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andrea d. sanromá
VALLADOLID
Lunes, 16 de julio 2018
Fase visual, fase olfativa y fase gustativa. Los pasos no varían, los siguen expertos y novatos al pie de la letra pero Matarromera da un paso más. La experiencia reside en los matices, en conocer y entender el carácter de cada una de sus creaciones. Porque como las personas, en el mundo del vino, la percepción de sus notas, nunca es exactamente igual a otra y es ahí donde reside su poder, en los contrastes.
Con la filosofía, de contribuir a la educación en la cultura del vino, Bodegas Familiares Matarromera, fundadas en 1988 y lideradas por el incombustible Carlos Moro, presentaron, ayer, en el hotel AC Palacio de Santa Ana (Valladolid), las nuevas añadas de tres blancos, un rosado y un tinto a los invitados del Club de Catas de El Norte de Castilla.
Situado en pleno corazón de la Ribera del Duero, en el municipio vallisoletano de Valbuena de Duero, Bodegas Familiares Matarromera presentaron sus vinos avalados por rotundos éxitos nacionales e internacionales
Este viaje por los sentidos y sabores desde los toques mediterráneos a los atlánticos, corrió a cargo de la periodista especializada en vinos y gastronomía de El Norte, Nieves Caballero, quien dio paso a las explicaciones del director técnico y enólogo Félix González y la también enóloga Marta Aria. Juntos conformaron un equilibrado tándem que consiguió trasladar los valores de excelencia, innovación y defensa medio ambiente, característicos de la marca, a través de una cuidada selección de vinos. Por su parte, el director de comunicación de Bodegas Familiares Matarromera, Roberto Sanz, recordó la presencia del grupo en cinco Denominaciones de Origen, Ribera del Duero, Cigales, Rueda, Toro y La Rioja y aprovechó para anunciar el estreno de la colaboración con sus nuevos distribuidores, Gregorio Díez.
No se dejó nada al azar, el ambiente, la disposición de las mesas, las copas y el sonido contribuyeron al buen desarrollo de una velada, que más de un centenar de asistentes supieron aprovechar. Y es que la ocasión no era para menos porque Matarromera brindó la oportunidad a los asistentes de catar el exclusivo Carlos Moro Finca San Cibrao 2.017, del que sólo se han producido 7.000 botellas, de las que la mitad ya están comprometidas en el extranjero.
La sesión se estrenó con un reconocible Emina Verdejo 2017, «irrepetible e irreconocible» para el enólogo Félix González que invitó a descubrir tonos de hinojo, de flor blanca que se detectaron bien en nariz. Unos aromas fruto de años de investigación, «en nuestras elaboraciones buscamos la madurez aromática del vino».
A la vista, destaca un color amarillo paja pálido con reflejo verdoso y en boca encuentra el equilibrio entre las sensaciones frescas de la acidez y la calidez de su moderada graduación alcohólica. A continuación, fruto de la esencia inquieta de Matarromera, nació Carlos Moro Finca San Cibrao 2017, resultado de la selección de tres variedades autóctonas de la Denominación de Origen Ribeiro: Treixadura, Godello y Albariño. Una aventura que surgió de la colaboración con Viña Costeria, situada en el municipio de Ribadavia (Orense). En boca destaca su untuosidad y los enólogos incidieron en la diferencia y el contraste con el verdejo anterior. «Podemos ver la diferencia de los hinojos de monte bajo frente a los toques de manzana», indicaron.
El tercero de la sesión correspondió a Emina Verdejo Fermentado en Barrica 2016, «es un vino complejo y como en una orquesta todo el mundo está en su nivel, en perfecta armonía». De esta forma resumió Félix González la esencia de este verdejo que para Marta Arias «es uno de los más especiales, todo el ensamblado de los tostados de la barrica sin molestar. A mí me recuerda a la panadería, a una bollería».
Y en el ecuador de la sesión, llegó el momento de la votación, los enólogos retaron a los asistentes a decidirse por uno de los tres primeros blancos. Cuestión complicada que se resolvió con la victoria del Emina Verdejo Fermentado en Barrica 2016.
De esta forma, se abrió el tercer turno que le correspondió al rosado Valdelosfrailes de la añada 2017, de la DO Cigales, con una acertada combinación 95% Tempranillo y 5% de verdejo . En su presentación, Marta Arias aprovechó para recomendarlo para cualquier maridaje de verano. «Es el gran olvidado y aunque no soy experta en gastronomía tiene mucho potencial». Por su parte, Félix describió su aproximación a nariz con una amplia gama de frutas rojas y negras de la tempranillo, fresa, frambuesa y cereza, e insistió en que «hay que buscar la peculiaridad de la tierra».
Y el broche final de la cata lo puso un tinto representativo de la Ribera del Duero, Melior Roble 2017, de las parcelas ubicadas, en la Milla de Oro, plantadas con Tempranillo. «Un tinto, que entra con la contundencia de un roble pero con frescura», explicaron los enólogos. Se trata de un vino, apuntó Félix, «que tiene mucha persistencia sin altibajos y sin marcharse, y esa es su virtud».
La sesión concluyó con un entretenido debate entre los asistentes que pudieron resolver sus dudas sobre los vinos catados y acabó un grito de un espontáneo de uno de los invitados: «Y que viva el vino de Castilla y León».
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