Sergio Palomo, poeta y Elena Rodríguez Nistal, escritora
«Una copa de vino es una compañía inspiradora»Sergio Palomo, poeta y Elena Rodríguez Nistal, escritora
«Una copa de vino es una compañía inspiradora»Recientemente se presentó en Vega de Yuso el poemario `Mareas de Otoño´, del vallisoletano Sergio Palomo. De la mano de la misma editorial, El Lapicero Azul, también acudió la escritora vallisoletana Elena R. Nistal. La vocación por la poesía surge en Palomo «desde muy joven», seducido «por su lenguaje, por esa belleza trasladada a las palabras con la que poder expresar en un solo verso un mundo entero». En el caso de Nistal se produce una transición del verso a la prosa. 'Dueña de su destino' es su última novela. Como explica ella misma, durante la pandemia «una escritora me preguntó por mis poemas, para valorarlos, y así surgió una relación de confianza. También escribía poesía, y su siguiente paso fue los cuentos infantiles. Me animó a probar. Yo llevaba algún tiempo con una idea en la cabeza y ese empujoncito y el exceso de tiempo libre debido al confinamiento hicieron el resto. Lo que pudo haber sido un cuento infantil terminó siendo una novela erótica».
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Los caminos que les llevan al mundo del vino convergen. En el caso del poeta, «desde la vid hasta la degustación de una botella, siento una verdadera admiración. Mi padre me invitaba a apreciar cada matiz que se apoderaba de la copa de vino que tomábamos de vez en cuando». Elena comenta que su relación con ese mundo comenzó en la universidad, «con ese Ribera que se pedía cuando salía con los amigos». Además, «coincidió que una de mis hermanas empezó a salir con un chico finlandés que adoraba España y en Valladolid se sentía en el paraíso, rodeado de tapas y buen vino. Terminó siendo mi cuñado, y ahora junto a mi hermana han constituido una empresa exportadora de vino a Finlandia».
Al escribir o al leer, a Palomo le resulta placentero «tener siempre cerca una copa de vino porque es una compañía muy inspiradora», mientras que para Nistal no hay «nada tan placentero como disfrutar de un buen libro mientras disfrutas de un buen caldo. Te ayuda a desconectar, a meterte de lleno en la historia».
Como se comprobó durante la presentación de 'Mareas de Otoño', el vino es un buen elemento de comunión entre lector y escritor. «Es un maridaje estupendo, la experiencia fue maravillosa. El entorno tenía la magia y la calidez necesarias para la gente que se acercó, y que se fue con un gran sabor de hogar entre las manos», refleja el poeta, y apuntala la escritora, para la cual es «una manera preciosa de acercar la obra a los lectores y compartir el cómo se llega a conseguir una bonita obra tanto literaria como vinícola desde una idea inicial. Fue el culmen de ese maridaje».
Las similitudes entre ambos mundos las identifican diáfanamente, ya que «en ambos es importante tener un plan establecido, un hilo conductor, un protagonista y por supuesto una ubicación», explica la novelista. El poeta, por su parte, explica ese nexo «sobre todo en la naturaleza, en el proceso del vino. En la climatología, en la tierra fértil, en el esplendor del sol sobre los viñedos o, incluso, en las cualidades estéticas del paisaje. Son verdaderas inspiraciones como también lo son la pasión y el esfuerzo que cada arte llevan dentro».
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Literariamente, el vino puede tener «un papel muy importante en el desarrollo de la obra», anota Nistal, o, como describe Palomo, 2la complejidad de los aromas, el gran abanico de los matices que puedes paladear en una copa dan un juego increíble para inspirarte en un poema».
Si hablamos de momentos por ellos vividos con el vino desempeñando ese papel que destaca la escritora, el poeta recuerda una película, 'Entre copas', así como las celebraciones familiares o durante la presentación de una nueva obra, como sucedió en Vega de Yuso, «donde el vino y el poema eran como un perfecto romance». Como fue para Elena el citado romance de su hermana, el cual les llevó a visitar la Ribera del Duero «enseñándole la belleza de nuestra tierra y terminando con una buena comida para que no pensara en llevarse al fin del mundo a mi hermana».
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Aunque «me quedo con un tinto», si la obra de Elena fuese un vino «escogería un espumoso», y, para Sergio, su poseía sería «un buen tinto de la Ribera del Duero. Mi obra es sutil, intensa, con cuerpo y una extraña complejidad de emociones, igual que un Ribera», para el que podría tener hasta nombre, 'Raíz y verso'. Elena, si de nombrar un vino hablamos, elige 'Sol de invierno', por el poder evocador de esas tres palabras que la transportan a la infancia, «cuando en invierno deseabas que saliera el sol para salir a jugar»
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