sumó donando la mitad de las 6 o 7 barricas que necesita Clara para cada añada de Dacán. Es más, el director de una tonelera donó la suya a título personal. «Su hijo también tiene diabetes».
De esta forma, y después de los 3 años que requiere su proceso de elaboración, el primer Dacán está a la venta, el de la añada 2016, un vino de alta gama cuyo precio es de 150 euros. Cualquier interesado puede ponerse en contacto con la bodega donde le dirán donde adquirirle.
El ¡uno para todos y todos para uno! en el caso de Dacán, cuando se invoca lo que se elevan no son espadas, sino copas de vino que, también en todo lo alto, bridan con el mejor de los deseos: ¡Salud!
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