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Emilio Moro, ubicada en la localidad vallisoletana de Pesquera de Duero, en plena milla de oro de la Denominación de Origen Ribera del Duero, presenta su terraza a pie de la bodega, un espacio concebido para tomar un aperitivo coincidiendo con las ansiadas escapadas ... de verano. Puede funcionar como parada estratégica en mitad de trayecto hacia nuestro destino de vacaciones o como un destino en sí mismo, en el que quedar con unos amigos amantes del vino.
Tanto en las mesas exteriores como en la zona de 'wine bar' del porche, decorado con aire rústico, muy luminoso y salpicado de vegetación, se puede disfrutar de cualquiera de las referencias de la firma, por botellas o por copas, acompañadas de un picoteo: por ejemplo, una tabla de jamón ibérico, un buen queso castellano, una ración de cecina con aceite de oliva virgen extra (aove), unas conservas prémium, una ensalada de codorniz escabechada, carpacho de bacalao, bao de lechazo con verduras o, incluso, media ración de cochinillo confitado.
Entre las etiquetas más icónicas de Emilio Moro disponibles en este wine bar con terracita se encuentran su buque insignia, Emilio Moro; los valorados Malleolus –cuyo lanzamiento hace 21 años marcó un antes y un después en la historia de la bodega y de la Denominación de Origen Ribera del Duero–, Malleolus de Valderramiro –procedente del viñedo más antiguo de la bodega– y Malleolus de Sanchomartín –un vino de terroir fruto de una parcela muy especial de solo una hectárea–; su vino ecológico, La Felisa; o su gama de blancos del Bierzo, entre ellos, el joven Polvorete.
El aperitivo en esta apetecible terraza puede formar parte también de uno de los diferentes planes de enoturismo que propone Emilio Moro y que integran un recorrido guiado por los viñedos y la bodega y una cata de sus vinos, reconocidos entre los mejores del mundo y presentes en más de 70 países.
La visita se puede completar con una comida más formal en su restaurante, donde se ofrece un menú protagonizado por los productos de la zona, la mejor forma de sumergirse en los encantos gastronómicos de la Ribera del Duero. El broche de oro a la jornada lo ponen las fantásticas vistas que se disfrutan desde su mirador, las Terrazas de Sanchomartín, que se alza sobre un mar de viñedos único en el mundo.
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